El legado de Guiteras y de su colaborador venezolano Aponte siguen siendo un referente para los universitarios cubanos. Autor: Archivo de JR Publicado: 07/05/2025 | 10:39 pm
MATANZAS.— En la mañana del domingo 8 de mayo de 1955, un numeroso grupo de estudiantes habaneros, encabezados por José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se trasladó en autos y ómnibus a El Morrillo, sitio de la geografía matancera donde en 1935 fueron asesinados los luchadores antimperialistas Antonio Guiteras y el venezolano Carlos Aponte.
Durante el acto hablaron Luis Blanca, presidente de la Escuela de Ingeniería, y Fructuoso Rodríguez, entre otros asistentes, según reseña el historiador cardenense Ernesto Álvarez Blanco en el Capítulo VII del libro Subiendo como un sol la escalinata, publicado por la Casa Editora Abril.
A solicitud de los presentes también intervino el Presidente de la FEU, quien aprovechó la ocasión para destacar la figura del valeroso revolucionario cubano y condenar enérgicamente a Fulgencio Batista, quien en 1935 dio la orden de matar a Guiteras y Aponte, y dos décadas después sumía a Cuba en una cruenta dictadura.
Ese mismo día, tras ser invitado a participar en el homenaje que por la efeméride se efectuaría en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, José Antonio llegó a ese plantel sobre las ocho y cuarto de la noche, en compañía de José Venegas, por ese entonces Secretario de Relaciones Exteriores de la FEU.
Cuando todo estaba listo para comenzar el acto, el cual debía realizarse en el campo de deportes del Instituto, se presentó allí el teniente coronel de la dictadura Alberto Triana Calvet, relató años después Julio García Olivera, sobreviviente de las acciones del 13 de marzo de 1957. El oficial venía acompañado del comandante Olegario Rodríguez, el capitán Leonardo Jiménez, el teniente Avelino Pérez, y los sargentos Padrón y Calderín, además de numerosos soldados.
Después se produjo una discusión entre «el Gordo» —como llamaban cariñosamente a Echeverría— y Triana Calvet, inspector territorial de la Cuarta División de la Policía Nacional, ya que este último, altanero y rodeado por guardaespaldas que portaban armas largas, exigió la inmediata retirada de los equipos de amplificación, pues «no permitiría que allí se pronunciaran discursos que entrañaran calumnias contra el Gobierno», de acuerdo con declaraciones de Enrique Rodríguez Loeches, publicadas en la revista Bohemia en 1970.
En todo momento, Echeverría defendió el derecho que tenían los organizadores del homenaje a Guiteras de utilizar los amplificadores, y respondió valientemente con un «¿quién coño eres tú?», asegura Héctor Flores Eiras, quien fue fundador del Directorio Revolucionario y dirigente de la Asociación de Estudiantes en Matanzas.
El hecho motivó que, con la llegada al plantel de Fructuoso Rodríguez, la discusión entre los policías, los estudiantes y sus dirigentes se fuera agravando, y se agregó como demanda la pronta retirada de las fuerzas policiales, cuenta Álvarez Blanco, quien precisa que Triana Calvet, exaltado, ordenó a sus hombres armados que retiraran los equipos de audio.
Según detalla el investigador cardenense, inmediatamente el Gordo increpó con fuertes palabras. Este hecho fue aprovechado por los sicarios para agredirlo a él y a sus compañeros. Como la policía tomó una posición ofensiva, José Antonio se defendió lanzándole un puñetazo al teniente coronel Triana Calvet, quien junto a sus guardaespaldas lo derribaron y luego le propinaron una soberana paliza con sus blackjack. José Venegas trató de intervenir en defensa del líder de la FEU, pero también fue derribado, al igual que Fructuoso. Los tres fueron apaleados hasta ser dejados inconscientes. También varios estudiantes fueron heridos durante la trifulca», detalla el investigador cardenense.
Los policías dispararon y usaron gases lacrimógenos para rechazar las protestas y manifestaciones en contra del Gobierno que a continuación iniciaron los presentes, muchos de los cuales trataron inútilmente de rescatar a Echeverría de las manos de los esbirros.
Finalmente, el Presidente de la FEU —quien en medio de los disparos se lio a golpes con el coronel González Clavel, jefe de la Policía en la provincia de Matanzas—, Fructuoso y Venegas —también se hallaban heridos—, así como Orlando Sánchez Abrahantes, dirigente estudiantil del Instituto y otros estudiantes matanceros, fueron encarcelados, por lo que el acto no pudo realizarse, añade el autor de numerosos libros publicados en Argentina, Cuba, Estados Unidos, España y México.
