Con la Revolución triunfante, los jóvenes se convirtieron en abanderados de la defensa, la producción y la preparación docente. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
Tres jóvenes representan dignamente las etapas principales de la lucha cubana por su liberación e independencia.
El joven Varela fue la semilla, el joven Martí fue la flor y el joven Fidel, fue el fruto. Los tres recogieron la rebeldía de aquel indio Hatuey que prefirió ser quemado antes que renunciar a su deseo de libertad.
Sobre esas raíces patrióticas se gestaron las luchas juveniles que nos han permitido llegar, independientes, a 2010 y festejar el aniversario 50 del día hermoso en que se unió nuestra rebeldía.
Jóvenes fueron la inmensa mayoría de los más bravos jinetes mambises de nuestras tres guerras libertarias.
En esos años de lucha por la independencia de España, Cuba tuvo varias asambleas constituyentes y cuatro constituciones: Guáimaro, Baraguá, Jimaguayú y la Yaya, elegidas en los territorios liberados. Pero la ausencia de una vanguardia, de una organización que dirigiera, fue uno de los factores que condujo a la división y a la derrota de la Guerra de los Diez Años.
Y fue José Martí quien impulsó la creación del partido único de la nación cubana, como forma de organización: el Partido Revolucionario Cubano.
Después vendrían las luchas de los jóvenes de los años 20 y 30, como los integrantes de la Liga Juvenil Comunista.
Gracias a las experiencias de jóvenes como Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, el Partido comprendió la necesidad de acercarse a la masa juvenil obrera, estudiantil y campesina pobre, y organizarla en contra de la opresión imperialista, la explotación capitalista y la liberación nacional de Cuba.
La Liga Juvenil Comunista, el Partido Comunista y la Confederación Nacional Obrera de Cuba, organizaron la huelga general del 20 de marzo de 1930 que paralizó al país durante 24 horas ejemplares.
Esa Liga Juvenil fue miembro de la Internacional Juvenil Comunista con sede en Moscú, Rusia, y tuvo sus mártires en la lucha contra la dictadura machadista en esos años: Marcio Manduley, Mirto Milián, América Lavadí y Francisco González Cueto (Paquito), este último asesinado al asistir al entierro de las cenizas de Julio Antonio Mella, el 29 de septiembre de 1933.
La mitad de los miembros de esa Liga Juvenil fue encarcelada, torturada y asesinada, y en 1936 surge una nueva organización: la Hermandad de los Jóvenes Cubanos, cuyo Primer Congreso fue el 28 de enero de 1938, con 200 delegados que representaban a 20 000 afiliados.
En 1937 aparece otra organización: la Agrupación de Jóvenes del Pueblo, y del 29 de agosto al 3 de septiembre se realizó la Convención Juvenil Comunista, en la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros, en La Habana. Ambas organizaciones se unieron en la que denominaron Juventud Revolucionaria Cubana, que después fue la Juventud Socialista (JS), constituida oficialmente en 1944. Su lucha movilizativa y propagandística se desarrolló a partir del periódico Mella, y entre sus cuadros principales estuvieron, hasta 1959, Jorge Risquet Valdés, Isidoro Malmierca, Joel Domenech y Lionel Soto.
En noviembre de 1945, en el Congreso Mundial de Juventudes Democráticas, efectuado en Londres, participó una delegación cubana integrada por representantes de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), el Movimiento de Juventud Antiimperialista, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Sección Juvenil del Partido Revolucionario Cubano y la Juventud Socialista.
Luego, las diferentes organizaciones juveniles trabajaron arduamente para conmemorar el Centenario del natalicio de José Martí, movimiento que condujo al Congreso de Unidad Martiana, el 28 de enero de 1953, y a la primera Marcha de las Antorchas.
Tras los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes —realizados mayoritariamente por jóvenes— todas las organizaciones juveniles y movimientos de izquierda en Cuba se vieron reprimidos con mayor fuerza, de modo que desde aquel año 1953 hasta 1959, la juventud de nuestra tierra siguió jugando roles de gran importancia histórica.
