Salvar a un animal es también una forma de mejorar nuestro mundo interior. Foto: Franklin Reyes Fotos: Roberto Suárez
Rinti nunca supo qué le pasó. Lo acorralaron de repente en plena calle. Lo alzaron por una pata y lo tiraron dentro del carro, donde se golpeó con fuerza al caer. Dos cuadras más adelante ya estaba muerto. Lo lanzaron en un contenedor de basura. Allá fue a recogerlo su dueño.
La historia es real. Cada día, según la Dirección Provincial de Higiene y Epidemiología, se capturan en Ciudad de La Habana entre 10 y 15 animales que están sueltos en la calle, en su mayoría perros, y casi todos terminan sacrificados. Y esto es solo en una provincia. La cifra de los que mueren anualmente por esta causa en todo el país, tras un simple cálculo matemático, es alarmante.
El problema no es exclusivo de la capital, aunque sea ella, por la aglomeración urbana, uno de los lugares donde se manifiesta con más fuerza. Los perros y gatos pululan por pueblos y ciudades, en centros de trabajo, escuelas, hospitales, y no son solo los «callejeros», sino que, ante la desidia de muchos dueños existe una gran cantidad que andan «callejeando», ensuciando las calles, provocando accidentes, siendo vectores de enfermedades y contribuyendo a difundir epidemias.
El Instituto Nacional de Medicina Veterinaria asegura que la masa de perros controlados en Cuba se estima en más de 1 958 000, y otro medio millón de gatos, mientras que Salud Pública en Ciudad de La Habana afirma que existe un perro por cada diez personas en la capital, lo cual significa que habría más de 200 000. El 20 por ciento de ellos, según la terminología médica, «deben sanearse». En otras palabras: ser sacrificados.
Sin embargo, ninguno de estos animales que a diario mueren por una inyección letal de estricnina, sufrir algún accidente o padecer enfermedad sin el debido cuidado, son responsables de esta situación. Los perros sueltos, y los callejeros, son víctimas de quienes los abandonan a su suerte, o los dejan nacer sin control. Son víctimas de la desorganización y la indolencia.
EMBARAZOS SIN CONTROL
En Cuba se estima en más de 1 958 000, y otro medio millón de gatos.
Desde tiempos inmemoriales el método de captura-muerte ha primado para solucionar la situación de los perros y gatos callejeros, que al rebasar los límites permisibles se convierten en un serio problema de sanidad. No obstante, nunca se ha resuelto el problema. ¿Por qué?La respuesta es muy sencilla. Cada perro muerto es sustituido inmediatamente por otro, pues la reproducción sin control de estos animales provoca que su crecimiento sea geométrico en vez de aritmético. Así, por ejemplo, una perra puede engendrar cada siete meses una camada de seis o siete cachorros, y estos a su vez seis o siete más, y así infinitamente, en un parir y parir sin medida alguna que termina llenando las calles de nuevo por mucha limpieza que se haga.
Estudios realizados en Ciudad de La Habana, por citar un caso, han demostrado que en una de cada 2,5 viviendas hay algún animal afectivo, en su gran mayoría sin esterilizar; y cuando paren, los dueños casi siempre se deshacen de los cachorros. Si a esto añadimos que no existen programas de control, y que tanto perros como gatos se aparean libremente, es fácil entender cómo cada pareja reproduciéndose sin control, en cinco años puede llegar a una población de miles de animales.
«Con la recogida y muerte de los perros no se soluciona el problema por una sencilla razón: los nacimientos son más rápidos que la muerte. El fracaso mundial con la recogida, sacrificio y asilos llevó a que multitud de países hayan optado por el método ético y humanitario, y además más económico, de la esterilización», afirma Nora García, presidenta de la Asociación de Protección Animal (ANIPLANT).
«El problema es que muchos dueños no cumplen las regulaciones necesarias para la tenencia de animales, lo cual genera que crezca su número en las calles. Me parece que tocar este tema es muy oportuno, máxime porque se trata de prevenir enfermedades», explicó a JR la doctora Patricia Varona, directora nacional del Departamento de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública.
Según lo dispuesto en los Decretos Ley 137 y 181 los perros deben estar en la calle amarrados y con bozal. A su vez, el doctor Oscar Ricardo, subdirector del Instituto de Medicina Veterinaria, adscrito al Ministerio de la Agricultura, reconoce que este problema es muy serio, no ya tan solo por el tema de los que andan sueltos, sino porque la gente incumple lo que está dispuesto en los Decreto Ley 137 y 181 sobre la tenencia de animales, las condiciones para su cría, e incluso normas tan elementales como salir con los perros a la calle amarrados y con bozal.
De que es un peligro para la salud humana dan fe las personas mordidas por animales, que solo en Ciudad de La Habana suman al año entre 1 500 y 1 800, de acuerdo con las cifras aportadas por el doctor Manuel Cairo, zoonólogo de la Dirección Provincial de Salud en la capital. De estos, un 80 por ciento son atacados por perros, aunque el especialista reconoce que no puede precisar cuántos son callejeros.
