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Arrasa Gustav en el occidente cubano

Muchos pueblos de Pinar del Río, en el extremo oeste de la Isla, muestran una imagen fantasmagórica. Las edificaciones y la naturaleza dan la impresión de haber sido agredidos por algún ser sobrenatural

Autor:

Zenia Regalado

El hueco de la persiana de aluminio en el apartamento de Miriam Hernández simula casi un paisaje y demuestra cuánto puede sufrir un edificio azotado por un huracán categoría cuatro. Foto: Santiago Calero El pueblo de Los Palacios, a casi 60 kilómetros de la capital pinareña, muestra una imagen fantasmagórica.

Parece un lugar bombardeado, mordido en todas sus construcciones, como si un ser sobrenatural se hubiera empeñado en dejar sin techo a la mayoría de las viviendas, y en virar al revés todo vestigio verde. Las raíces están al desnudo y los troncos yacen derribados.

Ni el parque, recientemente reanimado y del cual se preciaban sus pobladores dejó ni un mínimo espacio para el descanso. Igual suerte corrieron comunidades vecinas, como Paso Real, San Diego, Paso Quemado.

En cualquier esquina de Los Palacios se encuentran testimonios de destrozo, pues se estima, según datos preliminares de las autoridades, que en dicho municipio se produjeron unos 4 500 derrumbes totales y que alrededor de 6 500 viviendas fueron afectadas en los techos.

En toda la provincia se dañaron 90 000 viviendas, según dijo a Juventud Rebelde, Pablo Véliz, director provincial de esa entidad, quien informó además que se espera un cargamento con 50 000 tejas de asbesto cemento, las cuales no cubrirán las cuantiosas necesidades, pero paliarán algunas de las más apremiantes.

Antes de Gustav se hizo una solicitud a las entidades centrales de un 1 700 000 tejas de asbesto cemento; pero el meteoro superó todos los requerimientos.

Brigadas de linieros de la Unión eléctrica procedentes de provincias como Guantánamo, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Villa Clara y Cienfuegos ya trabajan en la provincia levantando postes y recomponiendo tendidos de cables en los ocho municipios más afectados.

La capital vueltabajera ya tiene fluido eléctrico en repartos del casco urbano, aunque faltan otros de la periferia, entre ellos el reparto Cuba Libre.

En Los Palacios y otros municipios más dañados este servicio demorará más.

Un aviso para los edificios

En el quinto piso del edificio uno, en el pueblo de Los Palacios, Miriam Hernández Canino pasó junto a su hija terribles momentos en los que pensaba que ambas morirían.

Con el nerviosismo aún en el rostro relató a los reporteros la angustia del azote de Gustav, quien demostró que un huracán categoría cuatro se burla de las persianas de madera y también de las de aluminio.

«Primero escuchamos como explotaba una de las persianas de aluminio del cuarto. Corrimos y nos acostamos en la cama, entre dos colchones, pensando únicamente en salvar la vida. Después estallaron todas las persianas. La fuerza de los vientos se llevó mis dos sillones de aluminio que tuvimos que recoger después a dos cuadras del edificio. El refrigerador fue derribado.

«Nunca pensé ver una cosa así en un edificio de apartamentos», afirma mientras se mueve nerviosa de un lado para otro en su hogar que está patas arriba, como miles, al día siguiente del paso de Gustav.

Miriam, decidió quedarse en su hogar; pero una vecina suya de la tercera planta: Idania Valdés Hernández, se fue para la casa de su mamá, quien vive en bajos. Al regreso, encontró dos closets de los cuartos prácticamente triturados, como si algún animal se hubiera dedicado a morderlos pedazo a pedazo. Una parte de la ropa voló nadie sabe a dónde.

Las persianas de su apartamento son de madera. Todo indica, según lo que ella dedujo, que al penetrar los fuertes vientos por una, arrancaron después la puerta del cuarto de su hijo, la cual posiblemente salió disparada como un proyectil y rompió el balcón.

Ella, muy angustiada ante los destrozos en el interior de la vivienda reconstruye la escena de la embestida de Gustav, tal y como indican las heridas que dejó el meteoro en su hogar.

En cualquier esquina del pueblo de Los Palacios se encuentran testimonios de destrozo, pues se estima según datos preliminares de las autoridades, que en dicho municipio se produjeron unos 4 500 derrumbes totales y que alrededor de 6 500 viviendas fueron afectadas en los techos.

Gustav indudablemente marcará un hito, con sus records de diverso tipo, y quien demostró que con esa fuerza no se cree en nada, que lo digan si no las torres de alta tensión retorcidas como si fueran de papel.

Eustasia recuerda el ciclón del 44

Eustasia Fuentes Báez, de 80 años, cataloga al ciclón del 44 como un paseíto comparado con Gustav. Foto: Santiago Calero Recorriendo el pueblo cuyo nombre hiere ahora los sentidos: Los Palacios, y en busca de testimonios de cómo sus pobladores vivieron más de seis horas como dentro de una centrífuga, nos hablaron de una de las residentes de más edad: Eustasia Fuentes Báez, de 80 años.

En el patio de su casa y muy cerca del taller de carpintería de su hijo derribado por el meteoro conversamos con ella:

«Esta casa de madera y tejas que ahora se regaron por todos lados allá arriba, es de 1950. Era de tabla y la construimos de mampostería.

«En 1944 yo vivía en Los Pinos, San Cristóbal. Aquel ciclón no fue como esto. La casa en la que yo vivía era de madera y guano y entonces no le pasó nada. Fue un paseíto que comenzó a las dos de la madrugada y duró unas dos horas.

«Este Gustav nos azotó más de seis horas, pues hubo personas en la casa que midieron el tiempo mientras escuchábamos como todo volaba allá afuera.

«Además del taller de carpintería, nos derribó una casita de desahogo; pero muchos otros quedaron peor, pues sus casas se derrumbaron totalmente».

Eustasia antes de jubilarse fue hace años auxiliar pedagógica en el seminternado Eladio Alles Collazo y nunca pensó que al abrir la puerta de su casa vería algún día semejantes imágenes de destrucción.

Pero la solidaridad y el apoyo moral se multiplican como bálsamo en Los Palacios y en los otros siete municipios azotados por el huracán. De una casa salen alimentos para varias; un vaso de café se comparte en cuatro y hay viviendas que hasta se han convertido en almacén para las pertenencias de sus vecinos.

Sin dudas la gastronomía popular tiene ahora ante sí un gran desafío: ayudar a paliar los problemas con la cocción de alimentos al faltar el fluido eléctrico.

Emilio Triana Ordaz, primer secretario del Partido en Los Palacios, precisó a JR que las urgencias a las que se trata de buscar alternativas son el abasto de agua; la rehabilitación de las unidades gastronómicas, la mayoría afectadas, incluso hasta el centro de elaboración de alimentos perdió su techo.

No es fácil el camino; pero los pinareños, gente sencilla y trabajadora saben que no están solos, tal y como lo ha demostrado la presencia permanente de dirigentes del Partido y el Estado en los territorios más azotados.

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