Pablo junto a su esposa Celia Autor: Luis Hernández Serrano Publicado: 21/09/2017 | 05:21 pm
El enfermero jubilado Pablo González Díaz salvó a su vecino Rigo Fidel Lamas, de unos 50 años, de Calabazar, en Boyeros, La Habana —quien cayó de forma estrepitosa desde lo alto de un árbol—, tras encontrarlo aparentemente muerto.
Renuente a dar su testimonio, el enfermero solo comentó que no tenía ninguna importancia lo que había hecho.
«Él vio pasar a Rigo para su casa. De pronto sintió un golpe fuerte, un gran estruendo, oyó gritos de los vecinos, saltó la cerca colindante con su patio y al llegar estaba desplomado en el suelo», explicó Joel, el hijo de Pablo, experto ceramista.
«Pablo fue mucho tiempo enfermero instrumentista del salón de Neurocirugía del Hospital Militar Carlos J. Finlay, en Marianao, La Habana. Rigo no tenía pulso, estaba inerte, frío y pálido. Mi esposo le aplicó un masaje cardíaco externo. Tuvo que insistir como cinco o seis minutos, hasta que hizo un estertor y ya había recuperado el latido arterial perdido», contó Celia, su esposa, también jubilada, quien durante años laboró con él.
Rigo Fidel subió al árbol tratando de alcanzar una chirimoya madura, y al parecer sufrió un mareo, porque cayó al suelo de lado, desmadejado.
Pablo González logró sacarlo del aparente paro cardíaco. Se movilizaron los restantes vecinos, y un chofer desconocido que pasó en su auto —ah, la proverbial solidaridad del cubano— lo condujo hacia el policlínico de la localidad.
Rigo fue remitido para el hospital Carlos J. Finlay. Estuvo en observación y bajo tratamiento varios días, pues la caída le provocó algún sangramiento renal, pero ya está restablecido en su barrio.
«Ponga usted ahí que la solidaridad del cubano salvó a “Aleco”, como le decimos cariñosamente a Rigo». Aunque lo buscamos, no hallamos al accidentado. Cuando apareció, horas más tarde, nos comunicaron que no deseaba ser fotografiado.
Pablo, nacido en Cienfuegos en 1942 —aunque reside en Calabazar de La Habana hace décadas tiene dos hijos varones, varios nietos y trabajó como enfermero desde 1963 hasta 1998, en que se jubiló.
Secretario de un núcleo zonal del Partido, Pablo hace 20 años atendió a un niño de meses que sufrió un espasmo de sollozo, en su misma cuadra de residencia, también en Calabazar. Se estaba ahogando y lo salvó mediante respiración boca a boca, mientras la madre de la criatura daba gritos a su lado pidiéndole que lo salvara.