Cabría entonces preguntarse por qué no se ha solucionado esta situación, si todos admiten que los animales en la calle son un problema. Si se sabe que la caza y sacrificio no resuelve el dilema, entonces por qué se eliminan innecesariamente al año miles de perros o gatos, muchas veces después de haber sufrido la crueldad de la captura y la reclusión en lugares abarrotados.
EL ESLABÓN MÁS DÉBIL«El carro de Zoonosis no puede continuar saliendo a la calle, eso es irracional. Esta es una cadena que se rompe por el eslabón más débil, y ese es el perro, al que le botan sus cachorros o lo lanzan a la calle, cuando sus dueños se separan, cuando nace un niño. No es más que la expresión de la inhumanidad que impera hoy en alguna gente», afirma María Eugenia, que como su esposo, el pintor Arturo Montoto, se han opuesto decididamente a esta práctica.
Igual piensa la múltiple campeona mundial de inmersión Deborah Andollo, quien en un correo electrónico aseguraba que «no hago más que pensar en esos infelices, sueño hasta con estos horrores»; además de explicar que por su propia cuenta se ha convertido en la «esterilizadora de todas las féminas caninas del barrio».
También Guille Vilar, escritor y realizador de radio y televisión, reflexiona que «oponerse a esta práctica no es solo salvar o ayudar a vivir a los perros callejeros, sino también una forma de mejoramiento de nuestro mundo interior».
El matrimonio de Margarita González (psicóloga social) y Leonardo Acosta (Premio Nacional de Literatura) también remitió una carta recientemente a JR alertando sobre este «saneamiento» de forma indiscriminada, del cual se confiesan testigos. Además expresó su preocupación por «todo el maltrato que reciben los más cercanos amigos del hombre por parte de las personas encargadas, que incluye recogerlos con jamos como si fueran peces y literalmente tirarlos uno sobre otro, lo mismo en un camión que en un carrito-jaula, sin importar el sufrimiento que esto les ocasiona.
«Creemos —afirman— que ante todo es imprescindible una campaña educativa como tantas otras que se hacen por los medios de comunicación, en relación con el cuidado de estos maravillosos compañeros, en primer lugar para los niños, que a través de su compañía aprenden a proteger, querer y expresar sus emociones hacia los demás, personas y animales».
SANEAMIENTO CANINOMuchísima gente tanto dentro como fuera de Cuba se preocupan por esta matanza sin razón, que afea la imagen del país y contradice elementales valores humanos, y que algunos justifican con motivos sanitarios, como enfatizó el doctor Luis Gómez, director provincial de Higiene y Epidemiología en Ciudad de La Habana.
«Nosotros no estamos haciendo nada nuevo, sino el saneamiento canino de siempre. Hace poco salió una información en un periódico que algunos interpretaron de forma errónea como que se haría una gran campaña de higienización. Esto es cierto, pues lo estamos haciendo para prevenir vectores como los mosquitos, cucarachas y roedores, pero no específicamente contra los perros, con los cuales seguimos el procedimiento de costumbre de recoger los que estén sueltos en la calle».
El funcionario reconoce que los métodos de captura son mejorables, así como las condiciones de estos animalitos una vez recogidos, ya que por ley deben permanecer encerrados 72 horas antes de ser sacrificados. También enfatiza en la necesidad de educar más a la población, para que se haga responsable de las mascotas bajo su custodia, que no las boten a la calle o las dejen sueltas en la vía pública.
«Los perros son transmisores de diferentes enfermedades zoonóticas, no solo la rabia, sino la leptospirosis, toxoplasmosis y diversos parásitos. Por eso son necesarias las campañas de saneamiento. No quisiéramos matarlos. También nosotros tenemos animales afectivos, sentimientos humanos, pero no queda más remedio que hacerlo para evitar epidemias», justificó.
Interrogado sobre cómo evitar estas muertes innecesarias, el doctor Luis Gómez se mostró de acuerdo en que lo mejor sería prevenir el fenómeno: «Pero no tenemos condiciones para asumir una campaña masiva de esterilización, o para controlar la tenencia de animales, aunque sí fomentamos la vacunación de estos para prevenir enfermedades como la rabia».
Por su parte, el Instituto de Medicina Veterinaria, a pesar de contar con una red de clínicas, consultorios y técnicos, incluso a nivel de Consejo Popular, tampoco se puede ocupar del tema, asegura su subdirector, el doctor Oscar Ricardo.
Ellos, si bien realizan esterilizaciones en las clínicas a un costo relativamente barato —unos 20 pesos — no pueden asumir una campaña masiva, pues el especialista sostiene que estas son caras, con productos subvencionados por el Estado, ya que muchos son adquiridos en el extranjero.
¿CUÁNTO CUESTA MATAR?Tanto el Instituto de Medicina Veterinaria como Salud Pública aseguran que no pueden asumir los costos de una campaña masiva de esterilización, pues son excesivamente elevados. Sin embargo, los cálculos de no mirar al futuro son mucho más altos.
