Foto: Milagros Hidalgo PLAYITAS DE CAJOBABO, Imías.— Muy cerca de los cerros centrorientales de la ciudad de Bogotá, donde golpea tanto el contraste entre opulencia y excesiva miseria, tiene su sede el grupo de teatro colombiano Luz de Luna.
Trabajar diariamente en comunidades marginales, espejo del neoliberalismo, son razones para impulsar un arte social alternativo con contenido político.
Con tal convencimiento escalan las montañas de Guantánamo nueve integrantes de ese colectivo de teatristas que a la par que sus colegas del patio y otras latitudes, intervienen en la decimoséptima edición de la cruzada teatral Guantánamo-Baracoa.
Erika González es una de las integrantes de Luz de Luna a la que nada, ni su estado de gestación, le impidió tomar parte en esta singular experiencia de teatro comunitario, nacida en la provincia más oriental de Cuba.
«Es la primera vez que asistimos como colectivo. El año pasado Rosario, una colega, hizo el recorrido de la Cruzada y llegó a Bogotá muy emocionada, nos contó y trabajamos duro todo el año para venir, y aquí estamos con cinco obras: ¿Dónde estás?, que aborda la desaparición forzada; Aterra, el tema de los desplazamientos; Utopías, sobre géneros, cómo logran juntos hombres y mujeres compactarse en sociedad, y pensando en los niños, La casa de los enanos, adaptación de Blancanieves y los siete enanitos, además de la obra Brujas».
—¿Cuántos meses de embarazo tienes?
—Pues ya estoy en los cinco meses.
—Y la fatiga del camino, las travesías monte adentro, ¿cómo te las arreglas?
—Verás, los organizadores me cuidan mucho, tratan de que asista solo a los lugares más llanos, sin peligro; me llevaron a ver unas funciones en la comunidad La Chivera, con el mar de fondo, algo bonito, impresionante, y yo tenía el deseo y la expectativa de subir a la montaña, entonces me complacieron con la visita a Vega del Jobo...
«Todo fue muy emotivo, los caminos, el recibimiento de las personas, su participación en las presentaciones; pude conocer el resultado de unas encuestas donde se evalúa la calidad de la Cruzada, su impacto en esa comunidad, y digamos que las sugerencias son muy alentadoras: piden que se repita, que vengan más seguido, no solamente una vez al año, reconocen mejoría en los espectáculos...»
—Ustedes tienen experiencia en el teatro comunitario. ¿Qué similitudes y diferencias aprecian?
—Nosotros hacemos un evento similar, es un encuentro de teatro comunitario donde vamos a los barrios, parques, plazoletas y adornamos salones comunales. Las obras son fundamentalmente hacia la calle, en las ciudades, luchando, formando públicos...
«Pero eso nos toca hacerlo solos, sin apoyo de ningún tipo, con nuestros recursos y medios. Aquí se tiene una ganancia y es que los gobernantes y administrativos están pendientes de que todo esté arreglado, nos esperan, se preocupan porque el público esté. Es una satisfacción mutua».
—¿Qué impresión tienes del público de las montañas guantanameras?
—Las personas, y sobre todo los niños, tienen una mirada muy transparente y una sonrisa espectacular. Son muy abiertos, comunicativos. Allá en Colombia vamos a sitios de conflictos, lugares donde la gente posee bajos recursos, y percibes en los niños sus miradas perdidas, están como apagados...
«El problema es que cargan con traumas, muertos encima, se acuerdan de cosas muy feas. Un infante, por ejemplo, puede contarte la historia de cómo masacraron a alguien, desalojaron a las personas de un pueblo, o quemaron su escuelita...»
—Nos contaron en Cajobabo que te hicieron un ultrasonido. ¿Qué sabes sobre tu bebé?
—Oh, que es un varón, que está muy bien. Cuba tiene muy buen ojo. Los doctores son muy buenos; además no me costó nada, más bien recibí muchas simpatías; numerosas personas, desde La Habana, en Bayamo y aquí, quieren ser tíos, sobrinos, y padrinos del niño».
—¿Un examen similar cuánto te hubiera costado en Colombia?
—Pues, allá sí todo cuesta. Este saldría más o menos en 20 dólares. Todos los exámenes médicos, las consultas, los medicamentos...
—Casi al cierre de la Cruzada, ¿qué expectativa tiene Luz de Luna, y usted en particular?
—El grupo está muy satisfecho, hemos sacado como experiencia la necesidad de hacer montajes más pequeños para llegar a comunidades de menos habitantes, hemos compartido con muy buenos teatristas de acá y recibido el calor de la gente. A mí me ha tocado estar más quieta, pasiva, por eso estoy ansiosa de la próxima Cruzada.