Los festejos por el Día de la Rebeldía Nacional también se convirtieron en la provincia en una fiesta para los más jóvenes y sus padres. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
CIEGO DE ÁVILA.— Mientras el reloj anuncia una fecha que en la nación es brújula, en esta tierra llana la vida se hizo remolino fecundo. Ha sido un monte de manos, que pudo nacer lo mismo en una plaza céntrica —evocadora del más grande General de nuestras guerras—, que en los bateyes lejanos, florecidos con aires de historieta.
Las noches se enchufaron con los días sin advertir el tiempo, y los portales emblemáticos se vistieron con la pintura fresca. Las banderas parecieron rociarse por rincones mojados y calles de equilibrio, por los edificios moderados y bucólicos, por las planicies rojas —más rojas y negras en esta estación de evocaciones a un Maestro y a una Generación que sacudieron la Patria.
Los esmeros y agitaciones se enseñorearon en la atmósfera de Ciego, con sus cayos y cañas, relámpagos y piñas. Definitivamente, en el ardor y el brío de un 26, a esta tierra le creció la lozanía y la lucha, el compromiso y la esperanza.