Concepción Campa. Foto: Calixto N. Llanes Fue en 1960 cuando Fidel pronunció aquella frase, casi sentencia, de que el futuro del país tendría que ser necesariamente de hombres de ciencia. Fue un reto. Pero desde entonces, ni un solo segundo se ha descansado. Y ha sido la medicina, no casualmente, la «niña de los ojos» de nuestro desarrollo científico.
Acerca del desarrollo de la ciencia nacional JR conversó con la doctora Concepción Campa, actual directora del Instituto Finlay, y quien lideró la investigación que permitió desarrollar, hace más de 20 años, una vacuna contra la meningitis meningocócica tipo B.
Según ha explicado Conchita en otras ocasiones, dicha vacuna constituyó una guía para enfrentar las regulaciones farmacéuticas, la aplicación de buenas prácticas de producción, de laboratorios y clínicas, así como las prácticas de las reglas de la bioética.
—Fidel predijo un día que Cuba sería un país de hombres de ciencia. ¿Cómo imagina usted ese país dibujado por Fidel?
—Fidel con su admirable visión de futuro, que siempre ha sido capaz de ver mucho más allá, previó que el pueblo cubano con la educación, que él mismo gracias a la Revolución iba a garantizar, sería capaz de hacer ciencia, pues de manera especial se iban a conjugar los conocimientos recibidos a través de una amplia educación con la creatividad y el ingenio que caracteriza a los cubanos. ¡Claro que Fidel también fue capaz de dibujar ese país con hombres de ciencia inmersos en una ética y en unos principios especiales!
—¿En qué medida la ciencia revolucionaria cubana le ha aportado conceptualmente a la ciencia mundial?
—La ciencia revolucionaria cubana le ha aportado a la ciencia mundial en varios sentidos; por supuesto, con aportes de nuevos descubrimientos en todos los campos, destacándose en particular los relacionados con la salud, pero también en demostrar cómo, cuando se unen la voluntad de un gobierno con la colaboración entre los centros y entre los propios científicos, la consagración y espíritu de servicio y el desinterés personal, se puede hacer la más divina de las ciencias, sin que medien grandes volúmenes de recursos que por lógica no existen en los países pobres.
—¿Hay alguna diferencia entre la ética del científico revolucionario y la de sus colegas de otros países?
—Sí, existe una gran diferencia entre la ética del científico revolucionario y la de sus colegas de otros países del mundo. El científico cubano entrega su esfuerzo y sus desvelos con el ánimo de encontrar soluciones a problemas de la humanidad, ya sean a favor de la salud, de la producción, del medio ambiente, de los servicios, etc., sin que el móvil para ello sea el lucro, las ganancias y el beneficio personal o individual. El científico cubano, además de que nunca va a preguntar cuánto dinero le darán por esto, sin contar el tiempo que dedica a su empeño, siempre ha dedicado su esfuerzo a temas dirigidos a hacer el bien, y esa es también una gran diferencia, unida a la honestidad y transparencia de sus aportes.
—¿En qué medida la ciencia desarrollada por la Revolución puede convertirse en soporte económico del país?
—La ciencia está presente en todas las esferas económicas del país, y el desarrollo de la nación no puede preverse sin nuestro apoyo. Por otra parte, hay sectores específicos como el de la biotecnología, que han demostrado un incremento paulatino de sus cifras de aporte a partir de ventas de vacunas y productos farmacéuticos, lo cual los coloca en los primeros renglones de la lista de exportadores cubanos.
—Uno de los problemas del socialismo llamado «real» fue no generalizar los resultados científicos. ¿Enfrentan los científicos cubanos situaciones similares?
—El proceso de generalización de resultados científicos es uno de los procesos más complejos en el mundo entero, pues el escalado productivo conlleva retos de toda índole. No obstante, en Cuba desde hace muchos años, a través del movimiento del Fórum de Ciencia y Técnica y bajo la guía de Fidel, se hace mucho hincapié en lograr la generalización de las soluciones. Existen muchos ejemplos que demuestran que esto se ha logrado. Puedo citar las aplicaciones masivas de las vacunas desarrolladas y producidas en Cuba como la de Meningitis, la Hepatitis B, la del Haemofilus Influenzae, las combinadas tetra y pentavalente, entre otros productos que tanto han ayudado a la atención de la salud de los cubanos y de otros pueblos del mundo.
—El país tiene varios movimientos como las BTJ y el Fórum Nacional de Ciencia y Técnica, que posibilitan la integración del pueblo a la ciencia. ¿Son compatibles la profundidad y el rigor del tipo de investigación que ustedes hacen con este otro tipo más popular?
—Los movimientos de la BTJ y del Fórum de Ciencia y Técnica se complementan totalmente de manera armónica y singular, no vista en ningún otro país del mundo, donde no es común la integración del pueblo a la ciencia como ocurre en Cuba. La vida, los retos y las necesidades que atender cubren una amplia gama de problemas, que van desde temas muy sencillos hasta los más complejos y profundos, y que en la misma medida requieren un mayor o menor rigor. Esto es perfectamente compatible y armonizable, y es interesante también el he-cho de que se complementan y enriquecen mutuamente, pues una necesita de la otra.
—Si le pidieran hacer una imagen científica que dibuje la Revolución Cubana a sus 50 años, ¿cómo la haría?
—A sus 50 años la Revolución Cubana es la mayor muestra de humanismo que pueda existir en el mundo de hoy. Si me piden que dibuje la Revolución Cubana en su imagen científica lo haría con ese mismo pincel que dibuja una obra de servicio, entrega, ayuda a los más necesitados, solidaridad y amor por todos.