Guantánamo.— El estudiante Ernesto Barnes, del Instituto Politécnico de Informática Diosmede Córdova, tiene una manera muy peculiar de emitir sus criterios. A cada razonamiento antepone una muletilla: «Un ejemplo hipotético», pero cuanto afirma, parece hipótesis confirmada y devenida reclamo que comparten sus colegas de especialidad.
«Las prácticas preprofesionales son un problema muy complejo. Llegas a una empresa; un ejemplo hipotético: COPEXTEL y los “tutores” no tienen tiempo para atenderte, andan de prisa; si te dan un problema técnico para que lo resuelvas, apenas te guían; si hay dudas, no andes preguntando mucho... arréglatelas como puedas...
«Lo más normal es que pierdas el tiempo en una oficina, sin contenido concreto para las prácticas ni temas que investigar. A veces te topas con un tutor bueno, pero a la mayoría le da lo mismo.
«Pero digámoslo todo: ciertos estudiantes también prefieren estar en la farándula, quemando CD, oyendo música o conversando trivialidades, lo cual debería ser un latigazo a la conciencia individual de cada uno».
A sabiendas de que tocaba un punto espinoso dentro del debate en la asamblea provincial guantanamera, previa al Congreso de la FEEM, Ernesto echó mano a un papelito para no perder las ideas que sus compañeros de grupo le pidieron que expusiera ante los 200 delegados a la cita:
«Desplazarse a las entidades que te asignaron supone para muchos un quebradero de bolsillo: cuatro o cinco pesos diariamente para transportarte en coches y camionetas; el pago de la merienda, el almuerzo... Pensamos que sería apropiado analizar si es posible un aumento del estipendio para los estudiantes de práctica y el cobro del 50 por ciento del costo del pasaje en el transporte público como sucede con la FEU».
Nada faltaba en aquellos apuntes que revisaba el joven, porque la paja en el ojo propio fue removida también hacia el terreno que compete a los dirigentes de la FEEM en las escuelas. ¿Por qué salir de práctica implica divorciarse de la organización? «Nadie del secretariado a nivel de centro te visita para conocer cómo te va, y uno no se preocupa por funcionar como organización en esas condiciones».
Los análisis llegaron también a otras especialidades, resentidas por la poca atención que determinadas instituciones prestan a las prácticas o las BET. Gloria Victoria Lao Fernández, de la Academia de Artes Plásticas habló sin cortapisas:
«A veces nos sentimos maltratados, porque se coartan nuestras iniciativas y permanecemos en un aula de Secundaria haciendo un mural o simplemente perdiendo el tiempo. Cultura en el territorio debería aprovechar más nuestros conocimientos y habilidades», dijo la estudiante.
Yasnay Gamboa, de un politécnico, abordó el no menos complejo asunto de la falta de correspondencia entre la cantidad de especialidades y su matrícula, con las perspectivas reales de emplearse en tales campos. «Para qué tantos técnicos hidráulicos, por ejemplo, si no los necesita la provincia», preguntó.
Alexander Manso, a cargo de la enseñanza técnico-profesional en el MINED, se refirió a los análisis y decisiones que se adoptan sobre los asuntos planteados y otras carencias de la especialidad, como la base material de estudio; así como a propuestas para el tratamiento salarial a quienes se desempeñan como tutores en los centros de trabajo.
El debate, calificado como muy profundo y crítico por Patricia Flechilla, presidenta de la FEEM, dejó claro también que este proceso abre caminos para «atender esas preocupaciones y responderlas en la medida de lo posible».
Al mismo tiempo hubo consenso en que permanecían asignaturas pendientes para los más de 28 000 miembros de la FEEM en la provincia. Una de estas es el funcionamiento, que como acotara Roilán Rodríguez, miembro del Buró Nacional de la UJC, «no se resuelve con decretos y sí apelando a la conciencia y la vocación revolucionaria del estudiantado».
El imprescindible apoyo que tiene y tendrá la FEEM por parte de la UJC y del Partido fue ratificado por el miembro del Comité Central y primer secretario aquí, Luis Antonio Torres Iríbar.