CAMAGÜEY.— El amanecer, esta vez, en la Tierra de Agramonte fue silencioso, tranquilo, dolido..., pero con movimiento de multitudes.
El abuelo, el pionero, el combatiente, la federada, el joven, el estudiante, la anciana, el impedido, el dirigente ..., todos en marcha apretada, casi sin palabras, rindieron homenaje al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.
Justamente cuando las ocho de la mañana asomó, la fila interminable de camagüeyanos iniciaba el paso que aún no se detiene.
Ante la foto del Héroe de la República de Cuba se depositaron flores: la mariposa, la rosa blanca... y aquella que creció en el jardín del barrio, mereció lugar ante la imagen de Almeida.
Dirigentes del Partido Comunista de Cuba, encabezados por Julio Cesar García Rodríguez, miembro del Comité Central y primer secretario del PCC en este territorio y otros dirigentes camagüeyanos, iniciaron el tributo al Comandante de la Revolución.
Una primera guardia de honor rindieron los combatientes, luego los miembros de las FAR y prosiguen ahora jóvenes camagüeyanos.
Resumir lo vivido en Camagüey en las primeras horas de este 13 de septiembre es casi imposible con palabras. Del por qué este pueblo acude con premura a la sede escogida para el adiós al combatiente, al artista, al escritor, es una pregunta con miles de respuestas.
«Fui sirvienta desde niña y con la Revolución, por la misma que él lucho, cambié mi destino», dijo visiblemente emocionada Elcida De Loyola Silva, primera persona camagüeyana que rindió homenaje a Juan Almeida Bosque.
Para el combatiente de la Sierra, coronel Gerardo Cabrales Lara, tres palabras resumieron su presencia: «por leal, por valiente y por revolucionario».
La pequeña Elizabeth Aragón Leyva, de nueve años, admira a Almeida «por luchar por Cuba Libre».