Perfeccionar el quehacer de los jóvenes es garantía insoslayable de futuro. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 04:55 pm
Como si de una final beisbolera se tratara, la celebración del IX Congreso de la UJC suscita no pocas expectativas entre los jóvenes, tanto es así que, si se les pregunta qué esperan de la cita, enseguida el debate deviene verdadera «esquina caliente».
De ello fueron testigos un grupo de reporteros de JR, que en distintos puntos del país salieron a preguntar a jóvenes de diversos niveles de enseñanza y ocupaciones, sobre los anhelos de cara a la máxima cita juvenil que comenzará el próximo sábado.
Múltiples fueron los planteamientos de quienes se saben responsables del futuro y de la continuidad de la obra de la Revolución, y que enfrentan no pocos desafíos.
En cada encuestado, miembro de la UJC o no, primó la convicción de que hoy esta sigue aglutinando a lo mejor de las más nuevas generaciones, por lo cual perfeccionar cada vez más su quehacer es garantía insoslayable de futuro.
Deseos compartidos
Entre las aspiraciones de los jóvenes de la Isla de la Juventud, y de otros con los que dialogó este diario, están cómo la vanguardia juvenil, a la cabeza del resto de los jóvenes, puede ayudar al país a superar sus urgencias, sobre todo qué hacer para que el trabajo alcance su altísima dignidad entre las nuevas generaciones y ser más exigentes al asumir la tarea de la producción de alimentos como necesidad actual y estratégica.
Ello solo es posible, apuntaron los jóvenes, si se apuntalan adecuadamente valores esenciales que han sufrido deterioro en los últimos años, como el patriotismo o la laboriosidad.
También se pronunciaron por crecer con calidad en la selección de la militancia y mejorar los espacios de recreación.
Anisley Ferrer Balar, egresada de la carrera de Estudios Socioculturales, comentó: «En el Congreso se debe discutir con profundidad el protagonismo de las nuevas generaciones a fin de garantizar el futuro, porque nos tocará a nosotros darle continuidad a la Revolución».
De igual modo, Daymí Mademás Sánchez aseguró que para garantizar la continuidad del proceso revolucionario se necesitan responsabilidad y madurez; hoy el país demanda de nosotros que participemos en la producción de alimentos, y aunque sabemos que es un tema de seguridad nacional, no todos se suman.
Asimismo piensa Alexis Rodríguez Solano, profesor de Educación Física, quien agrega que el futuro de la patria dependerá de cómo los jóvenes se involucren, comprendan y asuman la continuidad de la obra.
Ana Cecilia Amela, estudiante de preuniversitario, refirió que la escuela es muy importante y resaltó que las opciones recreativas para los jóvenes también son necesarias. «En la Isla de la Juventud apenas existen áreas para la recreación instructiva y ese es un problema —en su sentido amplio— que pienso deben analizar los delegados al Congreso», opinó.
«En la medida en que la organización contribuya a garantizar espacios destinados a este tipo de esparcimiento será menor la cantidad de jóvenes y adolescentes que asistan a lugares donde se expenden bebidas alcohólicas, en vez de dedicar su tiempo a cosas útiles y sanas», agregó.
Despejar con responsabilidad
Casi en el otro extremo del país, en la ciudad de Holguín, muchos se reúnen a discutir las mismas inquietudes de cualquier otra parte de Cuba.
En la Universidad Oscar Lucero Moya la realización de la presente encuesta se tornó de inmediato debate sobre presente y futuro, visto desde el prisma apasionado y desenfadado que caracteriza a los jóvenes.
Alina Coya Rodríguez «rompió el hielo» para sugerir que a cada uno de los problemas, inquietudes, sugerencias o planteamientos que se realicen no deberán faltarles acuerdos, hasta encontrar soluciones en cada lugar o instancia que corresponda.
Para ella, la celebración de este cónclave no podrá limitarse a sus días de sesión. «No puede quedársenos en consignas o en intervenciones; deberá tener una continuidad, una retroalimentación, delimitar responsabilidades, trazar nuevas líneas de trabajo y siempre que las metas propuestas dependan de nuestra contribución, de nuestro esfuerzo, los jóvenes responderemos», aseveró.
Alberto Estupiñán Pérez consideró que el tema de la ocupación del tiempo libre, en todas las aristas concernientes a los estudiantes, debe ser un tópico muy puntual.
«Luego de casi todo un día de estudios debemos tener la posibilidad de ir a lugares donde podamos “despejarnos” sin que nos turben demasiado algunos precios. Tienen que encontrarse fórmulas más sustentables, acordes con las condiciones o características de cada lugar», sugirió Alberto.
En opinión del estudiante Alexander Cardet Matos, hay quienes piensan que los jóvenes exigen mucho y hacen poco, o que están «perdidos». «Desearía que con el Congreso se diluyeran un poco tales generalizaciones, porque la juventud no es una masa uniforme. Que se hable de cuánto bueno hacemos, no solo en el estudio, sino en la producción, pero también de cuánto estamos dispuestos a hacer por el país y la Revolución».
