Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Abren instituto de belleza para niños en Las Tunas

Autor:

Juan Morales Agüero

Comenzó a funcionar hace solo unas semanas en esa provincia del oriente cubano. La mayoría de las ofertas están dirigidas al tratamiento del cabello con fines estéticos

LAS TUNAS.— Cuando uno franquea la puerta principal del Instituto de Belleza Infantil Ismaelillo tiene la impresión de haber llegado a un paraíso de fantasías. Además de su esplendor y funcionalidad, cada detalle exhibe la inconfundible huella de la gente sensible. El lugar resplandece como una joya recién pulida, porque así resultan las obras que se conciben con el alma puesta en los niños.

«Comenzamos a prestar servicio hace solo unas semanas. Nuestro objeto social es ofrecerles alternativas a pequeñines y adolescentes en materia de embellecimiento. Ya muchos de ellos se dejan ver por acá en compañía de sus padres. En la medida en que otros conozcan de nuestra existencia, las visitas se harán más numerosas», afirma Miriam Membrado, administradora de la novísima institución tunera.

Son varias las prestaciones que oferta esta unidad para los jóvenes. La mayoría centra su atención en el tratamiento del cabello con fines estéticos. Así, en la tablilla figuran corte y lavado de pelo y la aplicación de suavizadores... En el futuro inmediato se sumarán otras opciones, como el cuidado del cuero cabelludo, que desde el punto de vista comercial carece de precedentes en Las Tunas.

Al recorrer las áreas de esta singular instalación me pareció que lo hacía a través de las páginas de un libro de cuentos. Desde el enorme cuadro de bienvenida con motivos infantiles, hasta los multicolores globos colocados en los sitios más insospechados, las evocaciones de Gulliver, Elpidio Valdés y Pulgarcito devienen recurrencias.

La planta alta se imaginó para entretener a las niñas y los niños que aguardan por su turno en los sillones. Allí funciona una ludoteca, suerte de jardín con juguetes, donde, además de divertimento y recreación florecen también nuevas amistades. La espera se les hace corta a los muchachos en medio de juegos de damas y dominó, pelotas, muñecas, cubitos, bolos...

El espacio incluye una minibiblioteca, con lo mejor de la literatura infantil de todos los tiempos. En el menú bibliográfico no podía faltar la obra martiana, por lo que en la estantería ocupa un sitio de relevancia La Edad de Oro.

Desde un ángulo del Ismaelillo observo que un niño acaba de ser atendido por uno de los barberos. Voy hacia él, me presento y lo saludo. Félix Eduardo Pérez tiene nueve años, estudia el cuarto grado y anda de visita por Las Tunas, pues es santiaguero. «Estoy contento con mi pelado —afirma, mientras el fígaro Rolando Montero le facilita un espejo—. Es la primera vez que me lo hago. Me gusta. Así es como lo usan mis cantantes favoritos».

A su lado, su papá, Miguel Pérez Peña, califica de admirable y útil al flamante instituto de belleza. Añade que no solo beneficia a los pequeños usuarios en los órdenes estético y educativo, sino también a los mayores que los acompañan, pues les permite regodearse durante un rato con un panorama inédito y pintoresco. «Ojalá esta iniciativa prenda en todas las provincias cubanas», acota.

En la planta baja radican la recepción y buena parte de los servicios especializados. Y está el vestíbulo, suerte de anticipo de lo que reserva la institución en materia lúdica. Una pecera, juguetes diversos para los párvulos más pequeños, fotos de niños en las paredes con modelos de pelados, un televisor, motivos infantiles por doquier...

«Pronto instalaremos aquí otros atractivos para hacerles a ellos más grata todavía la espera —interviene Miriam—. Se emplazará un par de esculturas de marmolina que personifican a un niño y a una niña. También colocaremos una imitación de carrusel con cuatro caballos inmóviles, hecho de maderas preciosas. Y allí, en aquella pared, un cuadro a relieve del Ismaelillo junto a su padre, José Martí.

«A las quinceañeras les ofertamos diferentes tipos de peinados, tanto convencionales como de estilo —asegura Cruz María Oveja, una de las peluqueras—. Procedemos según sus gustos y acorde con las últimas tendencias de la moda. Y si ellas lo desean pueden pedirnos también tónicos capilares, cremas, aceite y champú con masajes... Cuando esté a plena capacidad, nuestra unidad será un referente de belleza».

Pero no es solo al cabello está dirigido el trabajo de los estilistas de la joven institución. El arreglo de manos y uñas es otra de las especialidades. Para las adolescentes que rondan las 15 primaveras existe un variado surtido de pinturas, y opcionalmente podrán elegir diseños con fantasías. Si de arreglos de cejas se trata, el centro le brinda también ese servicio.

"Nuestro colectivo quisiera que a partir de ahora los niños y jóvenes de ambos sexos nos recordaran como la institución especializada en esas edades donde se pelaron, peinaron, retocaron o arreglaron por primera vez en sus vidas —apunta Miriam mientras me muestra un local próximo—. Aquí tenemos condiciones para complacerles sus gustos. Ellos transitan por una etapa difícil. Y deseamos ayudarlos».

Entre las alternativas que pueden servir de apoyo a ese propósito me cita el tratamiento al acné juvenil, un padecimiento de la piel que, por las secuelas que deja sobre la epidermis, suele infundirles pavor a los adolescentes. La institución tiene previsto atenderlo. También el servicio de limpieza de cutis, para anticipar con suficiente tiempo las defensas contra enemigos de esa naturaleza.

«Contamos con un colectivo laboral muy competente, capaz de brindar servicios de excelencia —asegura Miriam—. La captación especializada comenzó a realizarse en el año 2007. En su preparación se incluyeron desde conferencias sobre sicología de las edades hasta aprendizaje de lenguaje por señas para facilitar la comunicación con posibles clientes discapacitados. No dejamos ningún cabo suelto».

El Instituto de Belleza Infantil Ismaelillo acaba de debutar con buen pie en el panorama citadino tunero. Iniciativas así el pueblo las agradece, porque confirman la naturaleza humanista del proceso revolucionario, para el cual nada es más importante que un niño.

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