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E.R: He tenido relaciones sexuales con distintos hombres y nunca he podido man-tener una estabilidad con ellos, excepto con uno de 30 años. En ocasiones, he probado con otros para ver si en verdad soy yo la del problema. Un amigo me dijo que yo tenía que ser la del problema en la cama. Tengo 20 años.
Ya lograste mantener un noviazgo. Entonces, alguna potencialidad tienes para ello. Quizá valga descubrir cómo pudiste establecer esta relación y los motivos de su ruptura. Es oportuno analizar qué sucede si te resulta difícil establecer lazos afectivos a pesar de quererlos. Estoy de acuerdo en buscar el modo en que puedes estar contribuyendo a esta suerte.
Primeramente, intenta saber si esa estabilidad que dices querer es realmente deseada por ti. Observa si no tienes ninguna contradicción con el hecho de compartir tu vida con una pareja. Luego, trata de observar qué haces tú cuando inicias una relación con alguien. ¿Dónde están el afecto, la ternura, el descubrimiento mutuo u otros indicadores de la existencia de un vínculo amoroso cuando decides entregarte a la intimidad erótica?
Es interesante que lo único que ciertamente haces con estos hombres sea «acostarte» y que la explicación a la imposibilidad de trascender ese acto sea la misma «cama».
Parece que tu amigo y tú le están dando al desempeño sexual un valor que no tiene por sí solo. En verdad, la cuestión de las habilidades prácticas deja de ser esencial cuando se teje un lazo amoroso. La expresión «el principal órgano sexual es el cerebro», destaca que funcionamos en dependencia de nuestras emociones, de nuestra implicación subjetiva. Si solo media el interés por darle goce al cuerpo, puede desvanecerse una vez que se «sacia el hambre». Si además se quiere deleitar el espíritu, entonces se nutre el deseo de trascender la frontera en cada encuentro.