Dailín Cobos Valdés, trabajadora del Centro de Inmunología y Biopreparados, precisó: «Hoy algunos podemos creernos que somos buenos trabajadores o estudiantes, pero no podemos conformarnos con eso. No basta. Tenemos que ser también buenos cederistas, buenas federadas; hacernos sentir en nuestros barrios, porque así también garantizamos la continuidad de la obra de la Revolución».
Llegar a todos
Una expresión generalizada entre los camagüeyanos entrevistados fue que el debate en la gran cita juvenil tiene que ser reflejo de nuestros problemas: «El Congreso tiene que llegar a todos los jóvenes cubanos».
Para ellos, además, hay que desterrar esquemas y aguzar la manera en cómo se discutirán los temas. Mientras, consideraron que para sumar más personas a la organización, o por lo menos contar con los integrantes del universo juvenil en cualquier centro, se deben tomar decisiones que atañan a todos.
La calidad de la educación no escapó a las valoraciones: «El sistema de educación no puede mirar desde las cifras sino desde la cualidad o el conocimiento del estudiante. Esto tiene que ser fuertemente discutido por los delegados», comentó Leonardo Ramírez Hart, profesor de idioma Inglés en el preuniversitario Álvaro Morell.
El joven docente de solo 22 años sumó a sus palabras que en la manera de escogerse a los futuros profesores hay bastante para dialogar: «Es una vocación que tiene que ser cultivada y dignificada no solo desde el aumento del salario», dijo.
Muy cercano a lo anterior, el escritor agramontino Geovanys García subrayó que no puede abrirse un espacio cultural que no esté argumentado, enfocado en una oferta cultural de calidad, en lo que la mezcla de lo foráneo con lo nacional no desplace a nuestra identidad o su afianzamiento.
«Un Congreso que tiene que sembrar pautas para dar continuidad a debates que incluyan a todo el mundo y que no se descarten gustos, preferencias y tendencias culturales, que aunque extranjeras, o tal vez raras para algunos, las podamos asumir desde nuestra realidad, poniéndoles siempre nuestro sello de cubanía», afirmó.
Otra de las estudiantes de la ESPA, Arleti Artuñedo, de tercer año de Balonmano, se refirió a la necesidad de que entre quienes ingresen a las escuelas de deporte, prime la preparación atlética y los valores humanos.
No faltaron las sugerencias para retomar temas que, si bien discutidos en otras reuniones, deben analizarse a la luz de más hechos; por ejemplo, cómo influir en los sistemas de pago a los jóvenes cuando son injustos o está mal aplicada la normativa salarial; el vestir de la juventud; el uso adecuado del uniforme, y hasta la manera en cómo nos expresamos, también tuvieron eco en las calles de Camagüey.
La calidad de los servicios y cómo y qué aprenden en las escuelas los educandos fueron temas abordados en las reflexiones de los jóvenes aquí consultados.
Sin miedo a los rollos
Dayron Martínez Sánchez, matancero que cumple con el Servicio Militar Activo, piensa que el Congreso aportará proyecciones para el trabajo de los jóvenes comunistas, y quisiera que se trate el tema de la participación de los jóvenes, tanto hombres como mujeres, en la defensa del país.
Él cree que el Congreso de la UJC posibilitará ese diálogo franco, a lo cubano, a camisa quitada, para hablar de «rollos» como el de la producción de alimentos o la eficiencia.
Ricardo Alfredo González Expósito, estudiante de la ESPA y con 17 años de edad, espera que los debates toquen los temas que más afectan a los jóvenes. Le gustaría que se tratara de la práctica masiva del deporte.
Lais Martínez, de 16 años de edad y estudiante del Instituto Politécnico Antonio Guiteras, considera que debe plantearse que la participación en la escuela al campo sea objetiva, no formal, para cumplir con el precepto martiano de estudio-trabajo.
Cristina Benítez espera que los delegados al Congreso discutan sobre la actitud ante la vida y la sociedad de los jóvenes impedidos físicos cubanos.
Reynaldo Montalvo Vasallo, matancero que estudia en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, refiere que la UJC es una organización que contempla en sus filas la continuación de la Revolución. «El Congreso es el espacio donde tomamos decisiones para contribuir al desarrollo del país como jóvenes; mi esperanza mayor es que suceda realmente así», señaló.
Reynaldo reflexiona que la organización juvenil, como una unidad política joven, debe mantener rigor en cuanto a la selectividad de sus miembros. «Hay que ser justos, pero no compasivos con quienes no cumplen con los principios básicos, o no actúan verdaderamente como militantes; esa es la preocupación fundamental en mi caso, y debe ser un tema que se trate con la seriedad que implica».