De izquierda a derecha Dilcia García Pérez, Coordinadora de Género de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), Erlinda Virgen Yero Liens, Premio Nacional a la Excelencia de la Mujer Productora, y el Coronel Fidencio Peraza, Héroe de la República de Cuba. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:09 pm
Como cada mañana, preparó su colada de café, pero esta vez no salió hacia la corraleta a ordeñar a las búfalas.
Erlinda cambió la camisa de trabajo por una blusa amarilla, su color preferido; dejó las botas a un lado y escogió los zapatos de tacón para lucir más alta; el sombrero también se quedó en casa, esta vez luce flores en el pelo.
El viaje de 120 kilómetros, desde la comunidad Pozo Cuadrado hasta Media Luna, la marea un poco, no está acostumbrada al movimiento de la carretera ni al olor de la gasolina. Definitivamente prefiere estar entre Marisol, Conga y las demás búfalas de la Bufalina No. 2 de Bayamo.
«Ya nos va quedando chiquita la granja. Metimos 68 donde debían estar solo 30 búfalas y Pancho, el semental, las tiene a casi todas preñadas, cuando digan a parir no va a haber quien duerma aquí».
En esas reflexiones se entretiene para no contar los kilómetros que faltan hasta el lugar donde nació Celia Sánchez Manduley. Y es que Erlinda Virgen Yero Liens abandonó por unas horas sus tareas cotidianas para recibir, en Media Luna, el Premio a la Excelencia de la Mujer Productora, que entrega cada 9 de mayo la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), en saludo al natalicio de la flor más autóctona de Cuba.
Con esa sencillez propia de la gente de campo confiesa que se pone muy nerviosa cuando la van a entrevistar; dejamos la grabadora en su lugar y nos dedicamos a disfrutar de la conversación y de la risa sincera de esta mujer de 57 años.
Cuenta que en el 2004 decidió dejar el ordeño de vacas para irse a trabajar ordeñando búfalas, que es mucho más productivo.
«¡Si ves la cara que pusieron en mi casa! Mis dos hijos estaban preocupados porque esos animales son mucho más grandes y no se doman fácilmente.
«En la granja los hombres no me dejaban ordeñar el primer día porque era mejor esperar a que las búfalas se acostumbraran a mi olor. Pero yo no creo en animal fiero ni le tengo miedo a nada. Mandé a amarrar al animal y lo ordeñé sin ningún problema. Ahora, cuando yo no estoy en la granja, son los hombres los que tienen que colgar mi ropa cerca de las búfalas porque si no me sienten cerca no se dejan tocar».
La amorosa guajira que nació en la mismísima Sierra Maestra reconoce que este ganado es muy agresivo y se altera en cuanto advierte la presencia de un desconocido. Dice que una vez intentaban filmar un material para la televisión y en cuanto Chiquita vio la cámara empezó a brincar de tal manera que se embarró de fango y dejó a Erlinda llena de tierra de pies a cabeza.
«Conmigo son muy mansas y vienen enseguida cuando las llamo al terrenito de ordeño. A todas les hemos puesto nombres muy femeninos. Me gusta identificarlas, caminar entre ellas y dejar que me acaricien, aunque la mayoría de las veces termino revolcada en el fango».
Ella es la única mujer de la granja. Trabaja junto a otro ordeñador y dos custodios que la quieren y la respetan, porque «cuando la cosa se pone dura» Erlinda no descansa ni un segundo.
«En la época en que las búfalas están recién paridas, o cuando hay bastante pasto, pienso y agua, sacamos hasta 15 litros de leche diarios por cada una y hay que estar en pie desde la medianoche hasta que terminamos. A veces, si la producción es baja, empezamos a ordeñar sobre las cuatro de la mañana, pero siempre después de la coladita de café».
Me recalca que la jornada siempre comienza después de la coladita de café y sonríe. La curiosidad me obliga a preguntar si puede diferenciar una leche de otra, por el sabor.
«Algunos dicen que sí, pero para mí el sabor es el mismo. Y puedo hacer todo lo que se hace con la leche de vaca: yogurt, mantequilla, un queso riquísimo y unos dulces pa’ chuparse los dedos. Figúrate tú que a un litro de leche de búfala tienes que echarle un litro de agua para dejarla con la misma consistencia de la leche de vaca. Como es muy espesa, la producción se multiplica».
Ya está por comenzar el acto de clausura de la Jornada Cultural de Media Luna, donde le entregarán el premio a Erlinda Virgen. Se frota la piel de los brazos y me dice bajitico: «Yo amo mi trabajo, me encanta hacer lo que hago. Lo único que no me gusta es que tengo la piel muy quemada por el sol y aunque me echo crema todas las noches no se ablanda».
Vuelve a sonreír y se alista para agradecer a todos los presentes en el Parque de los Mártires del municipio. A unos metros de la glorieta está Celia, sentada a la orilla de un riachuelo, con sus alpargatas al lado, se le ve orgullosa de esta madre cubana, de esta mujer de la montaña que ha cumplido con lo que ella soñó.
Premio contra la marginaciónLa Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) se fundó en 1974 para dar a conocer los logros del país en ese campo y propiciar el intercambio de experiencias entre productores, investigadores, docentes y dirigentes vinculados con la producción animal. Dilcia García Pérez, Encargada del Programa de Género de la ACPA y presidenta de la Comisión Nacional dijo a JR que además del Premio anual, también se reconoce en cada provincia a la mujer más destacada, propuesta que debe estar avalada por la Federación de Mujeres Cubanas. Mujeres premiadas |