El Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) analizó el desempeño de esa organización y las estudiantiles en la prevención y atención social
No fue un punto más de la agenda. No fue mirado como un tópico de los que puedan ser llevados y traídos a la ligera. Porque como comentó este martes el primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Julio Martínez Ramírez, el desempeño de la Juventud y las organizaciones estudiantiles en la prevención y atención social es un asunto profundo, que exige atención permanente en tanto resulta estratégico para la sociedad.
«La esencia misma de la organización de vanguardia es educar, formar a las nuevas generaciones», recordó Julio Martínez durante la reunión del Buró Nacional de la UJC, en la cual pidió no perder de vista, si se hace un análisis referente a los retos sociales, que no hay país en el planeta, como Cuba, que tenga tantas posibilidades —por cómo está estructurada y por la voluntad que en ella prevalece—, para atender diferenciadamente a cada ser humano que lo necesite.
«Tenemos —dijo—, una juventud mayoritariamente sana, solidaria, culta y patriótica. Sucede que quienes tienen problemas sociales suelen hacerse notar, y algunos asocian a la juventud con ese grupo necesitado de un trabajo especial».
El dirigente juvenil llamó la atención sobre el papel que en cada escuela y centro de trabajo deben desempeñar los comités de base. Y no obvió un espacio crucial como la comunidad, donde existen sobradas potencialidades para el trabajo social.
«La Batalla de Ideas y la labor de la UJC nos han demostrado en todos estos años que hay niños necesitados de una atención diferenciada desde su nacimiento, así como las familias a las cuales pertenecen», reflexionó Julio Martínez, quien además destacó que la prevención y la atención social deben convertirse en prioridad cotidiana en cada estructura municipal de la Juventud, allí donde las cifras pueden desgranarse caso por caso, y el trabajo puede ser más eficaz.
Sobre los adolescentes y jóvenes desvinculados del estudio o el trabajo, el Primer Secretario de la UJC afirmó que la organización política tendrá que seguir trabajando para incidir en las causas que generan esas actitudes, y que el compromiso debe ser llegar a todos; fortalecer, entre otros, el valor del trabajo; y fomentar un sentido sano y culto de la recreación.
Joel Queipo Ruiz, miembro del Buró Nacional de la UJC, mencionó las principales líneas de trabajo que la Juventud tiene en la esfera del trabajo social: una está dirigida a los estudiantes que no cumplen con sus deberes escolares; otra tiene que ver con la atención a menores con problemas de conducta, así como a sus familiares. Otros esfuerzos van encaminados a atender a los desvinculados del estudio y el trabajo. También han sido trazadas estrategias para quienes han sido sancionados por la ley y deben reincorporarse socialmente.
Adalberto Hernández Santos, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), recordó algunas iniciativas acometidas por el estudiantado en las comunidades, y comentó que, en términos de trabajo social, tan importante para el futuro de la Revolución, quedan muchas cosas por hacer, entre ellas aprovechar mejor las herramientas que un centro docente tiene para influir sobre el comportamiento de sus alumnos.
El miembro del Buró Nacional al frente de la esfera de Educación, Deporte y Salud, Roilán Rodríguez Barbán, planteó algunas interrogantes relacionadas con la importancia que tiene un centro docente si de trabajo social se trata: ¿Cómo lograr que la escuela se refleje más intensamente en la sociedad, y que la incidencia a la inversa no sea la que predomine? ¿Cómo podríamos precaver indisciplinas de las que tienen lugar en algunos centros docentes? ¿Cómo hacer para que los estudiantes aprovechen óptimamente el tiempo en las aulas?
También abogó por seguir fortaleciendo el papel de los profesores jóvenes, así como de la familia, donde no pocas veces los muchachos crecen a la sombra de un paternalismo que no promueve actitudes de rigor y esfuerzo ante la vida.
La relevancia de fortalecer el trabajo vocacional, y la necesidad de formar a técnicos y profesionales en dependencia de lo que está demandando el país, fueron objetivos sumados a la reflexión por Enrique Gómez Cabezas, miembro del Buró Nacional de la UJC y coordinador del Programa de los Trabajadores Sociales.
Él propuso adicionar al plan de acción de la Juventud el trabajo de cada comité de base, para evitar la deserción escolar y laboral. Y trajo a colación la actitud de algunas instituciones que no declaran plazas vacantes, las cuales pudieran resultar de interés para los jóvenes.
«¿Cómo elaborar acciones que pongan a la gente a pensar sobre las causas de nuestros desafíos sociales?», preguntó Enrique Gómez en alusión a una labor tan compleja como la de la prevención, cuyos frutos suelen recogerse a largo plazo.
Otros matices sobre el papel del comité de base aportó Maday Iglesias Pérez, miembro del Buró Nacional de la UJC, al frente de la esfera de los Jóvenes Trabajadores y Combatientes. Para ella esa estructura es decisiva en el momento de recibir a un joven en un centro laboral, y en el camino de lograr su sentido de permanencia y pertenencia.
Conocer mejor la Historia nuestra; entender que la deserción escolar es un error primario a partir del cual se generan otros múltiples desvíos, y reconocer que se ha avanzado en el trabajo social, pero aún queda mucho por hacer, constituyeron otras ideas en una reflexión cuya premisa fue que la Revolución ha demostrado que puede atender, con rostro, nombre y apellidos, a cada uno de sus hijos.