Las fuerzas represivas penetraron en el local de la Asociación de Alumnos del Instituto y destrozaron las ventanas, los escritorios y la máquina de escribir. Asimismo, la puerta del salón de profesores fue dañada seriamente. Las balas disparadas por los sicarios impactaron en las paredes interiores y exteriores del centro escolar. Concluida la agresión, las fuerzas policiales, equipadas con armas largas, ocuparon el plantel.
José Antonio, José Venegas Valdespino y Fructuoso Rodríguez fueron atendidos en la Casa de Socorro de Matanzas por el destacado médico matancero Julio Font Tió, quien se hallaba de guardia. En el caso de José Antonio, este presentaba una fractura del antebrazo izquierdo y contusiones y hematomas en la región frontal de la cabeza y en otras partes del cuerpo, por lo que fue clasificado como herido menos grave mientras que Venegas, lesionado de gravedad, sufrió un shock traumático severo y recibió varias heridas, sobre todo en la cabeza, como consecuencia de la golpeadura que le propinaron los soldados. Fructuoso Rodríguez también recibió atención médica por presentar lesiones leves en el cráneo, argumenta Álvarez Blanco sobre las consecuencias de aquel episodio.
En el sanatorio de la Colonia Española de Matanzas fue asistido e ingresado Sánchez Abrahantes, alumno del Instituto, el cual fue calificado de herido menos grave. Cinco agentes policíacos tuvieron que ser atendidos en la clínica militar por presentar lesiones leves. Entrevistado en su lecho de convaleciente por un reportero local, José Antonio, a quienes los médicos recomendaron evitar nuevos golpes en la cabeza —había sido herido ya en este lugar en tres ocasiones— por temer graves consecuencias para su vida, expuso:
«Yo vine a Matanzas invitado por los estudiantes del Instituto y la Escuela Normal, para participar en un acto que se celebraría en conmemoración del vigésimo aniversario de la muerte de Antonio Guiteras. Por la tarde fui a El Morrillo y a las ocho y cuarto de la noche llegué al Instituto. Allí había numeroso público y estudiantes, pero a las ocho y media se presentó el teniente coronel Triana al mando de las tropas. Él dijo que bajo ningún concepto permitiría el acto, y nosotros le respondimos que teníamos permiso y que no lo suspendíamos. En ninguna ciudad civilizada ocurre algo como esto. Nos apalearon a nosotros y al pueblo. Dispararon más de 300 tiros y lanzaron bombas lacrimógenas. Cuando caímos al suelo nos patearon».
En sus declaraciones a la prensa matancera, José Antonio dijo que en ningún momento se le disparó a la policía desde las ventanas del Instituto y afirmó que las armas que los esbirros decían haber ocupado durante el incidente eran la única manera que tenía el Jefe del Regimiento para justificar su actuación. «Hasta un tanque podrían encontrar», declaró irónicamente, y afirmó que esperaba la realización de un movimiento de protesta nacional, encabezado por los estudiantes universitarios. Por último, expresó categóricamente: «Solo cuando muera el último de nuestros miembros de la FEU, dejaremos de luchar por la libertad de Cuba», recogió en un escrito Juan Nuiry Sánchez.
Este suceso provocó varias protestas en La Habana, Matanzas y otras ciudades del país, amplía el autor de Subiendo como un sol la escalinata, una extensa biografía de José Antonio.
En horas de la tarde, las fuerzas policiales procedieron a desalojar a los alumnos del Instituto, al tiempo que detuvieron a los estudiantes Arnaldo Hernández Muñiz, Aldo Torres, Gerardo Fernández y José Smith Comas. Posteriormente fueron puestos a disposición del Tribunal de Urgencia, dentro de la causa No. 82, de 1955, acusados del delito de desorden público.
Gracias, entre otros factores, a que los estudiantes de los institutos de Segunda Enseñanza de varios lugares del país hicieron suya esta causa, al sumarse a las protestas de los universitarios, en la mañana del 10 de mayo todos los detenidos fueron puestos en libertad por orden del Tribunal de Urgencia.
José Antonio y Venegas fueron ingresados debido a su delicado estado de salud en la clínica estudiantil existente en el Hospital Universitario.
«El día 14, con el brazo izquierdo en cabestrillo, José Antonio anunció desde varios órganos de prensa la celebración, el 20 de mayo, de un gran acto en la escalinata revolucionaria. En la mañana del 16 de mayo, Echeverría, Fructuoso Rodríguez, René Anillo Capote, Juan Nuiry y otros miembros del ejecutivo de la FEU, dan la bienvenida en la Estación de Ferrocarriles de La Habana, en nombre de lo más revolucionario del estudiantado cubano, a Fidel Castro y a los Moncadistas», concluye Álvarez Blanco.