Santa Clara.— El grito de ¡cuidado! fue lo último que se escuchó antes que el ómnibus cargado de pasajeros embistiera a la vaca en plena Autopista Nacional, en el tramo villaclareño hacia Sancti Spíritus.
El chofer no pudo evitar la colisión a pesar del giro brusco —más por instinto que por cálculo—, siempre peligroso. A los viajeros, cuando el ómnibus paró a un costado de la carretera, los envolvía una mezcla de sorpresa e incredulidad. No era para menos.
En medio de la madrugada encontraron en la cuneta, con los estertores de la muerte, al animal que por poco desata la catástrofe. El amanecer sorprendió a los pasajeros despiertos. Aún no se habían recuperado del susto que, a cada rato, le hacen pasar en las carreteras.
El hecho de resultar común esos percances merece reiterarlos, porque está en juego la vida de las personas. En las vías de Villa Clara —algo nada excepcional en el país— ocurrieron el pasado año 35 choques entre automotores y animales sueltos en las carreteras.
Como resultado, por suerte, no hubo personas muertas, aunque sí lesionadas, además de daños materiales, reveló la capitana Basilia García Agüero, de la Unidad de Tránsito en la provincia.
Lo sorprendente del fenómeno es que pudieron ser muchos más los accidentes por esta causa. En el 2007 el Ministerio de la Agricultura, en coordinación con la Unidad de Tránsito en el territorio, decomisó más de 200 animales, de estos casi cien andaban sueltos por la Autopista Nacional.
En esa vía de gran circulación se produjeron diez accidentes por culpa del ganado mayor, y entre los vehículos involucrados hubo ómnibus de transportación de pasajeros.
En última instancia el ganado, obviamente, se sale de los potreros por el incumplimiento de las medidas establecidas para su resguardo, además de que también los amarran próximos a las vías, lo cual está prohibido.
A pesar del esfuerzo de la Policía y la Agricultura, el ganado perteneciente a entidades estatales y particulares se mantiene como un peligro para la circulación vial. Y, en cualquier momento, podríamos transitar del susto al siniestro.