Nacimiento de la unidad
La verdadera unidad del movimiento juvenil ocurre después del triunfo de la Revolución, exactamente en los primeros meses de 1960, época de los alzados en el Escambray, armados y financiados por la CIA de Estados Unidos. La Revolución entonces se vio obligada a enfrentar los actos criminales de bandidos y agentes al servicio del imperialismo. Los enemigos querían presentar como líderes estudiantiles a quienes eran cabecillas contrarrevolucionarios pagados y dirigidos por la Inteligencia yanqui.
Pero la unidad comienza a gestarse precisamente por las fuerzas juveniles. La FEU, por ejemplo, era una organización emblemática, entre otras razones por ser la más antigua.
En ella estaban representadas todas las fuerzas que el 21 de octubre de 1960 se unieron en la Asociación de Jóvenes Rebeldes.
Al comienzo de la Revolución, un tema medular —además de la supervivencia ante las agresiones imperiales— fue justamente el de la unidad de las fuerzas revolucionarias. Y esta se consolidó primero entre los jóvenes que estaban nucleados en un grupo de organizaciones.
«Nuestra Revolución —ha afirmado el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón— era una Revolución muy juvenil».
Así fue siempre. Fidel bajó de la Sierra Maestra con 32 años, el Che con 30, Camilo con 27, y Raúl y Almeida con otros tantos.
La defensa fue básicamente la tarea que asumieron los jóvenes desde la AJR, y su célula de base era la Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario, la BJTR. La AJR, con su consigna de Estudio, Trabajo y Fusil, se convirtió después, en la UJC.
La AJR era un símbolo nuevo, asociado al triunfo de la Revolución, con gran respaldo popular.
Y los jóvenes rebeldes habían sido los compañeros de las tres principales fuerzas políticas cubanas: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo.
Inspiración de la unión juvenil
Desde su fundación, en 1960 —hace 50 años— la AJR fue desarrollándose en la medida en que fue avanzando y profundizándose la propia Revolución, y se transformó en una organización de jóvenes obreros, estudiantes y campesinos.
Y la primera tarea que Fidel le dio a la AJR fue crear las Brigadas Juveniles de Trabajo, y su prueba de fuego fue subir cinco veces el Pico Turquino, de la Sierra Maestra. Representantes de la AJR formaron el Comité Nacional Preparatorio del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, que sesionó en La Habana del 28 de julio al 6 de agosto de 1960.
El 21 de octubre de ese año, para unir al movimiento juvenil cubano, defender a la Revolución y hacerla avanzar, se hizo la Primera Asamblea Nacional de la AJR, donde el límite de edad se extendió hasta los 25 años.
La dirección de la Juventud Socialista planteó que con la AJR ya no era necesaria aquella organización y otras siguieron ese ejemplo.
En aquella I Plenaria de la AJR, se propuso crear la organización de los Pioneros y las Patrullas Juveniles —subordinadas a la Dirección Juvenil del Ejército Rebelde primero, y del MINFAR después— que pasaron a ser dirigidas por la AJR. Y del 30 de marzo al 4 de abril de 1962, se realizó el I Congreso de la AJR, en cuya clausura Fidel propuso que adoptara el nombre de UJC, representativa de la decisión juvenil cubana de construir el socialismo, a 90 millas del imperialismo yanqui.
En la clausura del II Congreso de la UJC, Fidel expresó: «Recordamos sus primeros tiempos, cuando se organizaba, muy al principio de la Revolución, la AJR, en la cual puso tanto interés y tanto entusiasmo el Che».
Argumentó Fidel entonces que una Revolución no era ni sería nunca una cosa fácil. Y concluyó el acto de clausura de aquel Congreso diciendo:
«Y estamos completamente seguros de que si el Che, que fue inspirador de la AJR, que fue crítico de sus errores, y que fue gran entusiasta de las posibilidades de nuestras organizaciones juveniles, si estuviera aquí presente hoy, si hubiera podido ver este espectáculo, lo que ha llegado a ser esta organización en la cual él trabajó en los primeros tiempos, nosotros estamos seguros de que se sentiría satisfecho y se sentiría orgulloso de los avances que ha tenido esta organización. ¡Que viva la nueva generación revolucionaria!».