Más de 50 variedades de arroz, con mejor resistencia y rendimientos productivos son desarrolladas en Cuba, gracias al programa de mejoramiento genético que se implementa en la Isla desde 1969. Sobre ello se comentó en las sesiones de trabajo de este jueves en el V Encuentro Internacional de Arroz, que sesiona en el Palacio de las Convenciones, en la capital.
Mantener a raya a la sogata, la plaga que dejó a la Isla casi sin arrozales, entre 1973 y 1974 es una de las pruebas más contundentes de la madurez de ese programa, aseguraron expertos y productores delegados del encuentro.
El ingeniero Enrique Suárez, jefe del departamento de Mejoramiento Genético en el Instituto de Investigaciones de Granos, explicó que el programa se lleva de conjunto con otras entidades, como el Instituto Nacional de Ciencia Agrícola, el Centro de Estudios Aplicados al Desarrollo Nuclear y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.
Suárez destacó que el establecimiento de la política varietal desempeña un papel relevante en este programa, pues «podemos tener muy buenas variedades y si no las utilizamos en las épocas y ecosistemas adecuados no estamos haciendo casi nada».
A disposición de los productores hay una gama de variedades que pueden vencer las limitaciones que sufren los rendimientos por área en los suelos salinos. Asimismo se han desarrollado variedades de arroz resistentes a la sequía y otros factores externos.
Genética efectiva
Aunque en muchos países se asume actualmente como una práctica generalizada, la tecnología de los transgénicos se debe ver como una alternativa más, y no como una solución única para garantizar la producción agrícola.
Esta es la premisa que guía las investigaciones y prácticas que se desarrollan en Cuba en especies de cultivos como el maíz y la soya, dirigida a los polos productivos, y no a las de pequeña escala.
Para ello se deben cumplir una serie de regulaciones, tanto para el consumo por los humanos, como para la seguridad ecológica, explicó el doctor Carlos G. Borroto, vicedirector del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.
El especialista destacó que en nuestro país se está desarrollando la versión híbrido-transgénico que es la que utilizan los principales productores internacionales.
Desde el punto de vista regulatorio, ello permite un mayor control sobre la semilla.
Cuando se comenzaron los procedimientos en la Isla para el mejoramiento de este cultivo, el rendimiento potencial se veía muy afectado por diferentes plagas, especialmente la polimilla, la cual dañaba las plantaciones provocando grandes pérdidas.
Entre los principales beneficios de estas variedades destacan la resistencia a los insectos, hongos, virus, el control de la maduración, mejor índice nutricional, y por ende la calidad de los alimentos y el rendimiento potencial de las producciones es mayor.