La siembra de una árbol en cada aniversario es una tradición. Autor: Tomada de la TV Publicado: 21/09/2017 | 05:18 pm
LAS TERRAZAS, Artemisa.— Pocas veces se juntan en un mismo sitio valores tan preciados: humanismo, cultura, historia, idiosincrasia, y sobre todo autenticidad. En la comunidad Las Terrazas, semilla, tronco, ramas y frutos son una única cosa desde que sus pobladores decidieron, cada 28 de febrero, plantar un nuevo árbol en este paradisíaco lugar, como para recordar siempre de dónde vienen y hacia dónde van.
Mas el aniversario 44 de la fundación del poblado llegó con una nueva semilla: la de ser reconocidos como Comunidad de Referencia Nacional, por «lograr el funcionamiento de la junta de vecinos, buena convivencia, disciplina y que no existan ilegalidades», como explicó Humberto Bobadilla Díaz, director nacional de Administración de la Vivienda.
Durante el acto de entrega de la condición, Osmani Cienfuegos Gorriarán, máximo responsable del proyecto que dio vida a esta comunidad, expresó que nunca se pensó alcanzar un reconocimiento de este tipo, y que «lo que se construyó fue el precedente para recibirlo».
Primeros arbustos
Apenas habían transcurrido nueve años del triunfo de la Revolución. Era la época de los proyectos de desarrollo integral cuando surgió, en 1968, el Plan Sierra del Rosario, con la misión de transformar el paisaje y la existencia de los habitantes de la zona.
«Transformar la vida de un centenar de familias residentes en condiciones de extrema pobreza en el lomerío de El Cuzco, la Cañada del Infierno y Nortey, fue quizá uno de los actos de justicia y democracia más reconocidos de la época. Para la edificación de la comunidad se tuvo en cuenta desde el sentir de los futuros moradores hasta la estética de la ubicación de los inmuebles en armonía con la naturaleza», asegura Alejandrina Naité Cabezas, directora de Servicios Turísticos Comunitarios del Complejo Las Terrazas y una de las primeras habitantes.
En 1969 culminó la primera fase con 51 viviendas adecuadas al tamaño de los núcleos familiares. Tres años después existía una infraestructura que respondía a las necesidades de educación, cultura, comercio, salud, energía y otros servicios de los 258 pobladores iniciales.
Boscosidad en aumento
Durante los 44 años transcurridos desde el Plan Sierra del Rosario hasta el Complejo Las Terrazas, el poblado ha cambiado su entorno en correspondencia con las necesidades de cada momento. Nuevas ramas le han crecido a los árboles. Limbania García Gener llegó desde Pinar del Río, con solo 18 años, a Las Terrazas para impartir docencia en el entonces Internado Cinco de Mayo. Y «cuando llegué me impresioné porque por las noches se sentía mucho el ruido de los animales del monte y los fríos eran intensos».
Unos 32 años después, Limbania confiesa entre risas y emoción que estas terrazas la atraparon para siempre. «Aquí tengo mis dos amores: mi hijo de 29 años y mi niña de 24, los dos trabajan en el Complejo».
La extraordinaria confraternidad con la naturaleza, principal fuente de espiritualidad de sus habitantes, ha permitido que la zona sea hoy un atractivo destino turístico sin perder sus valores como Reserva de la Biosfera. A ello se une el importante movimiento cultural de la zona, cuna del guajiro natural Polo Montañez.
Según la última edición del boletín El terracero, casi mil habitantes viven hoy en este sitio. Más de la mitad de la población económicamente activa labora en el sector turístico y la infraestructura comunitaria garantiza la calidad de vida de los habitantes, lo que se evidencia en indicadores como el cero de mortalidad infantil que han mantenido por más de una década.
La tendencia apunta hacia el rejuvenecimiento poblacional. Y garantizar la continuidad de este excepcional proyecto entre las nuevas generaciones resulta una tarea impostergable en la actualidad. «Tenemos la responsabilidad de asumir retos de sostenibilidad en una población cuyas ideas y comportamientos se han ido transformando con la vida de la sociedad cubana, y especialmente las posibilidades del proyecto», declaró Alejandrina Naité Cabezas.
Lograr que cada árbol sembrado en esta pródiga tierra crezca fuerte y derecho, requerirá que se mantengan métodos y acciones oportunas, porque mucho vale el preservar la autenticidad del bosque.