El programa de implantes cocleares abarca la selección, cirugía, programación del equipo y la rehabilitación auditiva si es necesaria, para mejorar la dicción, la estética y el timbre de la vocalidad del paciente. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
En varios países se realizan los implantes cocleares, pero el trabajo de Cuba se destaca en la rehabilitación de las personas que son sometidas a ese procedimiento quirúrgico, resaltó la doctora Miriam Portuondo, especialista de segundo grado en Genética Clínica y máster en Genética Médica.
En una conferencia ofrecida en el I Taller Internacional de Sordoceguera, donde participan más de cien especialistas de ocho países, la funcionaria del Ministerio de Salud Pública significó que de los 225 menores de 15 años implantados en nuestro país, el 63 por ciento se ha incorporado a la educación general y cuatro de ellos realizan estudios universitarios.
Igualmente puntualizó que el país tiene 180 casos de sordociegos, de los cuales 27 recibieron el implante coclear. «Fueron de los primeros en operarse —apuntó— pues con ello logramos disminuir su discapacidad, aunque la mayoría se mantiene en escuelas especiales, pues tienen aún altas limitaciones debido a la falta de la visión.
«Por lo menos abrimos una de las vías de comunicación y están menos limitados», significó.
La especialista explicó que existen varios países donde se realiza la operación, pero luego no se trata debidamente al paciente y, por lo tanto, la persona no logra desarrollar sus potencialidades.
«Nosotros hemos desplegado todo un programa, que se inicia desde antes de ser operado, con él y su familia para prepararlos para ese momento, y luego del implante viene el seguimiento», señaló.
«El despertar, como le llamamos, o sea la primera vez que empieza a percibir los sonidos, se produce en el centro de rehabilitación Las Praderas, ubicado en la capital, y luego continúa el seguimiento, por un equipo multidisciplinario provincial, para que pueda comprender esos sonidos y alcanzar el lenguaje.
«En esta labor está implícita la atención a la familia, pues es fundamental prepararlos también a ellos, como célula fundamental donde vive y se desarrolla el joven.
«Luego de la operación hay que protegerlos de cualquier infección, y sobre todo tener paciencia y comprensión, para que vayan descubriendo los sonidos del mundo. La familia puede ser potenciadora o no de este proceso, por eso ellos también deben ser atendidos por nuestros especialistas».
El proceso de rehabilitación tiene un tiempo exacto, pues depende de factores como la respuesta del niño y sus potencialidades. Si tiene alguna enfermedad que interese otro sistema u órgano puede ser más lento.
En la jornada de hoy los delegados al I Taller Internacional de Sordoceguera visitarán la Escuela Especial William Soler, donde se atiende a niños y niñas que presentan esta discapacidad y residen en la capital.