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Carísima belleza

En peligro de desaparecer ante el saqueo, la comercialización indiscriminada y la invasión de su hábitat natural, de lo que no escapa Cuba, las polimitas pudieran salvarse con la reciente inclusión en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre

Autor:

Haydée León Moya

BARACOA, Guantánamo.— Son bellas, pero no completamente dichosas. El asedio del hombre ha sido tan cruel y por tantos años que hoy su existencia y la de casi todas las de su género están en peligro.

Las polimitas están amenazadas con desaparecer de la faz de la tierra, porque han sido saqueadas y su hábitat natural invadido, casi destruido, mientras persisten impunemente la sobrexplotación por colectas masivas indiscriminadas y las inadecuadas prácticas agrícolas.

A la joven baracoense Norvis Hernández Hernández esa realidad la conmueve. Nació en un caserío del poblado de Quiviján, en las márgenes del río Toa, y allí, en los cafetales de su padre, muy amante de la naturaleza, comenzó a entenderse con los caracoles más hermosos del planeta.

Hoy es bióloga e investigadora. La pasión profesional le consume casi todo su tiempo andando cada palmo del extenso Parque Nacional Alejandro de Humboldt, donde es la especialista principal. Coordinadora de varios proyectos ecológicos internacionales, durante más de 16 años se ha dedicado al estudio de ese molusco terrestre.

El paso del huracán Matthew, que arremetió con particular fuerza contra las «casas» de las polimitas —Maisí y Baracoa—, y la reciente inclusión del género en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre (Cites) para su protección contra la explotación excesiva mediante el comercio internacional, son hechos que marcan y actualizan el tema de la conservación de estos moluscos terrestres, exclusivos de la región oriental de Cuba.

Lo renueva porque esto implicará la adopción de medidas severas para los traficantes de ese caracol. Además, el Apéndice incluye exclusivamente a las seis especies conocidas: P. versicolor, P. sulphurosa, P. muscarum, P. venusta, P. brocheri y P. picta.

En diálogo con la especialista, Juventud Rebelde se acerca al impacto del poderoso meteoro y al que pudiera tener para una de las especies cubanas más conocidas del mundo la aplicación consecuente, tanto de la mencionada decisión internacional, como de otras que no trascienden nuestras fronteras.

—¿Cuáles argumentos sostienen la idea de que ese molusco terrestre se encuentra en peligro?

—En general, una especie se considera en peligro de extinción cuando todos sus miembros vivos están en riesgo de desaparecer. Aunque no existe aún un estudio detallado de la densidad poblacional de cada especie, sí se ha podido determinar que las poblaciones naturales de estos moluscos han disminuido considerablemente sus áreas de distribución original.

«En los cafetales han sido extinguidas poblaciones completas, por ejemplo, de Polimita picta, al igual que en zonas boscosas y del litoral de Baracoa. La especie venusta de la parte occidental de la Ensenada de la Mora, en la provincia de Granma, y de esa variedad y de la P. versicolor en la Playa Siboney, provincia de Santiago de Cuba, también desaparecieron.

«En el caso de P. sulphurosa su situación es muy alarmante, porque de las cinco poblaciones vivientes conocidas solo quedan algunas. El año pasado realizamos ocho viajes de campo a diferentes poblaciones y no encontramos ni un solo ejemplar vivo. Su distribución geográfica ha disminuido en más del 90 por ciento».

—Cuando se habla de la desaparición de especies, las causas más recurrentes son la destrucción o transformación del hábitat natural por el hombre o el impacto de fenómenos climatológicos violentos y la explotación indiscriminada para diferentes fines. ¿Se repiten en este caso o existen algunas particularidades?

—Son las mismas causas, con ciertas particularidades o hechos muy concretos. En las áreas donde aparece este caracol, que habita en los árboles y baja al suelo solo a depositar sus huevos, hay una elevada influencia humana. También existen áreas donde han sido extinguidos por otras causas.

«En Maisí, por ejemplo, la época reproductiva de esta especie coincide con la etapa de los estudiantes que participan en el plan de la escuela al campo. Miles de ejemplares en pleno período reproductivo mueren aplastados o son extraídos, y eso, lógicamente, afecta la reproducción y la biodiversidad a nivel genético.

«Está además el hecho de que la mayor parte de las poblaciones se encuentren fuera de áreas protegidas, lo cual las hace más vulnerables aún, sin desconocer que también las elevadas temperaturas del año 2015, asociadas al cambio climático, provocaron bajas en poblaciones importantes existentes en las localidades de Yara, Majana, La plata de Nava, Caguasey y Retiro, en Baracoa.