Los datos aportados por la Dirección Provincial de Higiene y Epidemiología, por ejemplo, atestiguan que Zoonosis en Ciudad de La Habana cuenta con dos autos especializados en capturas, y cada uno sale a diario consumiendo entre 10 y 20 litros de gasolina para capturar apenas 15 o 20 perros.
A este gasto habría que agregar lo erogado en salarios de los capturadores, mantener el Asilo Canino funcionando, comprar los insumos necesarios para la captura y sacrificio, las dosis de estricnina, el combustible para trasladar los cadáveres al basurero...
Súmese a esto lo que significa para Salud Pública atender a las miles de personas mordidas por los animales que están libres en las calles, a los que enferman con parásitos o lectospirosis, la suciedad que se genera por las heces fecales y orines en las calles...
A la postre, todo indica que es más costoso matar un perro que controlar su reproducción, pues sacrificarlo significa millones de pesos tirados al matadero... para no resolver el problema. A los pocos meses la situación se repite, porque solo el control y la esterilización pueden resolverlo.
Sin embargo, el mayor costo de estas muertes insensatas no es económico, sino humano. Eliminar o abandonar a un animal, maltratarlo, verlo enfermo en la calle o sin amparo, es un nefasto ejemplo para la sociedad. Nadie asegura que la visión cotidiana del abandono y la agresividad, no genere al final estas mismas acciones entre las personas.
VÍCTIMAS AL NACER«ANIPLANT ha hecho innumerables campañas masivas de esterilización de perros y gatos, donde operamos por un módico precio para pagarle al veterinario sus servicios, e incluso lo hacemos gratis cuando no tienen recursos», dice Nora García.
«Muchas veces, cuando alguien puede hacerse cargo de la recuperación luego de la cirugía de algún perrito o gato que vive en un centro de trabajo, edificio multifamiliar y hasta en la calle, también lo operamos para tratar de contribuir a eliminar el fenómeno. Pero nos faltan muchas cosas, casi no tenemos respaldo, y la anestesia u otros insumos los obtenemos por donaciones».
Esta organización, que abarca todo el país, también ha hecho múltiples campañas de prevención y educación sobre el amor a los animales, principalmente entre los niños y jóvenes, tratando de crear conciencia sobre un problema que es de todos.
«Sabemos que por desgracia hay ocasiones en que es más humano sacrificar a un animal que está sufriendo sin cura posible, pero duele que se tenga que hacer, ya que en la mayoría de los casos ese estado es consecuencia de los maltratos, de dueños indolentes o de vivir en las calles sin amparo alguno.
«El fenómeno de los animales libres en la calle es imparable si no se establecen adecuados mecanismos de control, si no se castra al macho y se esteriliza la hembra en los primeros meses de nacidos, antes del celo y de la madurez.
«La adopción no resuelve el problema, pues el mito que existe de “el veterinario me dijo que había que dejarla parir una vez” tiene las calles y las viviendas llenas de animales no deseados, que nunca debían haber nacido, y que vienen al mundo a ser víctimas».
SOLUCIÓN A LARGO PLAZOResulta increíble que tanto ANIPLANT como Medicina Veterinaria y hasta Salud Pública coincidan en que la solución del problema es controlar la tenencia y la reproducción, y sin embargo no se haya hecho casi nada por implementar medidas efectivas en ese sentido.
Ya desde 1998 el Programa Nacional de Prevención y Control de la Rabia, aprobado por el Ministerio de Salud Pública y de obligatorio cumplimiento en todos los niveles de este sistema, dejó claro en el acápite 4.1.3 que «la eliminación sistemática de los animales callejeros o silvestres no es un método efectivo...».
Igualmente consignaba que «la causa fundamental de las superpoblaciones de animales callejeros está dada por la falta de control de la tasa de natalidad, lo cual provoca con mucha frecuencia que las crías no planificadas o no deseadas o por cualquier otro motivo son arrojadas a la calle por sus dueños».
Así, Salud Pública reconoció que solo la planificación de la gestación, la regulación del celo y la esterilización deben ser las vías que en un futuro permitirán tener un impacto en la reducción de la población de perros y gatos; mientras enfatizó que «el saneamiento quedará como un método alternativo de control».
A pesar de que todas las autoridades consultadas estuvieron de acuerdo en que solo el trabajo conjunto de Salud, Veterinaria,
ANIPLANT o factores como Educación, los medios de comunicación y hasta los inspectores u otros mecanismos del orden interior puede frenar este fenómeno, falta la concreción de un plan efectivo para prevenirlo.
Si no existe un control real, y no en papeles, sobre los animales que posee la población, si no hay nada que obligue al dueño a responsabilizarse con su mascota, no se multa a quien deje un can o un gato suelto en la vía o ande con este sin bozal, a pesar de que en las leyes están recogidas las multas que deben aplicarse en cada caso, nunca podrá haber una solución a largo plazo al tema de los animales callejeros.
De seguir así, las matanzas injustificadas continuarán siendo una triste realidad, y otros Rinti morirán sin saber nunca qué les pasó.