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Los niños están en la vanguardia del Programa de Ahorro de Energía

Ese sistema en el Ministerio de Educación tocó la fibra sensible de buena parte del estudiantado cubano

Autor:

Juan Morales Agüero

Las exposiciones de dibujo sobre el ahorro de energía han tenido extraordinaria aceptación entre los niños. Foto: Richard Arias LAS TUNAS.— Cada vez que necesita encender una lámpara en cualquier habitación de la casa, la mamá de Jorgito mira a uno y otro lado para ver si su hijo adolescente anda cerca. «Oiga —se ríe—, es que este muchacho vive regañándome. Desde que le orientaron en la escuela lo del ahorro de electricidad, ¡pobre de mí si se me olvida apagar una luz, porque ahí mismo me suelta un sermón! Pero aquí, entre usted y yo, este mes pagamos muchísimo menos por la corriente. ¿Será por la insistencia de Jorgito con los interruptores? Yo creo que sí...».

A juzgar por su excelente saldo, el Programa de Ahorro de Energía en el Ministerio de Educación (PAEME) tocó la fibra sensible de buena parte del estudiantado cubano. Sus patrocinadores parecen conocer a fondo la proclividad de este grupo social a cumplir con pasión y entrega cualquier tarea que se le confíe. Los más pequeños constituyen un caso especial y figuran a la vanguardia a la hora de la convocatoria. Lo dijo con lirismo un pensador anónimo: «Quien escribe en el alma de un niño, escribe para toda la vida».

«El objetivo del PAEME es contribuir por medio del sistema nacional de educación a sensibilizar a las actuales y futuras generaciones sobre la importancia del uso eficiente de la energía», apunta Teresa Palenzuela, experta de la Unión Eléctrica de Cuba.

«Si comenzamos a insistir en eso desde la edad preescolar, estaremos propiciando la creación de una conducta ante la vida. Aquí no se trata solo de impulsar el ahorro energético propiamente, sino también de racionalizar la utilización de elementos como el agua y el petróleo. Las personas deben saber que las fuentes se agotan, y que, mientras no se encuentren alternativas, resulta imperioso economizarlas».

Como una vía para estimular esta iniciativa, la Unión Eléctrica de Cuba y el Ministerio de Educación han concebido un concurso sui géneris. Consiste en una suerte de competencia en la cual los participantes hacen gala de sus dotes artísticas para ponerlas en función del ahorro de energía.

El reportero de Juventud Rebelde fue invitado al evento provincial tunero, en la Casa del Estudiante de la ciudad, y aún se maravilla por tanta sorpresa vivida. En medio de la voluntad de ahorro, apreció allí un derroche de creatividad.

EL «ARTE» DEL AHORRO

Me dejo llevar por una guitarra y ya estoy ante unos repentistas que le improvisan al ahorro. Escuchen a esta niña del municipio de Jesús Menéndez: «Ahora nuestra nación / sonríe por la aventura / de tener una cultura / energética en acción. / Es esta Revolución / de esperanzas y torrentes, / de lámparas fluorescentes, / videos, televisores, / ollas, refrigeradores / y el ahorro de corriente».

Al lado, dentro de un aula repleta de público, se escuchan voces fingidas. Franqueo la puerta y me doy de narices con una función de títeres. A uno de ellos, Alejandrito, sus colegas de retablo lo regañan por su manía de malgastar electricidad. Finalmente, las críticas consiguen que el muñeco transforme su actitud y se sume a los que ahorran. ¿Los actores de la propuesta escénica? Un grupo de alumnos comprometidos con la racionalidad en el uso de la energía.

«Aspiramos a vincular todos los temas del ahorro con expresiones del arte, dice Rubén Ferrales, asesor provincial del PAEME. Ninguna se descarta: carteles, logotipos, música, teatro, poesía, narrativa...

«También estimulamos la creación de software y ponencias. Y no solo entre estudiantes, sino entre todos los implicados en el proceso docente-educativo, desde el profesor con sus clases demostrativas hasta el cocinero con su experiencia energética. Tratamos, en fin, de desarrollar una conciencia de racionalidad, incluso utilizando juegos de roles en los círculos infantiles y las aulas de preescolar».

Una muestra de las simpatías que genera el concurso en Las Tunas es que durante la última etapa se reportaron en la base alrededor de 42 000 participantes, la mayoría colaboradores de los programas de ahorro y muchos de ellos adscriptos a las brigadas click y a las sociedades científicas. Numerosos trabajos se expusieron en lugares públicos, como casas de cultura y bibliotecas. Otros fueron leídos en matutinos, reuniones de padres y barrio-debates cederistas.

TODO EL MUNDO GANA

"Pensamos continuar perfeccionando el concurso del PAEME", dice Teresa Palenzuela, de la Unión Eléctrica de Cuba. Foto: Richard Arias La convocatoria para el concurso se libra cada año en septiembre, al iniciarse el curso escolar. En enero el evento despliega su dinámica en las escuelas. Quienes se salgan con la suya a ese nivel compiten fraternalmente en febrero en el municipio. Los clasificados allí viajan en abril al certamen provincial, que también elige a los mejores. Luego ya no es concurso, sino... ¡festival nacional!

«La Unión Eléctrica decidió que el festival no fuera una competencia típica, sino algo parecido a un carnaval del ahorro de energía, donde estuvieran presentes los más destacados del país», explica Teresa Palenzuela, especialista Unión Eléctrica de Cuba.

En su contexto se intercambian experiencias y se confrontan conocimientos, pero sin declarar ganadores. El evento tiene un sello distintivo, y es que se relaciona con la historia de la energía y con la cultura del territorio anfitrión.

«El año pasado lo celebramos en Matanzas. Los niños visitaron a la termoeléctrica Antonio Guiteras, tal vez la unidad generadora más conocida de Cuba. Allí dialogaron con los trabajadores hicieron muchas preguntas, algunas de las cuales pusieron a pensar a sus experimentados interlocutores. También estuvieron en Cardenas y Varadero».

  CONCURSO PARA RESPETAR

El concurso y el festival del PAEME clasifican entre las propuestas más novedosas para fomentar en Cuba una cultura de ahorro de energía desde las primeras edades y a partir de la propia comunidad. Con estos eventos conjuntos, el hogar y la escuela ganaron conciencia sobre algo que a todos nos toca, pues se identificaron mejor con sus principios. Ahorrar no es un eslogan, sino un imperativo.

Algo que también los caracteriza son sus sesiones a puertas abiertas, para darles participación a quienes lo deseen y comprometerlos con el programa. Con eso consiguen, además, que sus proyectos no tengan la frialdad del mármol, sino el calor del corazón. En el festival nacional, los participantes suelen desfilar en bloque por las principales avenidas de la sede. ¡Y se les suma mucha gente!

Las Tunas alienta tales iniciativas porque está al tanto de lo que entrañan.

¿Cuánto gastan los equipos del Programa Audiovisual? ¿Cómo se calcula el consumo eléctrico doméstico? ¿Por qué algunos centros laborales derrochan demasiada energía? ¿En qué consiste la Revolución Energética cubana? A esos y otros sensibles menesteres se consagran hoy muchos de nuestros jóvenes. ¡Y mucho se espera de ellos!

«Estos concursos le interesan al país, pues motivan a pioneros, estudiantes y población en general a ahorrar energía en sus radios de acción, asegura Liliana Rodríguez Peña, una portopadrense de 15 años de edad que procede de la enseñanza politécnica. Nuestro compromiso inmediato es transmitir las experiencias a quienes no tomaron parte en el evento para que se incorporen cuanto antes a la tarea.

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