El injerto de patrones resistentes a las plagas es una de las acciones en el vivero. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 21/09/2017 | 05:14 pm
CEBALLOS, Ciego de Ávila.— Parecía un bosque infinito. En plena década de los 80, mirar los terrenos de la localidad de Ceballos era asistir a un verdor interminable. Desde los últimos pisos de los institutos preuniversitarios en el campo se percibía una sucesión de árboles, del mismo tamaño, el mismo follaje y las mismas tonalidades de color oro cuando llegaba la época de la cosecha.
En buena medida, dos generaciones de avileños nacidos en el municipio cabecera —la de nosotros y nuestros padres— pasaron su adolescencia entre esos campos de naranjas, limones y toronjas. Otros pasaron casi la mitad de sus vidas allí como docentes en los preuniversitarios de la zona.
Por eso, cuando se regó la noticia, la nostalgia fue inevitable. Los campos de cítricos de Ceballos desaparecían. Una plaga devoraba las plantaciones y la única decisión era demoler. Entre 2004 y 2005 los campos que parecían interminables comenzaron a derrumbarse.
Muchos se preguntaron si algún día retornarían. En medio de una difícil situación económica del país, no pocos imaginaron que los campos de cítricos de Ceballos quedarían en el más dulce de los recuerdos. Pero el vaticinio comienza a quedar atrás. Las nuevas plantaciones ya comenzaron a surgir.
El dragón amarillo
Como uno de los técnicos de Sanidad que ayudan al mayor Alba en la novela Joy, de Daniel Chavarría, Asael Calvo Moreno revisa las nuevas posturas. Oriundo de la zona de Ceballos, este joven es el jefe de Producción del vivero en la brigada de Producción y Posturas de la Empresa Citrícola de Ciego de Ávila. También es testigo de la plaga que devoró los campos de cítrico.
Con el dedo recorre el tallo de unas posturas. «Ahora se notan verdes y llenas de salud —dice—. Estas se encuentran libres de la plaga; pero las plantaciones de aquel tiempo se volvieron amarillas. La Huanglonbing (HLB) o Dragón Amarillo obstruye los vasos de la planta y no deja circular la savia. Es como si fueran las venas de un ser humano. El sabor del fruto era otra cosa. A los 30 minutos de recogido tenía otro gusto: a bicarbonato, aspirina, pero jugo de naranja no era. Fueron días muy tristes».
Había motivos. Los cítricos —como la piña, el azúcar y la caña—, forman parte de la identidad de la provincia. Desde comienzo del siglo XX aparecieron sus primeros campos en Ceballos, y desde entonces esos cultivos están en la memoria de los avileños.
El crecimiento con la Revolución fue notable y ya en 2001 las plantaciones cubrían una superficie de 4 000 hectáreas. En ese año también se obtuvo la mayor cosecha de la historia: 87 201 toneladas, de acuerdo con las estadísticas de la Empresa Citrícola de Ciego de Ávila. Sin embargo, después de esa fecha comenzó la crisis.
«Por ese tiempo los campos tenían 35 años de edad como promedio. Ya era necesaria la reposición y podía hacerse. Los niveles de producción se mostraban óptimos y podían subvencionar las nuevas áreas en desarrollo. La idea era demoler al mismo tiempo que se reponía, pero llegó la plaga y acabó con todo», recuerda Reinaldo Rodríguez López, director de la Unidad Empresarial de Base de Cítricos de la entidad avileña.
Unas 1 500 hectáreas de cítricos, con plantas que mostraban rendimientos óptimos para los tres años de sembradas, fueron demolidas sin remedio. Junto con estas se inició el desmontaje de los campos y la naranja comenzó a hacerse un ejemplar exótico en Ciego de Ávila junto con el limón y la toronja.
También la base productiva vio los bordes del abismo. Un combinado industrial con capacidad para procesar 1 100 toneladas de naranja diariamente, se vio a las puertas del cierre. En la Empresa Citrícola no pocos hombres y mujeres —hoy lo reconocen— lloraban mientras los buldóceres trituraban las naranjos que crecieron junto con ellos.
Sin embargo, la voluntad se impuso. Ambas entidades eligieron el camino de la diversificación. Sus productos conforman hoy una oferta variada que se comercializa prácticamente en todos los destinos turísticos del país, y en el caso de la Empresa Citrícola sustituye importaciones con valores por encima de los 14 millones de pesos.
Hacia la recuperación
«Las instalaciones están listas; nosotros no hemos perdido la identidad», asevera Domingo Escalante Pérez, director adjunto de la Empresa Industrial de Cítricos Ceballos. En opinión del directivo, entre otras posibilidades, el impacto de la recuperación citrícola se vería en poner en marcha la mayor línea de procesamiento de la industria, la cual en 2001 llegó a moler 182 000 toneladas, procedentes de Cienfuegos, Ciego de Ávila y Camagüey.
Hoy la Empresa Citrícola de la provincia avileña posee 733 hectáreas de cítricos —fundamentalmente naranja— sin síntomas de la HLB. La intención es sembrar alrededor de 200 hectáreas entre 2011 y 2012, y a partir de 2013 promediar por encima de las 400 hasta el 2018. Para esa fecha se deben totalizar las 4 000 hectáreas.
Reinaldo Rodríguez precisa: «Tenemos una prioridad: mantener 20 hectáreas de limón para el consumo de la población. Junto con esas está la siembra de desarrollo, que se hará en un área aséptica de 1 500 hectáreas, lejos de los antiguos campos y con vientos favorables para alejar los insectos que portan la bacteria de la HLB. En la medida en que se liberen los terrenos en demolición se ocuparán con las nuevas posturas».
Los estimados fijan que cada área, bajo una estricta vigilancia de Sanidad, comenzará a producir a partir de los cinco años y tendrá su plenitud un lustro después, con rendimientos por encima de las 25 toneladas por hectárea. La recuperación del cítrico contribuiría a satisfacer la demanda interna en la red de mercados estatales y las necesidades de diversos sectores, entre ellos el turismo, el cual demanda en 2011 casi 3 000 toneladas de cítricos.
Aun así es posible que la atención principal se encuentre en los viveros. Hasta el momento, la manera más óptima de enfrentar la HLB es mediante la prevención fitosanitaria. De ahí el cuidado en el fomento de las nuevas posturas. Para ello la Empresa Citrícola adquirió diez nuevas casas de cultivo solo para el desarrollo de los cítricos, de las cuales nueve estarán listas para finales de octubre.
«En cada casa se pueden desarrollar hasta 23 000 plantas —informa Osley Pérez Martínez, jefe de brigada del vivero de Producción de Posturas—. Aquí se siguen los pasos para mantener la prevención, desde escoger las semillas hasta que la postura se desarrolló y esté lista para ser plantada. Este es un eslabón fundamental. En buena medida, el futuro del cítrico se decide aquí».