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Dos aviones remolcados en el aire

Cuba estuvo implicada en el primer remolque aéreo entre dos países y sobre el mar, audacia de tres pilotos norteamericanos realizada entre Miami y La Habana, hace 75 años

Autor:

Luis Hernández Serrano

El remolque de dos planeadores atados a un aeroplano desde Miami, Florida, hasta La Habana y viceversa —primer vuelo de este tipo realizado en el mundo, entre dos países y sobre el mar— se realizó en 1935, hace 75 años.

La insólita hazaña —descrita a Juventud Rebelde por el capitán Rolando Marrón Duque de Estrada, historiador de la Aviación, como hecho recogido en un libro suyo al que da ahora los toques finales— consistió en una primera travesía que concluyó con el aterrizaje de los aparatos frente al Capitolio Nacional, en el kilómetro cero del país.

El acontecimiento ocurrió en medio de una abrumadora ovación del pueblo habanero, que desbordaba la Plaza de La Fraternidad, el Paseo del Prado, los parques de la ciudad y los espacios estratégicos sobre las azoteas de los edificios.

En ese Primer Tren Aéreo Internacional —como fue denominado— el aeroplano remolcador iba piloteado por el aviador Elwood Klein, acompañado por el pionero de nuestra aviación, Agustín Parlá Orduña, comisionado por el entonces secretario de Comunicaciones, Pelayo Cuervo Navarro, para que atendiera todo lo relacionado con la ejecución del arriesgado proyecto.

Espectacular aterrizaje frente al capitolio

A las dos y cinco minutos de la tarde del martes 14 de mayo de ese año 1935, la fortaleza de La Cabaña disparó un cañonazo que anunciaba el sobrevuelo de Key West de las tres aeronaves que habían salido de Miami; y a las tres y diez minutos dispararon otros dos consecutivos indicadores de que estaban ya a la vista.

Al cabo de un rato la muchedumbre capitalina pudo divisar tres puntos diminutos que gradualmente cobraron tamaño y forma. Cinco minutos más tarde, el avión y los planeadores trazaron una parábola sobre el Capitolio, hasta que el remolcador soltó las amarras de los planeadores en medio de un absoluto silencio del público presente.

A las 3:25 de la tarde, el planeador matrícula G-448, piloteado por el ex campeón de vuelo a vela, Jack O’Meara, realizó varias evoluciones emocionantes mientras descendía hasta que, tras una barrena y un planeo magistral, aterrizó sobre la línea blanca que dividía el tránsito en la plazoleta del Capitolio, deslizándose suave y seguro hasta la esquina de San José, frente al teatro Payret, en donde fue detenido por varios alistados del Cuerpo de Aviación.

Solo tres minutos después, luego de arriesgadas acrobacias, a las 3:28 minutos, aterrizó allí el planeador matrícula G-11180, tripulado por Richard DuPont.

El vuelo, de poco más de dos horas, abarcó 240 millas. Los dos pilotos fueron llevados ante el presidente de la República (coronel Carlos Mendieta Montefur), por su ayudante, el teniente Oscar Hernández. Acompañaban al mandatario su esposa Carmelina Ledón; la señora Rosa Galano, esposa del secretario de Comunicaciones, la esposa del jefe del Estado Mayor de la Marina y distintas personalidades.

Ambos planeadores, con sendas inscripciones de First International Sky Train Cuba-USA, fueron desarmados por los mecánicos del Cuerpo de Aviación y conducidos en dos camiones hacia el aeródromo de Columbia.

A las 4:20 minutos —tras guardar el aparato remolcador en uno de los hangares del aeródromo militar de Columbia, en Marianao— llegaron al Capitolio los aviadores Elwood Klein y Agustín Parlá Orduña, quienes fueron recibidos también con una cerrada ovación.

El doctor Roberto Netto, de la Comisión Nacional de Turismo, exaltó la importancia del vuelo y dijo que era el primero que se efectuaba entre dos países y sobre el mar.

El doctor Pelayo Cuervo Navarro, factor principal en el éxito del novedoso proyecto, que significó un triunfo para su administración, elogió a los pilotos participantes en el curioso Primer Tren Aéreo Internacional.

Los aviadores emprendieron el vuelo de regreso a Miami el domingo 19 de mayo, aniversario 40 de la caída en combate de José Martí.

Gestiones para el vuelo

En visita efectuada al Secretario de Comunicaciones el jueves 28 de marzo de 1935 —explicó Rolando Marrón— una comisión integrada por varias personas de reconocido prestigio social de la capital, le expusieron el proyecto concebido por los dos jóvenes aviadores norteamericanos, O’Meara y DuPont, para la travesía aérea de remolque de dos planeadores, entre dos países, sobre el mar, desde Miami a La Habana y viceversa, nunca antes realizada en el planeta.

Con la promulgación de la Ley 75 del 5 de abril de aquel año, se autorizó al Secretario de Hacienda para disponer de 3 000 pesos de los fondos del Tesoro, para subvencionar a los aviadores el costo del vuelo. En La Habana se pagarían 1 500 y el resto al regreso en Miami.

«Se realizó así, con toda felicidad, un proyecto romántico, como lo fue este vuelo que, ajeno a todas las especulaciones utilitarias y a todo cálculo de aprovechamiento personal, llevaron a efecto los Ícaros redivivos de la hora actual, los aviadores Klein, O’Meara y DuPont», comentó Pelayo Cuervo al hablar en el recibimiento en la plaza frente al Capitolio Nacional, aquel día histórico.

En declaraciones a los principales diarios de la capital, los aviadores mostraron su inmensa satisfacción por el recibimiento tan caluroso de que habían sido objeto. Esperaban una acogida cordial, no la que se les tributó, la cual superaba, comentó Marrón, todos los cálculos.

La Habana, manifestaron los pilotos, vista como ellos la vieron, era una ciudad hermosa y atractiva, y se sintieron muy reconocidos por las deferencias recibidas tanto por los representantes oficiales, como por las simpatías espontáneas del pueblo, al que le estuvieron muy agradecidos.

El Alcalde de La Habana entregó a los pilotos sendos diplomas acreditativos del vuelo.

Entre los distintos homenajes organizados en honor de los aviadores, figuraron una comida en el Club Rotario; un homenaje en el hipódromo de Marianao; un almuerzo en la Secretaría de Comunicaciones, que incluyó la cancelación de sobres y sellos del primer día para el vuelo de regreso; un intercambio de honor con los reporteros y otros actos, al que hay que añadir el que se efectuara en el Hotel Nacional, donde estaban hospedados los visitantes.

Cuando las tres aeronaves regresaron a Miami, llevaron como muestra simbólica de intercambio entre dos cubanos —uno residente en Cuba y el otro en Estados Unidos— una carta «Vía Air Mail» —según Marrón que se sepa la única misiva que llevaron— remitida por A. Roca, desde Santa Catalina y Juan Delgado, en la Víbora, La Habana; a Manuel Martín, C/o. Post Master, Miami, Fla. U.S.A y fechada por la Administración de Correo de La Habana, el 18 de mayo a las 5:30 p.m., de 1935.

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