Elianne, Joelmis (a la izquierda en la foto) y David. Este lugar, el parque central de Costa Rica, es muchas veces el local para la reunión o, como suelen decir, para «inventar» una actividad social. Autor: Yuriel Osoria Amaro Publicado: 21/09/2017 | 06:28 pm
GUANTÁNAMO.— Pudiera decirse que «anda por su cuenta», pero la expresión no revelaría toda la verdad en la vida de un comité de base de particular composición y empuje, cuyo funcionamiento no es precisamente cuentapropista.
En un pueblito rural nombrado Costa Rica, en el municipio guantanamero de El Salvador y a más de 20 kilómetros de la capital de esta provincia cubana, dos peluqueras, un barbero, dos vendedores ambulantes de alimentos, una manicurista y un chofer particular han fraguado una organización de base de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) que, constituida desde 2014, hace la diferencia entre las 1 326 existentes aquí.
¿Cómo funcionará un comité de base con tal singularidad? En busca de una respuesta, una mañana reciente acudimos a quienes mejor lo pueden contar.
A la entrada del poblado, preguntamos a una señora que limpiaba el jardín de su casa, cómo encontrarlos. «La jefa vive allá atrás, en Vista Hermosa, pero acabó de pasar por aquí. Si van por allá, como quien va para donde está casi todo lo que le da vida a Costa Rica, seguro la ven. Es trigueña, delgadita, camina rápido y habla bien», dice la mujer.
Y, en efecto, a Elianne Arroyo Rodríguez, la secretaria general del comité de base, la encontramos en las cercanías del parque. Hay que andar motorizado para cogerle el paso a la muchacha, de 22 años de edad. ¿Vas para tu negocio?, le pregunto.
«No, cuando tengo alguna tarea pendiente trabajo por la tarde, aunque gane menos. Me dedico a planchar pelo y también arreglo uñas, con patente y todos los papeles en regla.
«Ahora voy a Educación, porque tengo dos militantes y otros muchachos del barrio que me plantearon un problemita ahí. Ya lo informé en El Salvador (la capital municipal), pero como es algo que preocupa a dos de mis militantes y a unos muchachos que viven por allá por Vista Hermosa, no puedo conformarme con transmitir la preocupación. Ellos están interesados en los cursos de superación y voy a averiguar qué deben hacer para inscribirse».
Me da una tregua y vuelvo a incitarla: «¿Todo con ustedes funciona así, por su cuenta?».
«No, si se refiere a los militantes de mi comité de base, le puedo asegurar que lo único que con ellos funciona por cuenta propia es el ejemplo en el trabajo y el compromiso revolucionario», asegura.
«Entre los cuentapropistas éramos cuatro militantes y cada uno estaba incorporado al comité de base más cercano, pero en ningún caso eran afines a la actividad de nosotros, y así en una reunión, por ejemplo, uno estaba como el pescado en nevera, que no veía, solo iba por puro formalismo.
«Ahora las discusiones nos atañen a todos, que si estamos en regla con los papeles, que si cumplimos con la ONAT, y tratamos otras cuestiones que nos afectan o favorecen no solo a nosotros, sino a los más de 1 400 jóvenes que ejercen la actividad por cuenta propia en Guantánamo.
«Mire, se lo digo yo que llevo unos años en un negocio particular y militaba en un comité de base que no tenía nada que ver con mi trabajo. Uno tiende a justificarse con que no tienes tiempo para la reunión, que si el jefe no justifica, que si te van a descontar, pero en el fondo es falta de motivación. Cuando estás en uno donde se habla de lo tuyo, donde puedes decir lo que piensas y con conocimiento, ayudar a otros con sugerencias, que es lo que también hacemos nosotros, uno se siente útil y le da importancia a las cosas. Por eso trabajamos mucho con los cuentapropistas jóvenes, que son cantidad aquí en Costa Rica, para atraerlos al comité de base. No hay por qué empujarlos a hacerse militantes, porque eso tiene que nacer de uno, pero sí tratamos de intencionarlo. Por eso ya somos siete y no cuatro, como al principio. No es mucho, pero hemos avanzado», argumenta la Secretaria.
«No me crea a mí, voy a explicarle cómo encontrar a mis compañeros y me dirá luego o lo contará en su periódico, como usted guste», agrega.
