Uno de los robos más increíbles de la historia ocurrió a solo cuatro años del golpe de Estado de Fulgencio Batista. Era el 10 de octubre de 1948, a la 1:25 de la tarde, en el edificio del Ministerio de Hacienda, en las calles Cuba y Obispo. Resultó aun más espectacular porque ese edificio se construyó en 1904 para el Banco de Cuba «a prueba de asaltos».
El día del robo sus cuatro bóvedas estaban a punto de estallar de tanto dinero. Una de ellas no se podía cerrar y el dinero se desbordaba en el pasillo. Fue necesario ponerle guardia permanente.
Cuatro camiones del Ministerio de Educación entraron en el patio del edificio y varios hombres con maletas en sus manos entraron sin la menor dificultad al inmueble. El guardia de entrada, Juan Gómez, al ver a José Manuel Alemán, titular de Educación en persona, le preguntó en broma si venía a robarse el Tesoro de la República. «¡Quién sabe!», contestó.
Los ladrones entraron en las bóvedas. Llenaron las maletas. Se llevaron hasta los billetes de a peso: francos franceses, escudos portugueses, liras italianas y libras inglesas y 2 700 000 rublos, que no se sabe cómo fueron a parar a dicho Ministerio. Cargaron también con unos cuantos millones de dólares.
Los atracadores salieron sin tropiezo alguno por donde habían entrado. Subieron sin apuro a los camiones y emprendieron un lento viaje hacia el aeropuerto de Rancho Boyeros, donde un DC-3 alquilado para el traslado del botín esperaba al Ministro y a tres de sus compinches. ¡Solo montaron al avión los dólares! Después otros de los participantes en el atraco cambiaron «legalmente» el resto del dinero en distintos bancos cubanos. La aeronave con los cuatro ladrones aterrizó en Miami.
Los aduaneros preguntaron a Alemán qué llevaba en su equipaje… Dinero americano, contestó… Está bien, pero ¿cuánto?... No estoy seguro, creo que 19 millones de dólares… Esa era en verdad la cifra. No querían creerlo hasta que lo comprobaron con sus propios ojos… Tiene que declarar esa cantidad de dinero… No estoy obligado… ¡Incurre en un delito!... Llamen a Washington…
En realidad ninguna ley prohibía entrar dólares a Estados Unidos, aunque se ignorara su origen, vinieran en equipajes de mano y fueran 19 millones.
Alemán conocía los pormenores de la ley. Un periodista le preguntó cómo había podido sacar tanto dinero de un banco sin pertenecerle, y el personaje, imperturbable, contestó: «¡Muy fácil, en maletas!».
La prensa anunció que el robo había sido superior a 174 millones de dólares, aunque Pelayo Cuervo Navarro, abogado y senador de la República, dijo que superaba los 300 millones.
Este abogado intentó someterlo a juicio en la Causa 82, con más de 5 000 documentos de fraudes, latrocinios, robos, estafas y botellas, fruto de la mente de este rey de los ladrones. Sin embargo, el 22 de julio de 1950, cinco hombres armados se llevaron el bulto de papeles. Lo custodiaban dos policías, uno de ellos totalmente dormido y el despierto en perfecta combinación con los bandidos. El juez, Justiniani, declaró entonces que no procedía un juicio sin pruebas.
Bibliografía: Archivo del autor, JR, domingo 2 de junio de 1996.