El también conocido como Zoológico de 26 posee un solo ejemplar de hipopótamo Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
Los venaditos del Zoológico de 26 se están quedando solos. Cuando Rita Longa los creó, los bellos mamíferos se sentían a sus anchas rodeados de disímiles especies que hacían del parque un lugar único en el país. Pero 70 años después, aunque los niños siguen insistiendo y arrastran a sus padres a la visita, el lugar ha perdido parte de su encanto.
Es que el Jardín Zoológico de La Habana posee 45 especies con un único ejemplar, algunos muy longevos. De estos, 28 no tienen ya posibilidades de reproducirse.
El licenciado en Biología Raúl Campos Talabera, quien además atiende la historia del parque, admitió, en declaraciones a este diario, que la principal queja de los visitantes es la escasez de animales, situación que se ha ido acrecentando.
«En los años 70, cuando yo empecé aquí, podían venir animales de muchos lugares, porque no existían las restricciones actuales. Ahora los zoológicos solo pueden traer ejemplares de otros zoológicos, nunca de la vida silvestre, como pasó durante mucho tiempo.
«Y para hacerlo hace falta una serie de convenios previos, porque Cuba es signataria de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
«Por ello el primer paso es que la institución de donde se van a traer también haya firmado esa convención, y demuestre que ese animal nació en cautiverio. Y en segundo término, cumplir las regulaciones sanitarias.
«Es importante que la población conozca que no tenemos los animales no porque no queramos, sino porque no se pueden tener.».
Las cigüeñas no traen bebés
El Jardín Zoológico de La Habana posee una colección de 99 especies en jaulas, más las acompañantes (tiñosas, palomas, reptiles, perritos de costa, ardillas…), que entran y salen, y algunas hasta anidan.
Según explicó Campos, la afectación del muestrario está dada porque de algunas de las especies queda un solo ejemplar, mientras otras han envejecido.
«Esto solo se soluciona con el intercambio internacional, porque en nuestro país no hay otros ejemplares. Un zoológico que se respete tiene una colección genéticamente favorable, y trata de mostrar a la población animales importantes para su conocimiento».
—¿Cuáles son las colecciones más afectadas?
—Por ejemplo el tapir, el rinoceronte y varias aves como el tucán y el cálao, que están solitarios, y sería necesario, o completar la pareja o usarlos para intercambiarlos con otros países.
«Pero hay animales y animales. Casi todos los que tienen pezuña hendida pueden padecer fiebre aftosa, y Cuba es uno de los pocos países del mundo que no la tiene.
«En estos momentos contamos con un grupo de profesionales muy sensibilizados con esto, y sabemos qué animales podríamos traer para aumentar la colección, de acuerdo con el plan director que existe en el parque. Además, hay que pensar en la dieta».
—¿Qué pasos se han dado?
—Hemos realizado contactos con un zoológico de Argentina; por ahí pensamos abrir la brecha. Ya está convenido traer tigres, pumas, armadillos y varios tipos de monos: lemures, titíes…
—¿Cuáles especies han desaparecido del parque?
—El tigre, el elefante y la jirafa. Aunque estos dos últimos no pueden traerse más a este parque. El elefante necesita grandes espacios, y la jirafa vive en grupos y come acacias, que aquí no hay y no podemos sembrarlas. Ellos están ahora en el Zoológico Nacional, que cuenta con espacios más grandes.
«Sin embargo, poseemos tres leones, un macho con dos hembras más la cría. Y las dos especies fundamentales de cocodrilos: el rombifer y el acuto. Tenemos un plan de reproducción de ambos, y los podríamos intercambiar, porque son nacidos en cautiverio.
«La antigua tendencia del parque era exhibir grandes manadas; hoy es tener la especie con una representación de grupos no muy grandes, reproducirla y ayudar a que se mantenga en todos los zoológicos del país.
«Tenemos un plan director que especifica qué animales queremos. Nos gustaría crecer en primates, algunos carnívoros y aves. Grandes herbívoros el zoológico no los admite, porque no existe suficiente espacio».
—El zoológico desarrolla un exitoso trabajo de reproducción de especies en cautiverio…
—Tenemos varios animales que se están reproduciendo, pero desde el punto de vista científico los tres más importantes son el chimpancé, cuya primera cría se logró en 1966 y se ha reproducido muy bien hasta ahora, en que está detenida por problemas con las jaulas; el cóndor de los Andes, un símbolo de los países sudamericanos, y el jaguar, que vive en América y está en alto peligro de extinción.
«También hay aves que han logrado reproducirse frente al público, lo cual es muy difícil, porque cualquier perturbación los altera.
Tradicional pero a la moda
«Hay cuatro animales que el público no admite que falten: jirafa, elefante, león y mono. Este parque no tiene condiciones para albergar elefantes. Tuvimos a Mini durante mucho tiempo, pero se le habían dañado las patas y padecía de artritis, por estar en un local tan pequeño y llevar una cadena. «Hoy no podríamos pensar en sustituirla, porque tendrían que ser varios, ya que ellos viven en grupo. Igual sucede con las jirafas.
«Hay un solo hipopótamo, porque nuestros lagos no soportan su peso. Se hicieron para aves. En el que se construyó para el hipopótamo está el tapir, que es más pequeño. Y donde estaba el elefante ahora vive el rinoceronte».
—¿Este tipo de zoológico tradicional existe aún en otros países?
—Sí, porque no todo el mundo puede construir praderas africanas, sobre todo en las grandes capitales, en las que el espacio es limitado.
«Entre nuestras aspiraciones está contar con una infraestructura para aves, pero no se ha podido hacer. Allí estarían el tocororo, nuestra ave nacional, y otras como las passerinas, faisanes… Tampoco hemos podido construir la jaula para la pareja de serpientes pitones que tenemos».
«La última remodelación fue en 1962. El foso de leones y el sistema de lagos es de la década de los 40, adelantados para su época. Y se levantó la isla de los cocodrilos en 1947.
«Si observan los exhibidores que están al final del parque, se construyeron para soportar el peso del rinoceronte y el hipopótamo. Allí estos están en semilibertad con ese talud, y las personas los ven sueltos, no en una jaula. Los limitan un talud y muros de piedra, que es lo que se usa en el mundo».