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¿Juegos de guerra?

Los jóvenes que ingresan al Servicio Militar Activo asumen el compromiso con el evidente recelo que entraña todo lo nuevo, pero con la convicción de estar dando un paso importante para su país y ellos mismos

 

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Al principio no pensé aunar tantos recuerdos, algunos casi sepultados en mi memoria, y hacer confluir anécdotas, sueños y aspiraciones, con esa imagen de muchacho asombrado ante la nueva etapa que me asaltaba casi sin avisar ni pedir permiso. El polígono de formación se me vino encima una vez  más, y sonreí por la motivación de aquellos jovencitos que aún ni saben afeitarse, serios, disciplinados, pero con esa mueca revoltosa en los ojos que no desaparece aunque apriete la bota o dé picazón el nuevo vestuario.

Los uniformes parecían una indumentaria carnavalesca (al menos en esos cuerpecitos a medio hacer), untados en la anatomía como mantequilla en una tostada, con ese aire despreocupado —a pesar del esfuerzo— que diferencia a los reclutas de los oficiales.

Ya estaban preparados para nuestra visita, claro, la marcialidad no se puede romper así de improvisto ante un asalto de la prensa. A las Fuerzas Armadas Revolucionaria (FAR) no se les escapa nada y era lógico que planificaran cada paso para no romper la preparación de los nuevos reclutas.

Aun así, quienes marchaban castigando el suelo con el paso doble corto, asomaban el rabillo del ojo hacia las cámaras y grabadoras. A fin de cuentas, son solo adolescentes con 18 años en las costillas y un mundo por delante.

Entonces encontré un grupito, ávido, inteligente, presto a responder cada pregunta y aportar incluso si se me trababa el «fusil».

Esos jóvenes pasaban la Preparación Básica para el Nuevo Soldado, también conocida como Previa, en el Regimiento de Estudios de una gran unidad de las FAR, por un período de cuatro semanas. Allí se forman los expertos de las dotaciones combativas, quienes al hacer el juramento militar se incorporan al curso de especialistas fundamentales.

En esta gran unidad también coexiste un Centro de Preparación, encargado de formar al resto de los integrantes de las baterías. Básicamente funciona igual que el regimiento, pero pasan siete días más en la fase de preparación.

En esta cohabitan muchachos de Granma, Camagüey, Las Tunas, Mayabeque, La Habana, Pinar del Río y Artemisa. La mayoría provienen de la enseñanza preuniversitaria y muchos ya tienen carreras otorgadas, por lo que estarán en el Servicio Militar Activo durante 14 meses antes de incorporarse a sus estudios superiores.

Entre las principales materias que reciben los nuevos reclutas se destacan la Preparación Política, Táctica, Jurídica, Sanitaria y Física. También descuellan las clases de Infantería, Tiro y Ejército Enemigo.

En total son 168 horas lectivas, un ritmo difícil pero necesario. «Esta ha sido una nueva experiencia. Tenemos que enfrentarnos a situaciones que jamás pensamos encarar, todo es distinto y cada día es un reto diferente, un escalón que nos forma no solo como futuros defensores de nuestra Patria, sino como hombres y mujeres de bien.

«Lo que más me ha motivado es que hemos aprendido a valorar y cultivar la amistad entre nosotros, pensar en función del colectivo. Nuestro horario del día es muy organizado, bien planificado; eso nos ayuda, nos curte. Si bien cada materia es interesante, a todos nos han impresionado y emocionado mucho las prácticas de tiro. Disparar ha sido muy excitante.

«Claro, lo más difícil es la infantería. Por mucho tiempo estamos bajo el sol, marchando, y nos agotamos fácilmente ante la falta de práctica y rigor con que entramos a las FAR», explicó el soldado Hassan Ibrahim.

«Según el mayor Diosbany Romero Guilarte, «esta materia en la preparación básica del nuevo soldado se imparte con el objetivo de curtir al recluta en los diferentes tipos de procedimientos y maniobras cotidianos. Estos conocimientos les sirven para su desarrollo en la vida diaria en sus unidades. La meta fundamental es disciplinar y cohesionar a la tropa.

«De acuerdo a la planificación de clases los soldados deben recibir una hora diaria de infantería. Lo aprendido en los turnos de clases lo aplican en cada renglón de su desempeño diario en las unidades.

«Como tal no tienen un examen para evaluar el nivel de conocimientos adquiridos, pero los oficiales a cargo están obligados a controlar y analizar sistemáticamente a los reclutas», declaró.

Anysleidis Contrera ansiaba entrar a las FAR desde pequeña. Siempre fantaseó con la idea de vestir el uniforme verde olivo, portar un arma, defender a su país. Su sueño se cumplió al entrar al Servicio Militar Voluntario Femenino y hoy aspira estudiar en una de las instituciones docentes de nivel superior de las FAR, para graduarse como oficial.

«Quisiera ser un ejemplo y motivar a las muchachas a que sigan este camino. Es cierto que la vida militar es muy dura, incluso muchos piensan que no está hecha para las mujeres, pero cuando hay deseos y voluntad no existen impedimentos. He constatado que sí se puede, que no hay imposibles», afirmó.

Su compañera Flavia Valladares se muestra igual de motivada. «Entré para ayudar a la Revolución, aprender, pero fundamentalmente porque me gustaría optar por la Orden 18 y tener la posibilidad de cursar estudios universitarios», confesó la joven pinareña.

Su coterránea Daimilyn Leal García asegura que «siempre me motivó ser militar, pues me apasiona mucho el papel que desempeñan los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas. Pretendo seguir adelante y formarme como una oficial porque es lo que me gusta desde niña. Quiero pasar un curso de formación de oficiales y seguir ascendiendo», aseveró.

Antes de entrar a las FAR Eduardo Méndez estudiaba en un preuniversitario y ahora enfrenta esta nueva etapa dispuesto y convencido de su utilidad.

«A veces nos cuesta levantarnos tan temprano, sobre todo por el desgaste diario. A las 5:30 a.m. nos despiertan para recibir la preparación física, salimos en formación de pelotones al polígono para realizar la gimnasia matutina, en la que hay varios ejercicios: carrera, planchas, barras, paralelas, abdominales y cuclillas, entre otros. Es duro, pero nos preparan y fortalecen para enfrentar una posible agresión», expresó.

Brian Yon Wong pondera además la importancia de la preparación política en los soldados.

«Nuestra formación en ese sentido es similar a la que nos impartían en el preuniversitario. Debatimos sobre temas nacionales e internacionales, vemos la Mesa Redonda y el Noticiero para estar al tanto del acontecer diario y elevar nuestro nivel cultural y político.

«También son de vital significación las clases que nos imparten sobre las fuerzas enemigas, pues así nos preparamos para enfrentar las armas y tácticas del ejército invasor, sus potencialidades y afectaciones», concluyó.

En el imaginario popular de algunas personas existe la creencia de que el Servicio Militar no es necesario. Sin embargo, el testimonio de sus protagonistas, esos mismos jóvenes que antes no valoraban su importancia y esquivaban quizá el llamado del deber, da fe y acuña la concepción revolucionaria de preparar a cada hombre para defender a su país.

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