El busto de José Martí, realizado por la escultora cubana Jilma Madera, en la cima del Pico Turquino. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
Una entrevista poco conocida al ya fallecido maestro de obras manzanillero Armando Torres Ortiz, el joven treintañero que, a mediados de mayo de 1953, encabezó el traslado y colocación del busto de José Martí en lo más alto del Pico Turquino, aparecerá en un texto que presentarán en la próxima Feria del Libro de La Habana.
De cara al sol y en la cima del Turquino, es el título escrito por Carlos Manuel Marchante Castellanos, profesor de la Universidad de La Habana y especialista de la Fragua Martiana. Lo edita ahora la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.
Armando fue excepcional testigo del develamiento del monumento por el doctor Manuel Sánchez Silveira, entonces representante en Oriente del Instituto Cubano de Arqueología. Manuel fue también el jefe técnico del proyecto que encabezó como director general el Doctor Gonzalo de Quesada y Miranda, hijo del secretario personal del Apóstol, y entonces director de la Fragua Martiana.
Junto a Sánchez Silveira —el médico de Media Luna—, estaban presentes su hija, Celia Sánchez Manduley, y la escultora del busto, la pinareña Jilma Madera Valiente. Celia filmó aquel acontecimiento, y la película más tarde se exhibió en la televisión y en la Fragua Martiana.
Torres Ortiz tuvo como ayudante a José Florentino Torres Suárez, y la cooperación de un grupo de peones de Ocujal del Turquino.
La referida entrevista a Armando Torres Ortiz, realizada 33 años después de la inauguración del monumento, por el intelectual manzanillero Wilfredo Naranjo Gauthier, padre de Pachi Naranjo —director de la orquesta Original de Manzanillo—, se publicó en el Boletín Viernes, Año VI, No. 16, en enero de 1986, órgano del Taller Literario Manuel Navarro Luna, de Manzanillo.
La reveladora entrevista la envió la máster en Ciencias Nexsy Llana Piñeiro —del Archivo Histórico manzanillero— a Carlos Manuel Marchante. En ese diálogo, el destacado maestro de obras contó cómo cumplió el proyecto ideado por la maestra pinareña Emérita Segredo Carreño de poner a Martí en lo más alto de Cuba, quien junto a su hermana Sila, Arnoldo Cobo Bonzón, Orlando Pita Aragón y Jesús Fernández García, presenció igualmente la inauguración de la hermosa obra.
Es también noticia el hecho de que vive aún José Florentino Torres Suárez —«Tito el Conejo»— primo de Armando Torres Ortiz y también su ayudante en aquel singular acontecimiento, hoy con 84 años lúcidos, residente en Varadero, Matanzas. Lo informó a Marchante el abogado e investigador manzanillero Alfredo Wilmer Hernández Vázquez, residente hoy en la capital cubana.
El proyecto
Manuel Enrique (Quiqui) Sánchez Manduley, hermano de Celia, consiguió al maestro de obras y lo puso en contacto con su padre en Pilón. El doctor Sánchez Silveira le explicó qué pasos debía dar y le dio dos cartas para sendos amigos.
De Pilón partió Armando Torres con su primo José Florentino en la goleta La Caridad hasta Ocujal del Turquino, donde los destinatarios de las dos misivas contribuyeron a darle albergue hasta conseguir los víveres, materiales y los hombres —24 en total— que cargarían los ocho sacos de arena y ocho bolsas de cemento, al final divididas en 16.
El guía fue Luis Sánchez y el jornal fue de tres pesos diarios, más la comida. La subida fue muy dura. Ya en la cima invirtieron dos días en buscar el sitio exacto, explorar a pico el punto mejor de la tierra, hasta descubrir un lugar con tres piedras que se encontraban colocadas de manera «ideal para hacer la zapata o base y levantar allí el pedestal», labor que pudieron ejecutar tapando la obra con un toldo, pues el «celaje venía con lluvia» y tumbaba las piedras lisas utilizadas.
Terminado esto, Armando mandó a bajar a los peones que ya no hacían falta y solo con él se quedaron seis, entre ellos su ayudante. Esperaron el arribo del busto, pero como no llegaba, Armando bajó a Ocujal, abordó la misma goleta La Caridad y en la navegación se cruzó con la goleta Glenda, que llevaba el busto, cuestión que supo después por el doctor Sánchez Silveira.
En La Caridad regresó a Ocujal y para conducir el busto lo hizo en dos sacos de azúcar vacíos, de los de 325 libras. Cortaron varias varas y cargaron la escultura, todo con un peso de 163 libras. Luego de la Cueva del Aura cambiaron los cargadores. La dura travesía loma arriba fue bajo aguaceros. Llegaron al Pico Cuba, pernoctaron en lo que llamaron Campamento José Martí, subieron esa loma y llegaron a Las Angustias.
Armando en la entrevista dijo que pensaba mucho en «cómo iban a pasarla con Martí a cuestas, pero al fin pudieron».
El busto sobre el pedestal construido quedó según el plano del joven arquitecto Antonio Luis Sánchez y de cara al nacimiento del Sol, hacia el Este.
Más tarde llegaron Celia y su papá, y también Emérita Segredo y demás acompañantes. Según contara Armando a su entrevistador, se izó la bandera y se pronunciaron discursos. En su diálogo, afirmó: «Me enorgullezco de haber contribuido a colocar a Martí en el lugar más alto de la Patria».