Francisco Gisbert recogió decenas de metros de bajantes telefónicos para entregarlos a los reparadores de ETECSA. PUERTO PADRE, Las Tunas.— Una profesional explicación de porqué su número telefónico estaba cruzado y el de su hermana, que tuvo servicio durante el huracán y en los primeros días después se había interrumpido, recibió Sonia Cabrera, vecina del Boquerón en Puerto Padre, de Younes Peralta Fernández, jefe de brigada del Centro Telefónico de Príncipe, en la capital, quien le aseguró que en la tarde, luego que se corrigiera el empate realizado en el cable y se pusieran temporalmente hules en las hendiduras hechas por los pedazos de «fibros» y de zinc, se restablecerían los servicios.
Dos parejas de reparadores instaladores de la Ciudad de La Habana trabajan en Puerto Padre. Es su primera visita a la Villa Azul de los Molinos, por eso no entienden la añoranza de los puertopadrenses por la sombra de sus árboles, y el verde de los manglares que ya empiezan a retoñar. Están admirados por el café que les sirven al lado de sus escaleras, y de quienes les prestan las lámparas para que trabajen en la casa del vecino, en los repartos donde aún no hay electricidad, y de Arnulfo, el director del Hospital, que anoche los acompañó con su carro para iluminarlos y facilitarles el trabajo en las cajas terminales mientras restablecían el servicio en las casas del Reparto médico.
A la brigada de línea de Guantánamo hay que irle a avisar de que el comedor cierra para el almuerzo, y lo único que piden es agua fría. La de Puerto Padre es muy salobre, nos dice Victoriano Mauline Chivas, jefe de la agrupación de ocho guantanameros que aseguran que, si en el infierno se bebe algún líquido, tiene que ser el agua salobre de Puerto Padre caliente.
A más de 30 kilómetros de Puerto Padre queda la salina. Las fuerzas de los vientos contaminaron de piedras y arena las inmensas lomas de sal ahora el reto es salvarlo. El enlace de las comunicaciones desde las instalaciones ahora destechadas de esta unidad del MINBAS a Puerto Padre es por radio. El mástil de la antena no fue dañado y ya se trabaja en su restablecimiento. Los equipos de radio quedaron bajo los escombros y los peritos han recomendado su sustitución.
El cable submarino que cruza el cañón de entrada de la bahía soportó el embate de las olas. Solo en uno de sus extremos se desprendió el protector. Se le realizaron mediciones y está intacto. Ahora hay que rehacer la red de la localidad de El Socucho y la de La Boca, que quedaron totalmente devastadas. Será necesario emplear compresores para cavar los huecos donde irán los postes, por lo rocoso del terreno.
En La Boca, Francisco Gisbert González entregó a los reparadores de ETECSA decenas de bajantes telefónicos que recuperó de las calles de la zona costera al día siguiente del huracán, los que podrán ser reutilizados en la conexión de los teléfonos.
Pocas han sido las casas y entidades donde hay teléfonos que preservaron los bajantes. Por todas las esquinas se ve el accionar del restablecimiento de estos. Los vecinos reclaman con insistencia el servicio; se ha dado prioridad a los centros de salud, a las escuelas... Primero lo que ayude a muchos, es la respuesta.
Entre los paquetes de las personas que bajan de los ómnibus y camiones desde las comunidades rurales no es raro observar teléfonos fijos alternativos para cargarlos donde hay electricidad. Esto nos lo explica Benito Rodríguez, de la escuela rural de Las Tapas, en Chaparra, quien trae el back up de su computadora con el mismo fin, y este le sirve además para cargar el teléfono comunitario de la zona donde está ubicada la escuela.
Con las esculturas suturadas de su Quijote en la entrada del malecón, la estatua del General Máximo Gómez en su lugar y las principales vías de la ciudad con luz eléctrica, se comienza a sentir que el Ike será una pesadilla en la memoria colectiva y una enseñanza para el diseño de una vida armónica entre las fuerzas de la naturaleza y el hombre.