La hoja del tabaco cubano es considerada por muchos la mejor del mundo. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
Es largo el camino que conduce a la finca Quemado de Rubí, en San Juan y Martínez. Allí tiene su mina el campesino Héctor Luis Prieto Díaz, quien ostenta la condición de Hombre Habano desde 2007. No es de oro, pero ese pedazo de tierra donde siembra su tabaco, es más que oro para él; es parte de su vida.
Aunque ha probado diferentes oficios y deportes como el paracaidismo, Héctor confiesa sentirse satisfecho solo cuando siembra tabaco. Cada año cultiva un promedio de 60 000 posturas de tabaco tapado y 80 000 de sol, logros que lo destacan como uno de los principales productores de Vueltabajo. No en vano el tabaco más grande del planeta y que constituye Récord Guinness fue torcido con hojas donadas por él.
—Miles de oficios y miles de profesiones. ¿Por qué escoger el cultivo de esta planta?
—Porque nací prácticamente en una familia con una cultura campesina. Todo lo que vi al lado de ellos fue el cultivo de tabaco, y yo creo que ese amor a sembrar es algo genético; algo que se hereda.
—¿Cuál es el secreto para cosechar un buen tabaco?
—Mi secreto para cosechar un buen tabaco, además de los que sabemos los campesinos de observar las fases de la Luna y otras técnicas, es tener una tradición tabacalera; eso influye mucho. Contar con la experiencia y legado de mi padre, mis abuelos y de todos los ancestros que me han aportado estrategias para el cultivo ha sido fundamental. Pero lo indispensable es dedicarle tiempo; tienes que verlo como parte de ti, de tu familia, y entregarle mucho amor. Por eso, después de mi familia, está el tabaco.
—¿Piensa o alguna vez ha pensado dejar de cultivar?
—No. Dejar de cultivar sería dejar de vivir yo y matar el legado que heredé de mis antecesores. Para mí el tabaco y el aire hacen una combinación, a los dos los necesito para seguir adelante.
—Ya que habla de la transmisión hereditaria, ¿cómo piensa garantizar el relevo?
—Chico, a mis 42 años estoy sembrando y pienso estar sembrando por otros 42 años más. Además tengo un hijo que tiene 23 años y es técnico de nivel medio en Agronomía; él esta conmigo en la vega trabajando, y en el muchacho es en quien veo el relevo.
—¿Considera que aún está en San Juan y Martínez el mejor tabaco del mundo? ¿Sigue siendo la meca?
—Sí, no tengo dudas. Lo veo así; el tabaco tiene un centro en el mundo y es San Juan y Martínez. No por gusto a este municipio lo llaman la meca del tabaco, como tú dices.
—¿A qué edad comenzó a cultivar?
—Desde pequeño acompañaba a mi papá a la vega, pero con la responsabilidad sobre mis hombros a los 22 años.
—¿Tiene algún ídolo tabacalero?
—Mi padre Francisco Prieto y mi tío Manengue Prieto; para mí ellos son enciclopedias vivas del tabaco. Ellos sembraban hasta en tiempo muerto y dirigieron escogidas. Son mis ídolos por lo que saben y por lo que me transmitieron del tabaco verde y el seco.
—De no haber existido el tabaco, ¿a qué se hubiese dedicado Héctor Luis?
—Te voy a confesar algo: fui paracaidista y me gradué de tornero en el politécnico Primero de Mayo, pero de verdad eso no es lo mío, no me gusta. Si el tabaco no hubiese existido yo me hubiese dedicado al cultivo de la tierra, a la agricultura, a sembrar hortalizas o viandas, porque lo que más me gusta hacer es sembrar. Siento un gran amor por la tierra, y no hay un lugar donde me sienta mejor que en mi pedazo de tierra.
—¿Cuáles son algunas de las personalidades que han mostrado predilección por sus puros? ¿Es verdadero el rumor de que el cantautor Ricardo Arjona estuvo acá?
