Cada joven debe acudir a las áreas de atención definidas por los comités militares provinciales y municipales, con los documentos acreditativos correspondientes, acompañado únicamente de sus padres. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
Aunque hace su mayor esfuerzo para lucir sereno, todo es inútil. Por cada poro del joven Iván García García se transpira una mezcla de emoción e incertidumbre, características en todo aquel que se enfrenta a lo desconocido.
Se muerde las uñas, adopta varias posturas en el asiento, y afina los oídos y la vista hacia las mesas de anotaciones del Instituto Politécnico Estrella Roja, del municipio de La Lisa.
No es para menos. Y es que Iván, al igual que otros jóvenes nacidos en 1996, espera con ansiedad su turno para inscribirse en el Registro Militar, y con ello dar el primer paso hacia su posterior incorporación al Servicio Militar Activo (SMA).
«La mayoría de los jóvenes nos asustamos un poco cuando nos llega el momento de enfrentarnos al Servicio y a todas las normas y reglas propias de la vida militar. Pero —aunque sabemos que es una etapa difícil—, también estamos conscientes de que es necesario y muy importante aprender a defenderse en caso de guerra, sobre todo en un momento histórico como el actual, donde el mundo está tan convulso», confiesa.
«Estoy muy emocionado porque en el Servicio espero encontrar un futuro como bombero. Me gusta pensar que con mi trabajo podré salvar vidas», agrega, con tanto dominio de sí, que engrandece la imagen del joven delgado y endeble de 15 años que en realidad es.
Pedro Alexander González Larrinaga también dice sentirse excitado por esa nueva etapa que le tocará vivir. «Pensar en el Servicio me da un poco de miedo, pero pa’lante. Creo que cuando salga voy a haber cambiado mucho, voy a haber crecido como persona, madurado como hombre».
Su madre, Lázara Larrinaga, quien lo acompaña a la inscripción, muestra con evidencia su enternecimiento y orgullo. «Pedro hizo las pruebas de los Camilitos y desafortunadamente no aprobó. Fue una frustración muy grande para él, porque se crió entre abuelos y tíos militares. Por eso el Servicio lo tiene muy contento, porque le puede abrir las puertas a una carrera de este tipo, que es lo que siempre ha soñado.
«Yo, como madre, creo que es una etapa trascendental, que lo prepara para la vida, lo hace más independiente, seguro de sí. Me satisface mucho saber que el país confía en él para su defensa».
Algunas pistas útiles
La inscripción en el Registro Militar no es un proceso arbitrario. Constituye el primer paso de cada joven varón para su posterior incorporación al SMA y muestra su voluntad de prepararse militarmente para la defensa de la Patria.
Se realiza durante el año en que estos arriban a los 16 años de edad, en el plazo que establecen las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y su incorporación al Servicio generalmente tiene lugar cuando alcanzan los 18, es decir, cuando concluyen la Enseñanza Media Superior.
Es por ello que este año las Fuerzas Armadas convocan a todos los jóvenes nacidos en el año 1996, a quienes les corresponde formalizar la inscripción, entre los meses de enero y marzo.
Así lo explica el teniente coronel Jorge Luis Clavijo Rodríguez, jefe del Comité Militar del municipio de La Lisa, quien aclara que
—en el período que media entre su inscripción y el llamado al Servicio Militar— los jóvenes deben realizar determinados trámites y exámenes médicos. En caso de ser necesario —subraya— deben realizar otras acciones que los capaciten para las funciones que cumplirán durante los meses de Servicio.
Cada joven debe acudir a las áreas de atención establecidas por los comités militares provinciales y municipales, con los documentos acreditativos correspondientes, acompañado únicamente de sus padres. Esto no excluye que —en aras de facilitar el proceso— se habiliten otros espacios, como centros de estudio, en coordinación con las organizaciones juveniles y el Ministerio de Educación.
Una vez que formalice la inscripción en el Registro Militar, el joven recibirá como constancia un comprobante, que constituye un documento de consulta para demostrar su situación en la defensa, en caso necesario.
Al acudir a realizar la matrícula o rematrícula para la continuidad de estudios, o al incorporarse al trabajo, debe presentar dicho comprobante, para su posterior inclusión en el Registro Militar del centro.
Quienes por diferentes motivos no hayan acudido a formalizar su inscripción en el plazo fijado, pueden hacerlo en cualquier momento en sus áreas de atención. Este será el caso, sobre todo, de los que se encontraban hospitalizados, de visita temporal en el extranjero o en establecimientos penitenciarios.
Las mujeres se excluyen de la convocatoria, ya que los varones son los que tienen la obligatoriedad, según la Ley 75 de la Defensa Nacional. Estas pueden incorporarse al cumplimiento del Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF), siempre que reúnan los requisitos, sin necesidad de haber realizado previamente la inscripción.
Breve mirada histórica
El Servicio Militar no es algo establecido en las últimas décadas, como pudieran pensar algunos. Las primeras experiencias se manifestaron en el Ejército Libertador, al que los mambises llegaban a través de un proceso de reclutamiento absolutamente voluntario, y cuyos requisitos de selección eran la vocación patriótica y la disposición combativa.
Poco tiempo después, el 24 de octubre de 1868, se estableció por vez primera el Decreto del Servicio Militar Obligatorio, y en 1885 se promulgó la Ley de Reclutamiento Militar. Ambas legislaciones permitieron organizar la participación en la defensa de una parte de la población.
No es hasta la pseudorrepública que se estructuran las fuerzas armadas de aquella época, aunque con patrones norteamericanos, efectivos poco numerosos, y un sistema de ingreso selectivo. Solo se ponen en vigor leyes del servicio militar en los años 1918, cuando ya se desarrollaba la Primera Guerra Mundial y en 1942, cuando estaba ocurriendo la Segunda.
Años más tarde, con el triunfo de la Revolución, se transforma la concepción de la defensa del país, y esta deja de ser una tarea exclusiva de una institución armada, para convertirse en misión de todo el pueblo.
De ahí que el 26 de noviembre de 1963 se promulgase la Ley No. 1129, que estableció el Servicio Militar Obligatorio (SMO). Esta permitió organizar y encauzar la voluntad de las nuevas generaciones de servir patriótica y militarmente a la defensa, así como garantizar un completamiento estable de las unidades de las Fuerzas Armadas.
Con vistas a materializar este propósito, se crearon, además, los comités militares, las comisiones de reclutamiento, y las oficinas de inscripción en el SMO. En el mes de abril de 1964 se realizó el primer llamado.
Actualmente rigen todo el proceso la Ley No. 75 de la Defensa Nacional y el Decreto Ley No. 224 del Servicio Militar, que regula la organización del Servicio Militar Activo y de Reserva que deben prestar los ciudadanos. Este también establece los derechos y deberes de los órganos y organismos estatales, las entidades económicas y sociales, así como de los ciudadanos respecto al Servicio.