Sus jóvenes integrantes imparten conocimientos en las especialidades de música, danza, teatro o artes plásticas a los cientos de miles de niños matriculados en los diferentes centros escolares de nuestro país, estimulando hasta límites impensados sus posibilidades de creación y apreciación artísticas.
Cuando surgió el programa para crear las escuelas de Instructores de Arte, en mayo del 2000, la dirección de la Revolución expuso públicamente el propósito de formar 30 000 instructores en el término de diez años.
A finales del 2006 la cifra de instructores llegó a 7 329, tras producirse las dos primeras graduaciones de estos técnicos.
Según datos mencionados por Abel Prieto, ministro de Cultura, en el acto de graduación de las escuelas de Instructores de Arte de las provincias habaneras (26 de octubre de ese año), se estimaba que para ese entonces aproximadamente 666 000 pioneros habían sido atendidos por los instructores, y de ellos más de 225 000 ya formaban parte del movimiento de aficionados.
Esta es solo una pequeña parte del trabajo que realiza la Revolución para crear un pleno acceso a los conocimientos y dotar a las nuevas generaciones de una sólida formación cultural, necesaria para proyectar la identidad de la nación más allá de cualquier acto de colonialismo cultural.
Los instructores de arte celebran su día el 18 de febrero en homenaje al natalicio de Olga Alonso, joven que en 1960 se incorporó al llamado de la Revolución de enseñar el arte en las granjas y cooperativas de todo el país, y que murió en marzo de 1964, mientras realizaba esta profesión en las montañas del Escambray asediadas por las bandas contrarrevolucionarias.