En estos días, tras décadas de espera, en Washington han divulgado parcialmente y con mutilaciones documentos oficiales de la CIA que exponen algunos de los planes para asesinar al compañero Fidel Castro y para realizar otros crímenes contra nuestro pueblo. Los cubanos llevamos casi medio siglo enfrentando y denunciando tales acciones y por eso no nos sorprende la noticia.
Lo que ahora reconoce la CIA no es historia antigua. Es realidad presente y lo demuestran los hechos. El próximo 12 de septiembre habrán cumplido nueve años de duro y arbitrario encarcelamiento cinco cubanos que sufren las más injustas condenas por haber combatido pacíficamente, sin armas, el terrorismo patrocinado por Estados Unidos contra Cuba.
En bochornoso contraste hace más de dos años que el peor asesino de este hemisferio está en territorio norteamericano disfrutando de la protección de Bush.
Al poner en libertad a Luis Posada Carriles el actual gobierno de Estados Unidos se desenmascara como cómplice y promotor del terrorismo internacional.
Bush, hace pedazos el Convenio Internacional para la Represión de los Atentados Terroristas Cometidos con Bombas y el Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil, que lo obligan a extraditar a Posada Carriles a Venezuela o a encausarlo ante sus tribunales por la destrucción en pleno vuelo de un avión civil cubano el 6 de octubre de 1976 y la muerte de 73 personas.
Bush ignora además la Resolución 1373 del año 2001, aprobada a instancias de su gobierno por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exige a todos los estados respetar esos convenios, no amparar a ningún terrorista, y garantizar que no escapen a la justicia. Al amparar a Posada Carriles, el gobierno de los Estados Unidos insulta a su pueblo, particularmente a las víctimas del 11 de septiembre de 2001 y viola sus propias leyes, incluida la controversial Ley Patriota, concebida para encarcelar a miles de personas dentro y fuera del territorio estadounidense pero caprichosamente olvidada cuando se trata de un terrorista anticubano.
Como consignó la jueza que examinó los banales cargos de fraude migratorio con los que la fiscalía trata de engañar a la opinión pública e impedir que se le juzgue por sus verdaderas fechorías, Posada Carriles, participó o estuvo vinculado «con algunos de los hechos más infames del Siglo XX... Algunos de estos incluyen la invasión de la Bahía de Cochinos, el escándalo Irán Contras, el derribo del vuelo 455 de Cubana de Aviación, las bombas de 1997 en centros turísticos de La Habana y, según algunos teóricos de la conspiración, en el asesinato del Presidente John F. Kennedy...».
La decisión de W. Bush, similar a la que antes aplicó su padre al socio de Posada Carriles, el también homicida confeso Orlando Bosch, expresa el contubernio de Washington con el terrorismo internacional, cuando sirve a sus intereses, y manifiesta un inmoral doble rasero.
Para escarnio de la justicia, las autoridades norteamericanas protegen a un notorio criminal, mientras mantienen en injusta y cruel prisión a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González, cuya única falta fue luchar contra el terrorismo sin causar daño alguno a nadie. Esta escandalosa infamia se perpetúa pese al reclamo de la inmediata libertad de nuestros Cinco Héroes que le formulan desde todos los rincones del orbe, solicitud además dictaminada por el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU.
La conducta del gobierno de Bush muestra claramente su intención de seguir empleando contra Cuba los métodos más execrables. Los documentos de la CIA revelan parte de los intentos para matar al compañero Fidel Castro y llevar la muerte y el dolor a nuestro pueblo. El cínico respaldo a Posada y el vergonzoso castigo a nuestros cinco luchadores antiterroristas son pruebas irrefutables de que esos viles propósitos, ahora reconocidos, no son cosa del pasado y que esa sigue siendo la política de los actuales gobernantes estadounidenses.
Sepan quienes cobijan a los asesinos y quieren destruir a la Revolución Cubana, que más temprano que tarde los pueblos del mundo les exigirán cuentas y el noble pueblo norteamericano se encargará en su día de lavar la afrenta a su dignidad. Sepan que aquí estamos los cubanos dispuestos a resistir y a luchar para garantizar la libertad y la independencia de la Patria, y junto a Fidel y Raúl, defenderemos nuestra Revolución Socialista al precio de nuestras propias vidas, y sabremos cumplir la promesa de Maceo: «...quien intente apropiarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo, anegado en sangre, si no perece en la lucha».
Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba Ciudad de La Habana, 29 de junio de 2007.AÑO 49 DE LA REVOLUCIÓN