La momia de Josefina Petrolina se exhibe en el museo matancero Palacio de Junco. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 06:53 pm
Matanzas.— Hasta la fecha se ha reportado en la Isla la existencia de ocho momias de diferentes orígenes, básicamente peruanas, egipcias y cubanas, pero ese número se puede poner en entredicho si se documentan nuevas características de cuerpos momificados en la geografía nacional, con el intenso trabajo de escrutinio que realizan por estos días en la Isla expertos de España y Alemania, que pertenecen al Instituto de Estudios Científicos en Momias (Iecim), cuyo propósito fundamental es estudiar estos ejemplares en su integralidad, sean de cualquier parte del planeta.
Actualmente existen momias en Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, La Habana y Matanzas. Y las hay de varios tipos, como las que trajo Emilio Bacardí de sus viajes a Grecia y Egipto, o las peruanas, que llegaron a través de Antonio Núñez Jiménez. Sin embargo, hay una muy especial, cubanísima, diferente al resto de las que se conservan en el país, que obedece a una señora que fue embalsamada para que sus familiares pudieran despedirse de ella. ¿Su nombre? Josefa Petronila Margarita Ponce de León Heredero.
Precisamente tras el enigmático rastro de ese ejemplar llegaron recientemente hasta esta ciudad especialistas de Alemania y España del Iecim, con el propósito de aproximarse a las características de este cuerpo momificado, que se exhibe en el museo provincial Palacio de Junco.
Mercedes González Fernández, directora del Iecim, centro radicado en Madrid, compartió con JR que a Josefa Petronila se le tomaron algunas muestras, con el objetivo de estudiarlas, lo cual pudiera arrojar nuevas revelaciones.
«Al parecer la pieza tiene crecimientos de hongos, y es importante saber de qué familias son. No se descarta que haya también en este cuerpo otros microorganismos por manipulación», expresó.
«Creemos que está muy bien conservada. La humedad relativa del área donde se encuentra es bastante alta. La sala en que está ubicada posee una iluminación tenue, con cortinas color malva y temperatura promedio de entre 19-20 grados centígrados. Y todos coincidimos en que, de no ser así, la pieza sufriría la agresividad del clima y de los agentes biológicos», comentó González Fernández.
El hecho de que estos expertos hayan estado aquí es de suma importancia no solo para Matanzas, sino también para Cuba, pues se reconoce a nivel internacional el valor excepcional de la pieza, única existente en el país embalsamada por los métodos que trajo a Cuba Nicolás José Gutiérrez en el siglo XIX, y que ha llegado hasta nuestros días, dijo orgulloso el doctor Ercilio Vento Canosa, historiador de la ciudad yumurina.
«Todo ello nos pone frente al desafío de una mejor conservación cada día. No olvidemos que este es un material orgánico, débil, sobre el que hacen mella la acción del tiempo, la humedad y los cambios de temperatura», destacó el también especialista de segundo grado en Medicina Legal.
Vento Canosa, uno de los estudiosos cubanos con cerca de 25 años de experiencia en el abordaje del tema, resaltó que, con la visita y el interés manifiesto de los especialistas extranjeros, Cuba se incorpora al proyecto general de análisis de momias en el mundo, una actividad que tiene muchos encantos, al decir de la Doctora González Fernández.
«Nuestra labor no es solo preservarlas para las futuras generaciones, sino intentar sacarles toda la información posible: qué tienen dentro, cómo fueron sus vidas, qué enfermedades padecieron, los traumatismos sufridos; si son mujeres, si tuvieron hijos, la edad en que murieron, y lo más interesante, que es lo que casi nunca logramos determinar: cuál fue la causa del fallecimiento.
«Es posible analizar la evolución de los agentes patógenos, cómo se han ido desarrollado determinadas enfermedades a lo largo del tiempo, y cómo ha mutado un virus».
—¿Cuáles son las condiciones óptimas para la conservación de estos cuerpos?
—Cada caso tiene que acondicionarse a los parámetros medioambientales propios de la zona de inhumación. Hay momias que se han conservado en la humedad, dentro de ciénagas, como, por ejemplo, en los pantanos de turba del noroeste de Europa. Otras, en cambio, se han preservado en los desiertos del norte de Chile. El cuerpo se acostumbra, y en esos parámetros medioambientales se mantienen. Si se cambian de un lugar para otro es cuando empiezan a surgir los problemas, pues con el calor se les dilata la piel y con el frío se les contrae, y esos cambios hacen que se destruya.
La momia necesita una temperatura estable de entre 19-20 grados. Foto: Hugo García
—¿Está de acuerdo con que se expongan las momias en los museos?
—Estamos a favor de que se expongan, pero siempre siguiendo determinadas pautas éticas, porque no debemos olvidar que son restos humanos, por lo que hay que tratarlos con respeto. A nivel científico también hay que actuar con mucho cuidado, pues no podemos llegar a una momia y cercenarle toda la espalda para tomarle una muestra. Eso es inadmisible. Por tal motivo siempre usamos las técnicas mininvasivas.
Tanto el historiador alemán Daniel Moeller como la Doctora Anna-María Begerock, especialista en arqueología andina, ambos integrantes del Iecim, coinciden en que existen cientos de momias diseminadas por el mundo.
Por ejemplo, en el museo de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile, hay un almacén con 450 momias, mientras que en los depósitos del museo ecológico de Berlín hay 240, y en Egipto se cuentan por miles.
Anna-María Begerock reflexiona que «las momias aportan mucha información histórica. Son fascinantes para muchas personas. Siempre siento tristeza cuando las estudio, porque son personas muertas que tenían su vida y que ahora están expuestas o excavadas, y que, en muchos casos, han perdido todo: su nombre, su identidad, y nunca podremos conocer si fueron felices o infelices. Pero sí se puede determinar científicamente si tuvieron hijos, si estuvieron bien nutridas, si sufrieron traumatismos, si tuvieron una vida saludable, si fueron enterradas con cultos de su propia cultura, si recibieron un enterramiento bueno».
En una vitrina del museo se exponen sangre y vísceras extraídas al cadáver.Foto: Hugo García
Y aunque se conocen muchos datos sobre la historia de Josefa Petronila, no será ocioso seguir profundizando en el conocimiento de un pasado que cautiva, y que nos pudiera llevar por nuevos descubrimientos.
Algunas momias que se han inscrito en la historia
—Tutankamón (aproximadamente 1341-1323 a.c.): Faraón egipcio de la dinastía 18, durante el período de la historia egipcia conocido como el Imperio Nuevo. Tenía nueve años cuando se convirtió en faraón y reinó durante una década, hasta su muerte. La tumba de Tutankamón, en el Valle de los Reyes, donde aún reside, fue descubierta en 1922.
—Elmer McCurdy: (enero 1880-7 de octubre 1911). Forajido que fue muerto en un tiroteo en las colinas de Osage, en Oklahoma, Estados Unidos.
—Santa Bernardita: Nació como María Bernarda Sobirós (7 de enero de 1844-16 de abril de 1879) y era hija de un molinero de la ciudad de Lourdes en el sur de Francia.
—Juanita (La Doncella de Hielo): Fue descubierta en la cima del monte Ampato, Perú, el 8 de septiembre de 1995.
—El hombre Tollund: cadáver naturalmente momificado de un hombre que vivió durante el siglo cuarto antes de Cristo durante la Edad de Hierro prerromana.