«También muchas veces suceden cosas insólitas. Estudiábamos una especie en un área poblada con polimitas, en la zona de Cajobabo, ya habíamos avanzado varias jornadas, y un día llegamos al lugar y nos encontramos con que se había comenzado a construir allí una cantera que acabó con el hábitat y con la especie.

«En otros casos se acude a la quema para sembrar tomate, que es una costumbre de muchos campesinos pobladores de Yara y Majana. Allí prenden fuego a toda la vegetación donde vive Polimita picta, y solo quedan cenizas. En el presente, el problema se ve agravado por la utilización de los bosques como fuente energética. Esto, de no ser ejecutado sobre una base planificada y sustentada en el conocimiento de la biodiversidad del área, puede llevar esta situación a niveles mucho más preocupantes por la intensa labor de extracción de leña».

—La sobrexplotación asociada al comercio de las conchas es otra amenaza grande, ¿verdad?

—Muy grande y en ascenso. Desde hace casi 40 años en Baracoa se explotan las conchas del animalito, incluso existía un taller con una línea de producción con polimitas. Desde entonces se veía venir el problema de la extinción del molusco.

«Ha sido muy irracional su explotación y podría citar otro ejemplo: la colección de un individuo de Baracoa dedicado a la exportación de estos moluscos, en el momento que se le efectuó un inventario, excedía los 159 000 ejemplares. Desde el año 1987 había personas que practicaban el comercio ilegal, fuertemente en algunos casos.

«Todavía lo hacen. Existen puntos en el viaducto La Farola donde hacen paradas los ómnibus de Viazul, que venden en grandes cantidades collares con 20 y hasta 30 conchas juveniles, bellísimas polimitas de la especie picta y versicolor.

«En casas de renta las encuentras en sus patios, “porque a los extranjeros les gusta”, dicen. Y las pobres polimitas por salvarse salen en busca de su hábitat natural y el sol las mata».

—¿Cómo armonizar el trabajo artesanal con las conchas y su comercio sin dañar la especie?

—La principal amenaza en ese sentido es que las capturan en su etapa juvenil o reproductiva, porque son más hermosas, con un brillo extraordinario en su amplia gama de colores. Eso es lo que hay que evitar. Muchos biólogos y especialistas en temas medioambientales del país hemos abogado por la creación de granjas especiales para el estudio, la cría y reintroducción en sus hábitats originales. Eso contribuiría a incrementar el número de individuos, a mantener el fondo genético y a restablecer poblaciones casi perdidas.

—¿Cuál fue el impacto del huracán Matthew en el hábitat y en la especie?

—Las más perjudicadas fueron las que viven muy cerca de las costas o del manglar, por la elevación del mar. El agua salada quemó la vegetación costera donde habitaban. La caída de palmas y cocoteros las afectó, ya que la especie P. picta usa estas plantas para su período de hibernación, por la humedad que almacenan sus hojas y para protegerse de depredadores.

«En los recorridos de evaluación del impacto se encontraron varias cópulas. Octubre, para las pictas, que son de hermosísimo colorido, fue excelente mes para la reproducción. En sentido general, el impacto del Matthew no fue tan agresivo para la especie como se estimaba».

—¿Qué implicaciones, en su opinión, pudiera tener la decisión de Cites, que implica la aplicación de medidas severas para los traficantes de esta especie?

—Eso depende de cómo se ponga en práctica la ley y las contravenciones en la provincia y en el país. Es importante actuar con la misma severidad que ha impuesto en muchas naciones un respeto por las especies endémicas. Ahora, con esta decisión de Cites, creo que se ayuda mucho a frenar el tráfico internacional de polimitas.

«En lo interno y desde hace años tenemos nuestras leyes al respecto, al igual que disposiciones y programas encaminados a ese fin; por ejemplo, una resolución del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente las declaró especies de especial significado para la República de Cuba, con la protección máxima y la prohibición de la exportación, la extracción del medio y cualquier forma de comercio. Lo que sucede es que no se aplican o concretan con el rigor que se debiera.

«También necesitamos decisores que se involucren no de manera circunstancial, sino sostenida, y que tomen en serio la política de conservación y preservación de las especies, porque no es un asunto que compete solo a especialistas o ecologistas».

Norvis Hernández ha dedicado 16 años al estudio y conservación de las polimitas.

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