Una gran masa de jóvenes participa de la etapa de mantenimiento en el central Uruguay, de Jatibonico. Autor: Lisandra Gómez Guerra Publicado: 21/09/2017 | 06:34 pm
JATIBONICO, Sancti Spíritus.— Durante los meses de zafra, cuando el sol aún no tenía las fuerzas suficientes para calentar, la algarabía del Pelotón 29 del Centro mixto Raúl Galán atravesaba los surcos de caña. Con la unidad propia de una perfecta maquinaria, sus integrantes saludaban el amanecer trepados en las obsoletas KTP, fajados con la maleza y el fango que se aferraba a las gomas de los tractores, y con tornillos en manos para «zurcir» cualquier avería.
Y la despedida del día ocurría tras el cumplimiento de lo pactado por jornada, tarea que no fue fácil por los caprichos del clima y la tenencia de solo dos camiones, los que al recorrer cerca de 40 kilómetros, desde la Unidad básica de producción cooperativa (UBPC) El Patio hasta el central Uruguay, de Jatibonico, retrasaban el corte.
Los jóvenes dieron su aporte al cumplimiento de la molida en el central. Foto: Periódico Escambray
Mas, nada evitó que el colectivo, integrado por los mejores educandos de Técnico medio en Agronomía y otros que se especializaron en Mecanización agropecuaria, cumpliera con el compromiso histórico de ese grupo estudiantil. «Llegamos al millón de arrobas de caña cortada con mucho esfuerzo y 15 días después de lo convenido, pero lo hicimos», dice con orgullo Lisvany Cáceres Cabrera, quien ha laborado en más de una ocasión en el pelotón.
Edelkys Lugo Rodríguez, jefe del colectivo por la parte obrera, reconoce el impacto de esos jóvenes en la recién finalizada zafra espirituana, que resultó la de mayor producción en los últimos 16 años.
«Trabajan de tú a tú como cualquiera de nosotros y solo reciben su estipendio estudiantil. Cuando termina el mes de socialización, ya saben hacer de todo. Y la mayoría de los que han pasado por aquí se quedan pega’os al campo», explica mientras los mira, con la misma ternura de un padre a sus hijos.
Para Magdiel León y Eric Manuel García, el pelotón se convirtió en la consolidación de lo aprendido en el aula. En sus opiniones, esa práctica diaria permite formarse integralmente.
Tanto ellos como Lisvany Cáceres aspiran, tras terminar el servicio militar, a regresar al surco para demostrar sus habilidades en las combinadas KEY. Igualmente, reconocen que las hostilidades propias del campo y los contratiempos que vivieron con el transporte que los trasladaba, se aminoraron por la constante preocupación de la escuela, la dirección del sector azucarero y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
«Los acompañamos durante toda la etapa. Incluso, nos insertamos en la labores de corte durante un mes. Compartimos sus preocupaciones y alegrías como nuestras. Los reconocimos en múltiples ocasiones, incluso hasta con la entrega de la valija cañera», comenta Yogenny Brunet Granado, secretario de la UJC en Jatibonico.
Para la venidera zafra, el Pelotón 29 del Centro mixto Raúl Galán tiene muchas perspectivas. «Si con las máquinas viejas nos mantuvimos varias veces en la punta de la emulación, cuando nos lleguen las KEY no habrá quien nos pare y el compromiso lo duplicaremos», expresa Lugo Rodríguez.
La molienda
El esfuerzo de quienes laboran directamente en el campo solo es el inicio de un proceso que precisa de otros empeños y brazos. Tras la llegada de la caña a la industria, comienza una etapa trascendental para lograr una gramínea óptima.
El central Uruguay se caracteriza por disponer de un colectivo con juventud. La fusión laboral entre los más experimentados y los menos permitió que Sancti Spíritus fuera el único territorio del país que incrementó la fabricación de azúcar en 2016 en comparación con el año anterior.
Aunque en estos momentos pudiera pensarse que el coloso duerme por no sentirse el ruido ensordecedor de su maquinaria, un constante ajetreo se observa en el corazón del añejo ingenio.
Para Félix Alberto González Aragón, las jornadas de esta etapa en absoluto resultan «muertas». Embarrado de grasa de la cabeza a los pies, se dedica al mantenimiento y limpieza de los gigantescos equipos.
«Hay que dejar el central en óptimas condiciones para arrancar sin problemas y evitar los tiempos perdidos. Este año fue difícil, pero el colectivo nunca se detuvo y dimos todo nuestro esfuerzo», dice, quien además es el máximo líder de la UJC en el coloso.
A su juicio, la juventud respaldó las estrategias de la dirección del Grupo Azucarero Azcuba en Sancti Spíritus para cumplir con lo pactado, a pesar de que la caña no fue siempre la mejor, así como repensó de qué modo contrarrestar los problemas que se presentaron con el vestuario, el calzado y los insumos para la alimentación.
«Nuestra empresa siempre ideó la forma de solucionarlos, sin tener que parar. En el caso de las botas de goma, imprescindibles para trabajar, se priorizaron a los plateros y se cambiaron por otras de mejor acabado», añade.
Igualmente, se cuidó con celo el salario de todo el personal, que aunque no fue como en otros años por la atipicidad de la zafra, tampoco resultó afectado.
Bien lo sabe Norelvys Sánchez, quien actualmente ayuda en el mantenimiento de las esteras y, tras siete meses en el Uruguay, apuesta por continuar allí.
«Hay muy buena atención al hombre. Te enseñan y los jóvenes nos sentimos estimulados a seguir, aunque el trabajo no es fácil».
A la retaguardia
Para mantener con vida la zafra es vital el funcionamiento de la Empresa de Logística Azumat, encargada de asegurar los insumos requeridos para las producciones y servicios de Azcuba.
Dentro de ese imprescindible colectivo también se encuentra la lozanía de no pocas personas que, entre oficinas, medios de transporte y almacenes, respaldan tanto el proceso en el campo como el industrial.
En la Unidad Básica Empresarial (UEB) Sancti Spíritus, la mejor de su tipo durante cuatro años consecutivos en Cuba, se distingue a nivel de país el joven Edisnel Calderón Amador, chofer de una rastra. Por su seguridad con el timón jamás ha tenido un accidente y ha cumplido sin problemas los horarios de entrega y recogida, aunque deba atravesar de una punta a la otra la Isla o la provincia.
Para Edisnel Calderón su labor es imprescindible. Foto: Lisandra Gómez Guerra
«Llevo todo tipo de insumos. Me siento orgulloso con mi profesión, porque me permite transportar los recursos necesarios», relata mientras alista los motores para tomar carretera.
Con 28 años de edad, este espirituano conoce cada uno de los rincones del archipiélago cubano, aunque confiesa que prefiere los viajes hacia La Habana y Holguín.
—¿Qué has hecho para ser avalado como el mejor del país?
—Trabajar con compromiso porque no podemos perder los resultados de la zafra. Si no lo hacemos los jóvenes, a quién se los vamos a dejar.
Ese espíritu de la juventud espirituana, vinculada a cada uno de los frentes que hacen posible
mantener la provincia como la mejor del país, es la clave para tan significativo resultado. Sin dudas, la gramínea de este terruño sabe y transpira un fuerte esfuerzo juvenil.