El Parlamento cubano inicia hoy su período ordinario de sesiones. Foto: Calixto N. Llanes
Para nadie es un secreto que el sistema de transportaciones del país reporta un deterioro acumulado, como resultado de los obstáculos que impone a Cuba el bloqueo norteamericano desde hace más de cuatro décadas y de las afectaciones provocadas por el período especial. Esto también ha de tenerse en cuenta cada vez que se hable de la industria azucarera y los nuevos caminos que hoy desanda.Pero, ni el ministro del Azúcar Ulises Rosales del Toro, ni el ministro de Transporte Jorge Luis Sierra Cruz se dejaron llevar este jueves por la nostalgia de los tiempos pasados en que teníamos transporte y azúcar. En sus informes a los diputados, como parte de las actividades previas al IX Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular que sesionará hoy, ambos titulares y otros representantes de sus ministerios señalaron los problemas, se refirieron a las decisiones y soluciones adoptadas por el país, delimitaron las responsabilidades y reiteraron el compromiso de hacer lo que corresponde en cada sector para, poco a poco, llegar a las metas fijadas.
Lo hicieron con optimismo, pero sobre la base de un análisis profundo y sereno, porque el programa de rehabilitación que se lleva a cabo en el transporte y las transformaciones en la industria azucarera solo son posibles en una Revolución.
De eso habló el Ministro del Azúcar, cuando reconoció que «pudimos haber sentido nostalgia por la falta del olor a mieles en nuestros centrales o por la decisión de tener que cerrar no pocos, pero la tarea que nos encomendó la alta dirección del país nos hizo reaccionar con conciencia y disciplina, y ello nos hace creer firmemente que podemos cumplir los compromisos que tenemos con la Revolución, con Fidel, con ustedes y con el pueblo».
UNA INDUSTRIA DIVERSIFICADA
Actualmente el MINAZ continúa trabajando en las cinco líneas fundamentales identificadas en la Tarea Álvaro Reynoso, las cuales tienen como objetivo aumentar la eficiencia industrial y agropecuaria a partir de organizar la fuerza de trabajo en Brigadas Integrales, implementar los presupuestos por campañas, cepas y bloques, organizar la vinculación del hombre al pago por los resultados de la producción, asegurar la capacitación integral de todos los trabajadores y aplicar el extensionismo agrícola.
Al respecto, el titular del sector explicó que hoy el ministerio cuenta con 46 empresas agropecuarias, destinadas íntegramente a la producción de alimentos, y 61 cañeras cuyo objetivo fundamental es asegurar la caña de la zafra, pero que también tienen tierras sembradas con productos agrícolas.
Rosales del Toro, al abundar sobre los efectos de la Tarea Álvaro Reynoso, cuya primera fase se inició en el 2002 y abarcó hasta el 2006, significó que en esa etapa el objetivo fundamental era el redimensionamiento de la agroindustria azucarera, pero que en la nueva fase se busca además convertir al sector en un importante productor de alimentos para el pueblo.
Si bien no se puede estar satisfecho con lo alcanzado, pues todavía queda mucho por avanzar tanto en la parte industrial, como cañera y agrícola, hoy ya se exhiben resultados alentadores, aun cuando en los últimos años la sequía primero, y las intensas lluvias en época de zafra este año, han impactado negativamente. Sin embargo, a pesar de la coyuntura económica adversa o los problemas climáticos, la principal reserva para aumentar la eficiencia está en organizar mejor el trabajo, solucionar las deficiencias de dirección y elevar la preparación del personal y los cuadros.
Al responder preguntas de los diputados, quienes se interesaron, entre otros temas, por la situación de los bateyes azucareros, especialmente en aquellos donde fueron desmantelados los centrales, el Ministro del Azúcar aseguró que las inversiones en nuevas industrias, así como en otras obras sociales han mejorado el nivel de vida de estos lugares, donde si bien los aires que se respiran son diferentes al 2002, todavía subsisten dificultades por resolver, relacionadas fundamentalmente con el abasto de agua, electricidad, el estado de carreteras y caminos o el transporte hacia las cabeceras municipales.
Igualmente, varios viceministros del sector intervinieron para ejemplificar lo realizado en la producción de alimentos, la modernización de la industria, la cosecha de caña o la diversificación, que hoy abarca desde la generación de electricidad para autoabastecer los centrales e incluso entregar al Sistema Electroenergético Nacional, hasta la producción de alimentos o derivados como el alcohol.
