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Rememoran importantes hechos en Camagüey por el Día de la Rebeldía Nacional

En la historia de este territorio hay tres momentos cumbres vinculados al 26 de Julio: 1977, 1989 y 2007. JR esboza algunos detalles de esas conmemoraciones

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El primer secretario del Partido en Camagüey Julio César García porta la bandera de provincia ganadora de la emulación nacional por el 26 de Julio en el 2007, que le entregara el Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro.

CAMAGÜEY.— Muchos hoy aquí recuerdan aquel día. Resultó tan impactante y crudo el aviso del líder en la plaza agramontina que muy pocos han podido olvidar los detalles extraordinarios de la celebración.

Fue en ese lugar de congregaciones donde, para sorpresa del mundo, Fidel habló a los cubanos de la posibilidad de que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas muriera apuñalada y desmembrada.

«...Si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS; o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró (...) ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo», sentenció el Comandante ese 26 de Julio de 1989.

Y, en medio de esa tarde con amenaza de lluvia, preguntó a los camagüeyanos: ¿Acaso vamos a detener nuestra marcha? ¿Acaso vamos a detener este colosal esfuerzo? ¿Ante las realidades cerraremos los ojos? ¿Ante las realidades meteremos la cabeza, como el avestruz, en un hueco?

«¡No, jamás!», se respondió ante cada interrogante, apoyado en las respuestas por la enardecida multitud. La trascendencia de aquella jornada gravita lo suficiente como para que el rótulo del 26 de Julio jamás sea desligado de Camagüey. Sin embargo, esta provincia tiene otras marcas, como la de ayer, que la enlazan maravillosamente a la fecha.

LOS CAMPOS SE REGARON

Fidel encabezó las dos anteriores celebraciones por el Día de la Rebeldía Nacional en Camagüey.

El primer acto nacional en tierra de El Mayor por la efeméride del Moncada se efectuó el 26 de Julio de 1977.

Acudieron a la conmemoración más de 150 000 compatriotas de las dos provincias centroorientales, aunque Fidel señaló que «nadie duda que la comparecencia a este acto ha rebasado los cálculos previstos. Al menos, hay muchos que están fuera del marco de esta gigantesca plaza».

Se refería a la explanada de unos 90 000 metros cuadrados, ubicada en las afueras de la ciudad, cerca de la universidad agramontina.

Al principio de la fiesta política hubo fallas técnicas con el audio, sobre las cuales el dirigente bromeó. «Al parecer todos están oyendo», dijo con fino humor y ante la exclamación colectiva de «¡Sí!», esbozó una mínima sonrisa.

Para la ocasión habían germinado importantes instalaciones, entre estas la fábrica de tubos, destinados a acueductos y alcantarillados. Tales obras constituían una demostración de lo anunciado cuatro años antes, en la velada por el centenario de la caída de Ignacio Agramonte. Entonces había invitado a regar en los campos camagüeyanos escuelas, hospitales, viviendas, fábricas y granjas.

Por eso, en su larga intervención de hace tres décadas, el Comandante enumeró algunas de las construcciones a punto de concluirse en el territorio: el combinado cárnico, la industria láctea, un combinado de materiales, el frigorífico, la panificadora...

Resultó también su discurso un dibujo de varias realizaciones concretas: la vocacional Máximo Gómez, la escuela de maestros primarios, la universidad, el primer edificio de 18 plantas, un parque recreativo infantil y la Escuela para Profesores de Educación Física (EPEF).

El acto quedó «contagiado», de cierta manera, por los aires del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se desarrollaría en Cuba al año siguiente.

Con vistas al evento, los más nuevos habían realizado numerosas movilizaciones agrícolas y otros trabajos para recaudar fondos, algo que Fidel catalogó como «una buena prueba también del magnífico espíritu revolucionario de nuestra extraordinaria juventud».

VOLCÁN PREVIO

La segunda montaña moncadista le nació al Camagüey en 1989. Esa vez el acto nacional por la efeméride del Moncada estrenó la plaza Mayor General Ignacio Agramonte, inaugurada oficialmente nueve años después.

La celebración se vio precedida de un maratón constructivo que duró 18 meses. En tal lapso, los agramontinos terminaron 1 000 obras, algunas de la magnitud del edificio de 26 plantas, el más alto de la nación fuera de la capital.

«Andar Camagüey para esas fechas era ver andamios, hombres escalando alturas y el área urbana llena de público», contó a JR el periodista local Enrique Atiénzar.

Se habían cumplido entonces los anuncios de Fidel en 1977: la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE), la Escuela de Arte, los llamados Camilitos, el tecnológico de la Salud, la circunvalante, la fábrica de cerveza...

Siempre contundente en las cifras, el Comandante pintó uno de los saltos espectaculares del Camagüey después de 12 años: la mortalidad infantil se había reducido de 26 por cada 1 000 nacidos vivos a 11.

Pero quizá el mayor volcán relacionado con aquel 26 estalló un día antes. Durante el 25 de julio, según Enrique Atiénzar, Fidel hizo un largo periplo por zonas del municipio cabecera, Sibanicú y Najasa.

«Fue un día feliz, porque pudo mantener en distintas comunidades ese diálogo franco y abierto con las masas que le es característico. Fue feliz para él y para los camagüeyanos».

EPÍLOGO

Más de 100 000 camagüeyanos colmaron este 26 de Julio la Plaza Ignacio Agramonte.

Ayer, con más pañoletas, batas blancas... sonrisas infantiles, la tierra de Agramonte vivió otro sismo espiritual. No por un acto, que nunca será meta, sino medio.

Raúl volvió sobre las palabras del líder, llamó a «sumar a todos a la batalla cotidiana contra los errores propios», a homenajear a Fidel con trabajo y contribuir a su restablecimiento con el actuar consecuente «en el puesto que tenemos asignado».

Ayer le brotó a Camagüey, en su vastedad, otra cumbre, similar a aquella desde la cual uno de los mejores cubanos de todos los tiempos proclamó con el corazón que jamás seríamos rotura, fisura o herida, sino ovillo, continuidad... infinitud.

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