Félix Varela «Mientras se piense en Cuba, se recordará con respeto y veneración a aquel que nos enseñó en pensar», dijo José de la Luz y Caballero del Padre Félix Varela, quien murió un 25 de febrero hace 156 años, dejándonos las trincheras de ciencia y conciencia que hoy escudan nuestra nación.
Varela siempre priorizó la reflexión y la práctica ante la repetición memorística y la rigidez de los centros de enseñanza de la época, fuertemente marcados por los dogmas religiosos.
«Aprender de memoria es el mayor de los absurdos, pues si falla la memoria falla todo lo estudiado, por ello la constancia en el estudio consolida los conocimientos», decía —en este sentido— a sus alumnos.
Portador de una ideología precursora para su época, el presbítero fue filósofo, político, maestro y escritor, con un importante desempeño en la vida intelectual, política y religiosa en la Cuba de principios del siglo XIX. Es considerado, por consiguiente, uno de los forjadores de nuestra nacionalidad.
Un hecho poco conocido de la vida del Padre Varela es que fue también inventor: en una ocasión mereció un premio por la creación de un nuevo dispositivo mecánico para amortiguar el ruido producido por las ruedas de los carruajes durante sus desplazamientos en las empedradas calles de la época.
Algunos años después se publicó en el Repertorio Médico de La Habana la descripción de un novedoso sistema destinado al mejoramiento de la circulación del aire en los hospitales. El inventor, aquejado de asma, sabía cuánto necesitaban de aire puro y filtrado quienes padecían la enfermedad.
Con el independentismo que le caracterizó, Félix Varela fue el primero en despertar la conciencia de nuestra dignidad como hombres y como cubanos. Su afán renovador en todos los campos del saber y el hacer cultural, social y político, lo convierten en una personalidad esencial de nuestra historia.