El diputado Carlos Lage Dávila, secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, explicó que siempre será conveniente para el país producir el azúcar que necesita para su consumo o el cumplimiento de compromisos internacionales, y aseguró que con respecto al alcohol existe una gran diferencia entre lo que hace Cuba y el objetivo de otros países, pues aquí este es un subproducto del azúcar, ya que el fin primordial de la caña es convertirla en ese alimento.
Hoy, más que hablar de grandes cifras, el MINAZ prefiere que prime ante todo la eficiencia, traducida tanto en lograr que la caña se siembre a tres trozos, punta con punta, para ganar en rendimiento, o que los centrales funcionen solo si sus indicadores lo ameritan, así como en lograr que el 1,3 millones de hectáreas de tierra destinadas a alimentos para el pueblo alcance los niveles adecuados de producción.
NO DESESPERARSE NI DESANIMARSE
Similar estilo le imprimió a su presentación el miembro del Buró Político y ministro del Transporte, Jorge Luis Sierra, quien en la sesión matutina de este jueves ofreció a los parlamentarios una información actualizada del sector.
La rehabilitación del sistema de transportaciones del país se tomará más tiempo del que deseamos y necesitamos. Pero no hay que
desanimarse ni desesperarse. La máxima dirección del Estado cubano conoce al detalle el negativo impacto que ese deterioro acumulado provoca no solo en la transportación de pasajeros, su cara más visible, sino también en asuntos tan vitales como el traslado de las cargas —alimentos, materiales de construcción y otros recursos indispensables— de un sitio a otro de la Isla, sin dejar de mencionar la considerable reducción del parque automotor y el estado técnico de los medios que siguen rodando.
El Estado sabe muy bien que sin transporte no hay desarrollo, y ello justifica los cuantiosos recursos que dedica hoy en aras de revertir la situación.
El titular del sector expresó sin cortapisas que la tarea de optimizar la explotación de esos recursos exige un gigantesco trabajo organizativo, con el más elevado sentido de cumplimiento del deber social, y una eficiente labor por parte de todos los trabajadores y cuadros del sistema en sus distintos niveles.
Conociendo de antemano las expectativas de los diputados, Sierra dio algunas coordenadas sobre aquellos asuntos que más inquietan a la población en el día a día.
La transportación de pasajeros —precisó— tendrá una mejoría gradual, pues está prevista la adquisición de un importante número de ómnibus para las diferentes modalidades. De tal suerte, prosiguió, los mismos llegarán al país en los próximos meses, lo que permitirá discretas mejorías en este servicio.
En la modalidad intermunicipal se restituirán los enlaces de los municipios con la capital provincial y otras rutas importantes. No obstante, estas medidas no significarán una mejoría en el nivel de satisfacción de todas las necesidades de transportación, debido a que los nuevos equipos se incorporarán en los próximos años. Se impone crear las condiciones organizativas y de aseguramiento técnico para garantizar su adecuada explotación y con ello prolongar su vida útil.
Entretanto, y fue un justo reclamo de los diputados, no nos queda otro camino que el de aplicar, de verdad, la fórmula perfecta de la eficiencia, esa que habla de hacer más con menos, o sea, cuidar al máximo los medios disponibles hoy, velar por su mantenimiento, usar el combustible en los recorridos, rutas y destinos establecidos, elevar el sentido de responsabilidad y pertenencia de los trabajadores, principalmente de los que están detrás del timón.
Además, es necesario asegurar técnicamente los medios para que los ómnibus salgan a la hora fijada y continuar estimulando la solidaridad de los choferes estatales, sin cuya contribución habría sido imposible el traslado de cientos de miles de personas dentro de las ciudades y de unas a otras.
Todos estos asuntos, en buena medida, tienen que ver con la subjetividad, con el hombre. Porque llegado el momento en que tengamos el transporte que necesitamos, entiéndase ómnibus, trenes, aviones, catamaranes, camiones, camionetas, con su correspondiente aseguramiento de las piezas de repuesto, los viales recuperados, las señalizaciones imprescindibles, no por eso dejará de hacer falta el compromiso, la entrega y la dedicación de todos y cada uno de los trabajadores del sistema de transporte.