—Aquí ha venido mucha gente. Visitaron la finca el combatiente del Moncada Agustín Díaz Cartaya, compositor de la Marcha del 26; humoristas como «Antolín el Pichón», músicos como Cándido Fabré y Arnaldo el del Talismán y el actor norteamericano Steven Seagal. Recientemente estuvo René González, uno de nuestros cinco héroes; cuando vino a acá a San Juan, visitó la finca y se interesó por el proyecto comunitario que tenemos. Con respecto a lo de Arjona, donde estuvo fue en casa de Alejandro Robaina, en San Luis».
—La tradición cuenta que en estas tierras que usted cultiva, en las márgenes del río San Sebastián, fue donde primero se sembró tabaco en el municipio sanjuanero.
—Sí, según las investigaciones y estudios que se han hecho se plantea que acá, a orillas de este río, se sembró por primera vez tabaco en este municipio en 1690, por inmigrantes de las Islas Canarias.
—Los especialistas coinciden en que el tabaco daña la salud y es fatal para el organismo humano, pues genera enfermedades como el cáncer. ¿Cuál es su posición al respecto?
—Yo no exhorto a nadie a que fume, porque cada cual hace lo que estime, pero no considero que el tabaco sea tan dañino. El tabaco es una hoja natural y se le quita el palillo central que es el que contiene la mayor cantidad de nicotina. Casi el 90 por ciento de fumadores de tabaco no absorben el humo y, además, nosotros hemos tratado de eliminar la mayor cantidad de productos químicos posibles en aras de hacerlo menos maligno. Siendo práctico, no es por defender mi producto, te digo que más daño que el tabaco hacen las bebidas alcohólicas, que destruyen familias, y las drogas, que destruyen personas.
«El tabaco te relaja, te ayuda a pensar, a reflexionar, a estar en contacto con la naturaleza».
—Además de producto comercial, ¿de qué otra forma ve al tabaco?
—El tabaco es parte de nuestra cultura. Ha estado presente a lo largo de nuestra historia, de nuestro país, desde que los aborígenes lo fumaban hasta nuestros próceres independentistas, y en la actualidad es parte de nuestros gustos como lo es el café. Creo que el tabaco es un símbolo que identifica a los cubanos.
—Usted es un hombre que no solo ha sembrado tabaco en la zona; también se ha dedicado a sembrar alegría en esta comunidad de Obeso, con un proyecto social: Los Encantos de mi conuco.
—Esta es una iniciativa que decidimos traer acá la Dirección Municipal de Cultura y yo, para enseñar a los niños lo relacionado con el cultivo del tabaco, y para que desarrollen el amor al trabajo, y al trabajo en la tierra en un pueblo eminentemente agrícola, poniendo en práctica el proceso de desarrollo endógeno.
«También tenemos un bosque martiano y realizamos talleres, actividades culturales y concursos; eso estimula al sector más joven de la comunidad y da mucha alegría al barrio. Es una iniciativa entretenida y a la vez útil.
—¿Su temor más grande…?
—Yo no soy hombre de tener muchos miedos, pero hay algo que siempre me ha caracterizado y es ser muy operativo, muy de acción. Lo que más así me aterra es pedir la palabra para dar discursos, eso de las reuniones y debates no es mi fuerte. Soy de los que piensa que una gota de acción vale más que una cascada de palabras.
—Después de haber sido elegido por sus resultados el Hombre Habano en la categoría de productor, lo que le convierte en el más joven del mundo, ¿cuál es el sueño no realizado?
—Pienso que la vida me ha dado mucho. Llegué a ser Hombre Habano con solo 36 años de edad, una meta que muchos alcanzan cuando son ancianos; y bueno, también me han elegido para el Comité Provincial del Partido, y fui elegido diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Pero el sueño más grande que conserva mi corazón es lograr algún día tener una marca de tabaco, una marca de tabaco que represente los puros que salen de aquí, de la tierra que yo cultivo en mi finca, Quemado de Rubí.