Lo que importa
Joelmis González Rodríguez, también de 22 años, tiene un puesto ambulante donde vende dulces. Mientras conversamos arrastra su carrito por una calle principal y me cuenta:
«Nos reunimos el segundo viernes de cada mes, lo mismo en la casa de un militante, que en el parque, porque lo importante no es el local, sino el contenido de la reunión, sin perder tiempo.
«Distribuimos las tareas, le halamos las orejas al que se lo merece y planificamos una actividad, que no tiene que ser siempre una fiesta, en la cual puedan participar otros muchachos que no son militantes, pero sí cuentapropistas igual que nosotros».
«Mire, ese que va allí es el barbero», apunta y me hace cambiar de rumbo.
Es Jesús Pico Villa, quien como los demás del comité de base, nació y ha vivido hasta hoy, a sus 23 años, en Costa Rica. Es también uno de los más activos militantes del comité y el encargado del cobro de la cotización.
«La gente no me da trabajo, a veces hasta quieren pagar el año; pero yo creo que lo que importa, como tal, no es dar el dinero, sino saber que tenemos esa obligación con nuestra organización, mes tras mes», se limita a decir y, navaja en mano, me pide «un chance» para concentrarse mientras dibuja una hoja de trébol en la cabeza de alguien que me mira con mala cara. Y nos indica cómo llegar hasta David Martínez Castillo, otro de los militantes.
Lo encontramos, pero no vendiendo alimentos ligeros, sino chapeando al pie de unas edificaciones. Entonces nos explica:
«Hay muchos mosquitos, y como la señora para quien trabajo ahora está de viaje, vine a ayudarlos a limpiar esta área. Yo trato de estar siempre haciendo algo útil, porque la vagancia no da nada bueno, además en el comité de base me lo exigen, y con razón.
«La secretaria es estricta, buena gente, y tiene una “muela” que te convence. A mí me gusta que me exijan, sentir que se preocupan porque uno esté integrado a todo. Cuando hay un acto político o cualquier otra actividad social, para allá vamos el piquete de la juventud no estatal, como nos dicen algunos.
«Hace como un año, se fueron dos militantes del comité de base. Uno pasó al sector estatal y el otro creo que pasó a otra provincia. El comité de base estaba decayendo, pero dijimos, qué va, esto hay que enderezarlo, y así fue. Lo más fácil que hay es justificar la apatía de un comité de base de este tipo, pero el militante que se respete no hace eso», aseveró el joven de 23 años de edad.
Vincularse con el entorno
Con overol de mecánico y grasa hasta en los ojos, vino a nuestro encuentro el militante Maikel Ponce Cardona, quien está pisándoles los talones a los 35 años de edad. Es chofer de un yipi particular, y el más difícil de localizar, según nos había advertido la Secretaria.
«Trabajo tirando pasajes, pero cuando me citan del comité de base, planifico bien y no falto. Y cuando ingrese al Partido, que es mi deseo, lo haré igual, porque yo creo que si eres militante por voluntad propia, debe ser así, o mejor no serlo, para no contaminar de hipocresía a la organización.
«Aunque usted no lo crea, cuando uno trabaja por cuenta propia si se descuida, llega el momento, ya sea porque el régimen de trabajo es duro, o porque creas que lo más importante es el dinero, en que te apartas de la vida social del lugar donde vives. Pero no es porque sea malo ser cuentapropista o ese tipo de vínculo laboral lo propicie.
«El problema es que dejan de exigirte y tienden a justificarte, que si fulano trabaja con un particular a quien no le importa el comité de base, que si andas por aquí o por allá. Por lo menos mi experiencia es diferente. Con quien trabajo, lejos de impedírmelo, me ayuda a que cumpla mis obligaciones. Encima de eso estoy en un comité de base organizado, que lo facilita todo», considera el más «viejo» de un comité de base que si bien es «particular», no actúa por cuenta propia.
Y cuando así sucede es para ir a la siembra de viandas en una cooperativa y dar su apoyo a la construcción de una obra en la localidad. O para ayudar a abrir los espacios de debate político de la juventud y demandar de las entidades estatales de su entorno más posibilidades para la superación de los jóvenes cuentapropistas en temas de administración económica y jurídica.
Porque son «particulares», pero ni piensan ni actúan por cuenta propia.