«La próxima vez que abra el grifo para llenar la cafetera de agua, recuerde que un bosque lo ha hecho posible. Puede ser que esté a cien millas de distancia o más de donde usted está, pero lo más probable es que le debe su taza de café, al menos en parte, a los árboles que ayudaron a capturar el agua y a filtrarla en su largo viaje hacia el consumidor».
Con ese ejemplo tan sencillo y cotidiano René Castro-Salazar, subdirector general del Departamento Forestal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), ilustró cómo los bosques contribuyen a saciar la sed urbana.
Tal declaración fue publicada en una de las columnas de opinión de la página oficial de la FAO, a propósito de celebrarse este 21 de marzo el Día Internacional de los Bosques, dedicado en esta ocasión al vínculo profundo y esencial entre los bosques y el agua.
Según la nota, los bosques ralentizan el flujo de agua, que se infiltra gradualmente a través del suelo, garantizando un suministro estable todo el año, incluso durante las estaciones más secas.
Por otra parte, y también a tono con la fecha, la FAO reconoció que América Latina posee una enorme riqueza de recursos forestales e hídricos que debe proteger para erradicar el hambre y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El agua y los bosques están íntimamente ligados, explicó Jorge Meza, funcionario de la Unidad Forestal de la FAO. Según dijo, los árboles filtran el agua, aumentan los niveles de humedad en el aire y la incorporan más profundamente en la tierra, evitando su evaporación.
De acuerdo con fuentes de este organismo internacional, América Latina y el Caribe recibe el 29 por ciento de las precipitaciones del planeta y posee el 23,4 por ciento del área de bosques del mundo, recursos estratégicos para la seguridad alimentaria y la generación de servicios ecosistémicos.
A nivel mundial, las cuencas hidrográficas y los humedales boscosos proporcionan hasta el 75 por ciento de los recursos de agua dulce; por ejemplo, más del 70 por ciento de la pluviometría en la cuenca del Río de la Plata se origina a partir de la evaporación y transpiración de la selva amazónica.
Según las mismas fuentes, los bosques también pueden reducir los efectos de las inundaciones y prevenir y reducir la salinidad de las tierras y la desertificación.
La sequía es uno de los síntomas más negativos del cambio climático. Sin embargo, mediante el almacenamiento del agua, los árboles y los bosques pueden fortalecer la resiliencia a este evento.
Evitar la deforestación
Con motivo del Día Internacional de los Bosques, la FAO llamó a los Gobiernos a intensificar el manejo de estos ecosistemas y reducir la deforestación, como una herramienta para mejorar la cantidad y calidad de agua disponible.
En las últimas décadas la pérdida del área de bosque en la región de América Latina y el Caribe se ha reducido. Entre 1990 y 2000 se perdían 4,45 millones de hectáreas por año, mientras que entre 2010 y 2015, estas pérdidas se redujeron a 2,18 millones de hectáreas, principalmente debido a una disminución de los estragos en Brasil, Mesoamérica y el Cono Sur.
Entretanto, en el Caribe hay un incremento neto de las áreas de bosques. La floresta se ha incrementado donde antes hubo plantaciones de caña de azúcar y otras tierras agrícolas. Este aumento es particularmente evidente en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Trinidad y Tobago.
Fuera del Caribe, Chile, Costa Rica y Uruguay son los únicos países que mostraron un aumento en el área de bosque durante 2010 y 2015.
Sin embargo, apunta, las pérdidas netas anuales de la región continúan siendo muy superiores a las pérdidas globales. «Cuando la deforestación es elevada, se genera erosión del suelo y se altera la calidad del agua. Los bosques regulan el régimen hídrico, y cuanto más natural sea el ecosistema, más efectiva será esta función», explicó Meza.
«Cuidar los bosques de la región es también cuidar el agua», explicó el funcionario de la FAO, quien destacó que además de proteger el suministro de agua de calidad, la ordenación forestal reduce la pobreza mediante la creación de puestos de trabajo, la producción de alimentos, la prevención de incendios forestales, la protección de cuencas hidrográficas y la prestación de otros servicios, tales como la eliminación de dióxido de carbono del aire que respiramos.
Meza también se refirió a que la situación de los recursos hídricos de la región es dual: algunos de los lugares más áridos y más húmedos del planeta se encuentran en América Latina y el Caribe.
Eso significa que la disponibilidad de agua varía considerablemente entre países y dentro de distintas áreas en un mismo país.
Según la FAO, en las tres últimas décadas la extracción de agua se ha duplicado en América Latina y el Caribe, a un ritmo muy superior al promedio mundial.
En esta región el sector agrícola, y especialmente la agricultura de riego, utiliza la mayoría del agua, con un 70 por ciento de las extracciones. Le siguen el uso doméstico con un 20 por ciento y la industria con un diez.
El cambio climático también está modificando el comportamiento de precipitaciones y temperaturas, lo que alterará los agroecosistemas actuales.
En América Latina y el Caribe, los cambios en los patrones de lluvia y temperatura afectarán el rendimiento de cultivos básicos como trigo, arroz y frijol, generando presión sobre zonas no agrícolas, sobre todo aquellas cubiertas por bosques, para convertirlas en superficies productoras de alimentos.
Meza sostuvo que el cambio climático afecta la salud y la calidad de los bosques y la disponibilidad del agua. Este efecto se magnifica por la degradación de los suelos a raíz de la expansión de las zonas de cultivo en áreas no apropiadas y la intensificación de la producción y del uso no apropiado de insumos agrícolas.
El funcionario vaticinó que entre los efectos posibles del cambio climático se espera que hacia mediados de este siglo ocurra una sustitución gradual de los bosques tropicales por sabanas en el este de la Amazonía, y de vegetación semiárida por vegetación de zonas áridas debido al aumento de la temperatura y la disminución del agua en el suelo.
No obstante, aseguró que la FAO está implementando una iniciativa regional que trabaja con los Gobiernos para apoyarlos a cuidar sus recursos naturales, enfrentar el cambio climático y gestionar los riesgos de desastres.