Homenaje póstumo de reconocimiento y cariño al General de Cuerpo de Ejército Julio Casas Regueiro, en la Sala Granma del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR). Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 05:13 pm
Cubanos de todas las edades, profesiones y colores desfilaron este lunes en representación de la nación entera para rendir tributo merecido al General de Cuerpo de Ejército Julio Casas Regueiro, un hombre pleno de modestia y sencillez y con suficientes méritos como para entrar por siempre en la historia de la Revolución.
El joven que un día abandonó su profesión de contador en un banco de Santiago de Cuba, y que debió vivir en el clandestinaje hasta su incorporación al naciente Segundo Frente Oriental Frank País, desde aquellos tempranos días nunca dejó de ser fiel a sus ideas y a la defensa de su país.
Así, siempre trabajador, incansable, modestamente, llegó a las arenas de Playa Girón junto a la entonces incipiente Policía Nacional Revolucionaria, que se vistió de gloria derrotando una invasión que muchos daban como victoria segura.
Así también desempeñó múltiples cargos en las Fuerzas Armadas Revolucionarias desde su fundación, o partió hacia otras tierras del mundo a liberar pueblos oprimidos, o con eficiencia y racionalidad contribuyó decisivamente al Perfeccionamiento Empresarial de las FAR y a la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Eran méritos que le valieron múltiples reconocimientos y condecoraciones, como el de Héroe de la República de Cuba, de los que no gustaba hablar mucho, pues prefería elogiar a quienes le rodeaban, aunque no dudaba en señalar los errores de forma justa allí donde los había.
Muchos de los oficiales que lo conocieron, entre ellos los altos mandos de las FAR que cerraron el tributo de su pueblo, recuerdan su energía, su manera de meditar una y otra vez cada idea antes de darla por segura, la virtud de escuchar a los otros, pero en especial su capacidad de sacrificarse ante todo él, para asegurar así ser un ejemplo a sus subordinados.
Esa fue una de las máximas de su vida y así murió, trabajando por su Patria, siempre en el camino de la Revolución.