Ruinas de lo que fue un acontecimiento científico al norte de Matanzas. Fotos: Luis Espino
MATANZAS.— El reportaje publicado el martes pasado en esta misma página despertó curiosidad, tanto en especialistas como en lectores comunes. Convertir la energía térmica del mar en electricidad se escribe en apenas una línea, pero ponerse al tanto del proceso, en lenguaje asequible, es todo un desafío que vale la pena enfrentar, porque precisamente en estos momentos Cuba está inmersa en la investigación sobre el uso de la energía del mar.
ENERGÍA XXI supo que este es un proyecto en el que deben participar varias empresas e instituciones como GEOCUBA, perforadoras de petróleo, termoeléctricas, numerosos especialistas de diversas ramas e incluso varias universidades del país como la Central de Las Villas y las de Camagüey, Ciego de Ávila y Granma.
Como se expuso en el reportaje anterior, el pionero en formular y dominar esta tecnología fue el francés Georges Claude, de cuyo septuagenario experimento se nutren los investigadores para perfeccionarlo y ponerlo a tono con las circunstancias actuales.
MUNDO FASCINANTEAl conversar con especialistas en esta materia, nos adentramos en un mundo fascinante. Actualmente se conocen dos sistemas para el aprovechamiento de esta fuente de energía, uno que consiste en utilizar el agua de mar en un circuito abierto, evaporándola a baja presión, para de esa manera mover una turbina.
La otra modalidad emplea un circuito cerrado y un fluido de baja temperatura de ebullición (amoniaco, freón, propano) que se evapora en contacto con el agua caliente de la superficie marina. El vapor mueve un turbogenerador, se condensa con agua fría de las profundidades y el fluido queda dispuesto de nuevo para su evaporación.
Una de sus grandes ventajas es que al no consumir combustible, el costo es ínfimo, al igual que la contaminación al medio ambiente.
Máster Juan Landa. Doctor Juan Luis Rodríguez. El máster en Ciencias Juan Landa, jefe del Proyecto de perfeccionamiento de diseño y explotación de los ciclos de conversión de energía térmica oceánica, explicó que casi todo lo hecho en este campo ha sido por interés personal, esfuerzo propio, fuera del horario de trabajo; y que ahora investigan, pero no cuentan con recursos financieros para levantar una planta.
«Con la energía térmica-oceánica hay que incurrir inicialmente en una significativa inversión, pero después el costo de la generación es bajo, al no consumir combustible».
—¿Ya cuentan con el proyecto de la planta eléctrica OTEC?
—Tenemos la idea de cómo deben ser los equipos que la componen, cuáles son los balances de energía, sus posibles potencialidades de producción y un estimado de a cuánto asciende el costo del megawatts (MW) instalado. Para contar con una apreciación real necesitamos el costo de los equipos en el mercado internacional, pues solo contamos con valores aproximados.
«El costo del MW instalado puede estar en tres millones de dólares, en dependencia de la potencia que se instale. En la medida en que la potencia crezca, el costo del MW disminuye. Ahora el costo del petróleo es mayor y con esta tecnología no se contamina el medio ambiente con dióxido de carbono, óxido de nitrógeno ni dióxido de azufre».
—¿Por qué no se ha generalizado esta tecnología en el mundo?
—El principal impedimento es la tubería, de grandes dimensiones. Si la planta está en un barco, se deja caer la tubería hacia las profundidades, pero si está ubicada en la costa, alcanza una longitud de más de un kilómetro.
—¿Son eficientes estas plantas?
—Se caracterizan por su baja eficiencia industrial, pero nuestras investigaciones arrojaron que en los parámetros de Cuba se puede trabajar con mayor eficiencia.
—¿Se convierte en una barrera este comportamiento?
—El proyecto de una planta de 100 MW cuesta 200 millones de dólares, aunque se recupera en cuatro años. Se corren riesgos por los impactos de los ciclones y las mareas fuertes, si la tubería no está bien anclada.
«El montaje lleva recursos. Otros enemigos son quienes manejan la energía, que no quieren ceder su monopolio. Los del petróleo son quienes tienen el capital y la fuerza económica».
—¿Podría Cuba montar una planta?
—Con ideas cubanas desarrolladas por nuestro colectivo. Hemos entregado solicitudes de patentes hace dos años, sobre el perfeccionamiento del sistema de agua fría y de las centrales eléctricas Ocean Thermal Energy Conversion (Conversión de Energía Térmica-Oceánica, OTEC por sus siglas en inglés), para hacerlas más económicas.
«Proponemos un ciclo diferente, que toma características de otros que hay en el mundo y estamos frenados por la entrega de las patentes, proceso que demora mucho».
ENERGÍAS POR LA ENERGÍAEl doctor Juan Luis Rodríguez, coordinador nacional del Grupo de Energía del Mar, considera que la OTEC reporta muchas ventajas. Entre estas, que se puede montar un sistema de refrigeración anexo, usar nutrientes de las profundidades para la piscicultura y la producción de microalgas, y obtener metales preciosos que contienen esas aguas profundas como el litio o el titanio.
«Hoy en el mundo esto es experimental; no hay grandes instalaciones, pero se desarrollan ante la escasez del petróleo. Es un buen momento para que Cuba se convierta en campo de experimentación, pues estamos rodeados de mar, con temperaturas tropicales (28-30 grados centígrados en la superficie del mar)», manifiesta Rodríguez.
Con los ciclos OTEC se puede producir hidrógeno para luego emplearlo como combustible. Sin embargo, lo más importante, insisten estos investigadores, es la producción de agua fresca mediante la desalinización del líquido, lo que se logra tras el proceso de evaporación.
—¿Sobre la energía del mar se realizan otras investigaciones?
—Se creó el Grupo de Energía del Mar para integrar todas las investigaciones de la energía de las mareas, la termo-oceánica y de las corrientes. En Cuba se venía trabajando en dos campos, el de las corrientes marinas, fundamentalmente por las mareas, y el del grupo OTEC.
«El primero se experimenta en la cayería de la costa norte de la Isla, aprovechando construcciones como pedraplenes y puentes, y en ello labora un grupo de especialistas dirigidos por la Universidad Central de Las Villas y el grupo OTEC, como vimos, lo centra la Universidad de Matanzas.
«Cuba está en el área ideal por la temperatura de la superficie del mar y por las profundidades cercanas a la costa. Nuestra Isla está entre las naciones que tienen mayor potencial de diferencia térmica, un paraíso para la OTEC».
—¿Cuáles son los lugares más adecuados?
—Hay fosas al sur de las provincias orientales, de Cienfuegos y Matanzas. También al norte de Pinar del Río, entre Matanzas y La Habana, y frente a la bahía de Matanzas.
La perspectiva de cotización del crudo seguirá en ascenso mientras continúe como la principal fuente de energía. Ante la inminente sepultura de ese combustible contaminador, la razón se encamina hacia alternativas menos vulneradoras del medio ambiente y atractivas desde el punto de vista de su uso perdurable.
Los investigadores matanceros defienden la energía térmica oceánica no por trascender en la historia, sino porque acuñan la certeza de que el hombre subsistirá por empeños como el que ellos heredaron de Georges Claude.