La FEEM es heredera de la alegría y la consecuencia de nuestros estudiantes. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:15 pm
La juventud es la edad del crecimiento y del desarrollo, de la actividad y de la viveza, de la imaginación y el ímpetu, dijo José Martí. A pesar de los años que nos separan de este pensamiento, su esencia no se ha desligado de la historia de Cuba y su juventud.
Este 6 de diciembre se unen las celebraciones del nacimiento de dos organizaciones: las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM). Desde su creación ambas han estado de la mano de la Revolución en todas las transformaciones y procesos, en pos del desarrollo económico y social del país.
Las BTJ surgieron en 1964, guiadas por Fidel para crear una brigada de jóvenes que se mantuvieran vinculados sistemáticamente a la superación científico-técnica, con vistas a contribuir a la construcción de la base material del socialismo.
Fue así que se convirtieron en el movimiento científico-técnico de la Unión de Jóvenes Comunistas, y hoy acoge a unos 200 000 jóvenes de toda la nación, con el propósito de crear desde el puesto donde son más útiles.
Siguiendo el pensamiento de Raúl, las BTJ tienen el deber de acrecentar su influencia en las masas juveniles, movilizándolas en el cumplimiento de las grandes tareas de la Revolución, llevando su papel económico en la agricultura, la industria, las construcciones, la ganadería, y que su fuerza creadora les impregne el signo vital, combativo, entusiasta y decidido de la joven generación.
La FEEM, hoy con más de medio millón de estudiantes, nació en el año 1970, como parte del proceso de fortalecimiento de las organizaciones de masas, con el fin de revitalizar el movimiento estudiantil en la Enseñanza Media.
Precedida por la Unión de Estudiantes Secundarios y las Brigadas Estudiantiles José Antonio Echeverría, esta agrupación integraría las asociaciones estudiantiles constituidas en los planteles de Secundaria Básica y Enseñanza Media Superior, para luego incluir los preuniversitarios, tecnológicos, escuelas de arte, de deporte y escuelas de oficio.
En muy poco tiempo la organización —como dijera Fidel— cobró rápidamente «un sólido prestigio dentro del estudiantado por su revolucionaria proyección y el dinamismo desplegado en el impulso de las tareas de la educación, por la mejor formación de las generaciones nuevas».