«Cuando había una manifestación, José Antonio y Fructuoso iban al frente, no había otro que pudiera igualarlos. Eran los líderes indiscutibles», afirma Senra. «Fructuoso Rodríguez y José Antonio Echeverría formaban un dúo muy especial. Yo diría que era una “emulación” sublime para ver quién se arriesgaba más, quien cogía más palos y daba más golpes».
Así recuerda Andrés Senra, quien fuera amigo personal de Fructuoso y su compañero de luchas, aquellos días en que compartieron ideales y riesgos revolucionarios en la Universidad de La Habana.
«Los dos tenían una valentía extraordinaria, principios muy firmes y un deseo enorme de justicia social. Cuando había una manifestación ellos iban al frente; no había otro que pudiera igualarlos. Eran los líderes indiscutibles».
Su primer encuentro con Fructuoso lo marcó para siempre, y lo convirtió en un revolucionario.
«El día que fui a matricular en la Universidad, lo conocí. Nos presentamos y surgió inmediatamente una amistad. Estuve muy unido a él porque teníamos los mismos ideales.
«La Escuela de Ingeniería Agrónoma estaba entonces en la Quinta de los Molinos —hoy Instituto Superior de Ciencia y Tecnología Nuclear—. En la escalerita de entrada del edificio me lo encontré. No nos conocíamos, pues yo acababa de llegar de Camagüey.
Fructuoso Rodríguez «Él me preguntó: “¿Qué vas a matricular?”. Le dije que Ingeniería Agrónoma. “Yo también estoy en esa carrera”, me explicó. Entonces nos presentamos, y me acompañó a la Secretaría a hacer los trámites de ingreso.
«Luego me comentó que aspiraba a ser presidente de la FEU en la escuela, y que estaba organizando un movimiento para hacer revolución dentro del centro.
«Yo, que ya había participado en Camagüey en manifestaciones contra la dictadura, le dije: “Si esa es tu idea, cuenta conmigo”. Hicimos una amistad grande, y yo lo admiraba, porque era muy sincero y muy valiente».
Andrés es ahora profesor de la Universidad Agraria de La Habana —la cual lleva el nombre de su amigo. Aunque han pasado 50 años, recuerda muy claramente aquellos tiempos en que comenzó su vida universitaria.
«Fructuoso me dio un consejo, que yo seguí al pie de la letra: “La carrera no es difícil, lo más complicadas son las asignaturas básicas de los dos primeros años. Si las sacas, ya eres agrónomo”. Desde ese día me guíe por esa recomendación, y no tuve problemas con los estudios».
—¿Cómo era el Fructuoso estudiante?
Profesor Andrés Senra. —Le gustaba mucho la carrera. Su papá era maestro agrícola. Era buen estudiante, y sobre todo muy apasionado y preocupado por los problemas sociales que aquejaban al país. Lo recuerdo discutiendo sobre la necesidad de eliminar los latifundios, y de nacionalizar la industria. Era muy respetuoso, y cuando se trataba de defender los principios hacia gala de honor y dignidad. Era implacable.
«Por supuesto también le gustaba pasear, bailar, lo lógico en un joven de 25 años. Sobre todo, tenía especial interés por los deportes. Practicó un poco de judo... y tenía una pegada de boxeador. Eso le fue muy útil a la hora de defenderse de los esbirros. Era delgado, alto, media casi seis pies, y muy ágil, pero sobre todo tenía unos brazos muy poderosos».
Senra participó en el grupo de vanguardia que Fructuoso creó en la Universidad. Junto a él organizó a los estudiantes para la lucha contra la tiranía y combatió el gansterismo universitario, entre otros males que se habían convertido en una lacra para la juventud de aquellos tiempos.
«La nuestra era una lucha radical, de vanguardia, verdaderamente revolucionaria», recuerda. «Para ello fueron decisivas la influencia de Fructuoso, su carisma, su ayuda constante a los demás compañeros, su firmeza y decisión para enfrentar a los esbirros, pues parecía no tener miedo a la muerte. Su actitud sentó bases y atrajo a muchos jóvenes».
Andrés recuerda distintos episodios de la lucha, como cuando bajaban la Escalinata y enfrentaban la soldadesca, o el día que irrumpieron en el Estadio del Cerro —ahora Latinoamericano— con una tela que decía «Abajo Batista». Cuando Alicia Alonso bailó en el Estadio Universitario, y allí apareció Fructuoso, que habló brevemente y desapareció escoltado por los estudiantes, porque ya estaba muy perseguido por Ventura y otros sicarios de la dictadura batistiana.
«Cuando Fructuoso no estaba en una marcha o en un acto era que estaba detenido o en el hospital. Y cuando salía volvía a la lucha sin miedo. Demostraba hasta dónde llegaba la firmeza de los estudiantes y la capacidad de lucha. Tenía un desprendimiento muy especial por la vida.
«Y esos puños iban acompañados de un pensamiento muy profundo y radical, reflejo de los problemas que había en el país. Entre los ideales estaba mejorar el sistema de estudios, pero nuestra lucha traspasaba los muros universitarios para ser un combate por los derechos de todo el pueblo».
Unos meses antes del asalto al Palacio presidencial, Senra se marchó a Camagüey. Había estado preso en varias ocasiones y mantenía su labor revolucionaria en la clandestinidad. Allí supo de la muerte de su amigo Fructuoso, y ante la brutal persecución decidió sumarse a las fuerzas del Directorio Revolucionario en las lomas del Escambray.
«Creo que es impresionante que líderes estudiantiles tan jóvenes, como José Antonio y Fructuoso, tuvieran un prestigio tan grande entre el pueblo y lograran movilizar a tanta gente.
«Eso permitió que el movimiento estudiantil se irguiera en la lucha contra la tiranía, y fueran no solo líderes dentro de la Universidad de La Habana, sino para todos los cubanos, que los seguían y admiraban». Los sucesos de Humboldt 7
Luego del Asalto al Palacio presidencial, el 13 de marzo de 1957, los cuerpos represivos de la dictadura de Fulgencio Batista arreciaron la persecución de los revolucionarios.
El 20 de abril, en un apartamento de la calle Humboldt 7 y por una delación, fueron sorprendidos y asesinados en desigual combate, Fructuoso Rodríguez, José Machado, Juan Pedro Carbó Serviá y Joe Westbrook, quienes participaron junto a José Antonio en aquel asalto temerario.
Fructuoso nació en el poblado de Santo Domingo, en la antigua provincia de Las Villas, el 3 de mayo de 1933. Luego su familia se trasladó a La Habana y estudió bachillerato en el Instituto del Vedado, donde comenzó su lucha revolucionaria.
En 1951 ingresó en la Universidad de La Habana. Allí, junto a José Antonio Echeverría, se destacó como líder y, demostró un ímpetu incomparable en en enfrentamiento al régimen dictatorial.