Rubén Batista. Han pasado 55 años desde que la historia acogió al primer mártir de la lucha contra la tiranía batistiana. Transcurría el año 1953, y un grupo de jóvenes comprometidos con la libertad defendía la memoria de los héroes.
El 15 de enero de ese año, un grupo de estudiantes universitarios escenificaba una heroica protesta contra la profanación con chapapote del busto de Julio Antonio Mella por parte de personeros de la dictadura. El busto al líder universitario se había erigido cinco días antes por la FEU a los pies de la Colina Universitaria, en la capital del país.
Apenas a una cuadra del monumento que recuerda el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina se manifestaba el grupo de jóvenes. Entre ellos se encontraba el estudiante de Arquitectura e Ingeniería Eléctrica Rubén Batista Rubio, quien resultó gravemente herido por las acciones represivas desatadas contra los revolucionarios que protestaban. Una bala le perforó el hígado y le dañó el intestino delgado.
Durante la manifestación fueron heridos otros 16 jóvenes. Batista Rubio fue conducido hacia la Clínica del estudiante, en el hospital Calixto García. Allí luchó durante 29 días contra la muerte. Murió a los 22 años.
El sepelio del mártir estudiantil se convirtió en una ardiente manifestación. El cadáver del mártir fue velado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y su cuerpo bajó en hombros de sus compañeros por la Escalinata universitaria.
Sus honras fúnebres devinieron ardiente manifestación estudiantil, que partió desde la universidad, presidida por una tela enorme con el pensamiento del Apóstol de que la sangre de los buenos no se derrama en vano.
Crecía así la juventud revolucionaria, que daría su mejor fruto en la Generación del Centenario.