En los Biorreactores de Inmersión Temporal se sigue el comportamiento de las plantas cultivadas in vitro. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 21/09/2017 | 05:09 pm
CIEGO DE ÁVILA.— El machetín baja con fuerza. En unos pocos tajos, la cáscara de la piña salta completa por los aires y al sol del mediodía aparece una masa blanca y brillante. Con un movimiento de muñeca, el campesino vuelve a subir el machetín y la hoja se hunde en la fibra.
«¿Quiere?», ofrece el hombre y extiende un pedazo del que chorrea el jugo. Es una piña en su punto: ni ácida ni dulce y con unos líquidos que inundan la boca. Una placidez aparece mientras se mastican los trozos y se observa el campo lleno de cultivos.
Las hojas tienen un verdor intenso y emergen filosas por encima del surco. De esas hileras interminables sale una treintena de hombres sudorosos y enfundados en chaquetas de color verde olivo. Algunos llevan gorras y otros, sombreros de ala ancha. Todos andan encorvados por unos sacos y canastas repletos de piñas.
Al salir al camino, los llevarán hacia una carreta. De ahí saldrán a las naves de escogida y un ciclo en el campo habrá terminado. Sin embargo, lo que muy pocos saben es que en esos miles de tallos que quedarán en el campo como restos de cosecha, existe una sustancia que le hace devanar los sesos a los científicos. Los campesinos miran extrañados y preguntan: «¿Cuál es?»
La bebé nace in vitro
«Es la bromelina y en lo fundamental se concentra en el tallo de la piña», explica la Máster Aurora Pérez Martínez, investigadora del Centro de Bioplantas de la Universidad de Ciego de Ávila, Mayor General Máximo Gómez Báez.
La especialista, junto a la doctora Martha Hernández de la Torre, jefa de Laboratorio de Ingeniería Metabólica, fueron las autoras principales de un proyecto que logró cosechar los tallos de la piña y aislar las proteasas o sustancias llamadas enzimas, que aceleran las reacciones químicas.
«El problema —dice Aurora Pérez— es obtenerla en su estado puro. Las grandes firmas biotecnológicas lo hacen a costos muy altos por la cantidad de reactivos que utilizan. Aquí la doctora Martha Hernández logró purificar la bromelina con una tecnología más eficiente y reducir los costos al no utilizar solventes orgánicos».
Posteriormente estas moléculas se aislaron a partir de cultivos in vitro. Más tarde la investigación alcanzó el Premio de la Academia de Ciencias de Cuba en 2008.
«Luego se lograron aislar las proteasas en un estado de mayor pureza. Todo se hizo con la ayuda de los Biorreactores de Inmersión Temporal (BIT), unos dispositivos creados en nuestro centro por la doctora Maritza Escalona Morgado», expresó la experta.
Los BIT son dos frascos interconectados. En uno se tienen las plantas y en otro los medios de cultivo (donde se suministran los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo de la planta). Cada cierto tiempo y bajo una estricta programación, el medio baña la planta y regresa a su recipiente de origen. Entre otras ventajas, ese procedimiento ayuda a obtener un mayor número de ejemplares en un pequeño espacio. También permite aislar las proteasas de la piña.
Porque a esa fruta, tan perseguida en las ensaladas y aperitivos, se le ha descubierto, en mayor cantidad, cuatro tipos de proteasas: la bromelina de tallo, la bromelina de fruto, la ananaina y la comasina. Y una de ellas, la bromelina de tallo, es una de las más perseguidas por su amplia demanda en la industria farmacéutica, la de cosméticos y la alimentaria.
Los gordos bajan, ¿sin sudar?
La Agricultura en Ciego de Ávila pretende estabilizar sus cultivos de piña en unas 2 000 hectáreas. Dentro de la recuperación de esa bromelia, la cual identifica al territorio avileño, el propósito es mantener la cosecha entre los 200 000 y 300 000 quintales.
Ello permitiría asegurar la demanda de la población y de la industria. Por su parte la industria biotecnológica, al menos en Ciego de Ávila, podría contar con la materia prima suficiente, pues la bromelina se obtiene de los miles de tallos desechados en los campos después del acopio.
«Ahora todo se dice fácil —recuerda Aurora—, pero durante dos años y medio se tuvo la incertidumbre de si eran esas las sustancias que la planta excretaba al medio de cultivo en los BIT. Cuando se comprobó que era bromelina de tallo, entonces conocimos que se podía contar con una enzima de alto valor».
Gracias a esa investigación, el país posee un método para obtener una enzima con amplias aplicaciones en numerosos sectores de los servicios y la economía. Publicaciones científicas reafirman el uso de la bromelina en la industria de los cosméticos, la fabricación de cerveza y para ablandar carnes.
En México, por ejemplo, un frasco grande de bromelina purificada se comercializa a 150 dólares. Los anuncios, junto con las confirmaciones de laboratorios, divulgan que la enzima posee, entre otras, propiedades adelgazantes al favorecer la digestión, metabolizar las proteínas y favorecer la eliminación de las grasas.
«En nuestro centro tuvimos una iniciativa —señala la Máster Carol Carvajal Ortiz. Logramos una coordinación con las plantas productoras de medicamentos del Instituto Politécnico Rubén Martínez Villena en La Habana. Nosotros poníamos la bromelina y ellos la encapsulaban. Así se obtenía un fármaco adelgazante ciento por ciento cubano. Se hizo, aunque no se ha extendido. Se quedó a nivel de proyecto».
Para obtener la bromelina en volúmenes mayores y con capacidad industrial se necesitaría no solo ajustar un proceso de selección de los mejores tallos en el campo. Se requiere además financiamiento para edificar una planta —no muy grande— y obtenerla en estado puro.
Aunque hay más. Investigaciones hechas entre el Centro de Bioplantas, la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, el Centro Nacional de Biopreparados, la Universidad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila y el Centro de Estudios de Biotecnología Industrial de la Universidad de Oriente confirman las propiedades de la bromelina para contrarrestar la actividad de diversos tipos de cáncer.
Las investigaciones se encuentran hoy detenidas, pero llegaron a realizarse estudios in vivo. La bromelina mostró una marcada actividad antitumoral frente a los tumores trasplantables de ratón: leucemia P-388, carcinoma pulmonar de Lewis, sarcoma-37, tumor ascítico de Ehrlich y adenocarcinoma mamario-755. Frente a este último se demostró por primera vez en el mundo la actividad antitumoral de la enzima.
De acuerdo con las valoraciones de los especialistas, una de las causas de esa actividad antitumoral puede estar asociada con el sistema inmune. ¿Cuál será el comportamiento en los humanos? ¿Podrá tener el país el camino hacia un nuevo medicamento contra el cáncer? Esas son algunas de las interrogantes que inquietan a los científicos. Aunque de algo están seguros. Esa hija de la piña tiene aún muchos secretos que mostrar.