Suman ya 40 años desde que la joven de la boina calada no se ha vuelto a ver. Cuentan que el último día de su vida atravesaba un río con sus compañeros de lucha. Vestía pantalones moteados para camuflaje, una blusa verdiblanca a rayas, botas, mochila y metralleta.
Tenía solo 29 cuando una bala traidora, en Bolivia, cercenó su gran anhelo de una América liberada. La corriente del Río Grande arrastró su cuerpo.
Desde entonces Cuba lleva a Tamara, Laura o Tania en la memoria. La conserva alegre, sencilla y versátil, y al mismo tiempo profunda, modesta y eternamente revolucionaria.
Con el nombre de Tania la Guerrillera se resiste a quedarse en el recuerdo Haydee Tamara Bunke Bider, quien nació en Buenos Aires, Argentina, el 19 de noviembre de 1937, hija de padres alemanes.
Mas esta tarde de jueves, cuando se cumplieron cuatro décadas de su muerte, no hubo espacio para el llanto. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) efectuó un coloquio para tenerla y retenerla entre nosotros.
Allí, en el Centro de Prensa Internacional, las periodistas Marta Rojas, Lázara Rodríguez y Ángela Soto; las compañeras y amigas de Tania del secretariado nacional de la FMC, Carolina Aguiar y Lupe Véliz, y José Abad, uno de los agentes que la ayudaron a tejer su leyenda, expusieron aspectos de la vida de la joven, desde su retorno de Argentina a la entonces República Democrática Alemana (RDA) hasta su vinculación con Cuba y la independencia latinoamericana.
Evocaron la vida de Tamara con amor y esmero, como cuando los restauradores recuperan cuidadosamente una obra de arte. Marta habló de las incontables virtudes de Laura Gutiérrez (nombre que tenía la joven revolucionaria al iniciar la fase de preparación y organización de la guerrilla en Bolivia), de su vasta cultura e inteligencia.
Se refirió a la rigurosa educación que le dieron sus padres, lo que contribuyó indiscutiblemente a que fuera esa singular mujer. Comentó sobre su sensibilidad por la música, el ballet y otras manifestaciones.
«Tamara era un soplo de energía, vida, coraje. Dondequiera que estuviera se sentía su presencia. Su formación también era profundamente marxista y conocía de Fidel desde las luchas en la Sierra», expresó Lupe.
También Ángela, Carolina, Lázara y José describieron a la amiga y compañera, en las anécdotas, los testimonios y los recuerdos cercanos.
No pareció bastar el encuentro para profundizar en la vida, el pensamiento revolucionario y la vigencia de la muchacha de la guerrilla del Che. Porque, a pesar del tiempo, la historia nunca podrá simplificarla o prescindir de ella.