HOLGUÍN.— «¡Non fuyades*, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete!», parece proferir Las esculturas del Parque del Quijote en Holguín rebasan los 4 metros de altura. nuevamente el Quijote desde un parque de la ciudad de Holguín, mientras Sancho Panza intenta hacerle desistir de la embestida, aferrado a las bridas de Rocinante.
Los personajes cervantinos quedaron eternizados nuevamente en un conjunto escultórico que rememora aquella «espantable y jamás imaginada aventura» cuando el Ingenioso Hidalgo se enfrentó a los molinos de viento, creyéndoles 30 gigantes con brazos de dos leguas.
Y tal vez ahora sus divertidas conversaciones haya que reinventárselas en las calles holguineras, en plena arremetida del Quijote contra unos «monstruosos dromedarios con ruedas que se tragan a las personas», imaginando la Loma de la Cruz cual morada de Dulcinea, o simplemente, compartiendo las quimeras y laureles de los habitantes de esta parte de la ínsula.
Justo donde culmina la transitada avenida de Los Álamos y comienza a aparecer el casco histórico de la ciudad, se hizo realidad el sueño. Hermosa dedicatoria al genio inmortal del gran escritor español Miguel de Cervantes y Saavedra.
La novedad salta a la vista. Este es el único conjunto de su tipo en el país que no se ciñe solo a la caracterización de Don Alonso Quijano, sino que abraza de una buena vez tanto al enjuto rocín, como a su indispensable interlocutor de abultado vientre, sin el cual Cervantes no hubiese podido inventar el diálogo novelesco.
Un molino de viento, de ocho metros de altura, corona la atmósfera del lugar. Construido de mohosos metales, rescatados de un antiguo central de la provincia, aportan a las efigies un toque más cercano a estas tierras del «nuevo mundo», que ya habían sido «descubiertas» en vida del Manco de Lepanto.
Capítulos enteros de tesonero trabajo, de imprevistos y hasta de especulaciones del criollo caminante, rodearon la faena de los artistas durante meses. Ahora terminado, el sitio es una sugestiva invitación al descanso inteligente.
Fragmentos escogidos del texto, esculpidos a relieve, de un humor acendrado, con hermosas definiciones sobre la naturaleza humana y el sentido mismo de la vida, acompañan la estancia del visitante.
Todo es fruto del no menos quijotesco proyecto de los escultores holguineros Silvio Carralero, Alberto Rodríguez y Cesar Sánchez, con el apoyo de las instituciones culturales del territorio. Pero, sobre todas las cosas, es también una obra que marca un tiempo en el cual le ha estado naciendo un nuevo rostro a la nororiental Ciudad de los Parques.
MARCANDO LA DIFERENCIALa singular plaza holguinera es uno de los frutos más recientes del llamado Proyecto Imagen, liderado desde hace unos años por las autoridades gubernamentales y políticas del territorio. Sus miras han estado en el disfrute cultural y el mejoramiento de la calidad de vida espiritual de las comunidades.
Muy unido a las acciones de restauración y reparación de emblemáticas instalaciones del ámbito cultural, deportivo, o de los servicios gastronómicos, ha ido despertando una especie de «renacimiento» para la escultura y el resto de las manifestaciones plásticas.
A lo largo de 2005 y 2006 —particularmente en las cabeceras municipales— surgieron diversas creaciones de ese tipo. Atavían parques, paseos peatonales, fuentes, e incluso hacen más agradable «el rostro» de instituciones y entidades, y no solo para sus colectivos laborales.
Entre las más populares, y solamente en la ciudad de Holguín, se pueden citar la Plaza Guevariana, la dedicada al Héroe Nacional José Martí, la estatua del juglar holguinero El Guayabero, y el Mural Orígenes, retablo de la historia de la ciudad de San Isidoro, con motivo de su cumpleaños 460.
Nuevos sueños aguardan su turno. Uno de los más anhelados es la fuente de metal que saldrá nada menos que de las prodigiosas manos del artista holguinero Cosme Proenza.
Cada uno de los ya materializados tiene su historia. El propio proceso creativo del conjunto que hoy presentamos al lector constituyó en sí mismo una aventura quijotesca. Así lo patentizan sus creadores. La aplicación de la técnica de cemento patinado sobre estructuras metálicas que superan los cuatro metros de altura constituyó un reto no exento de contratiempos.
El más sonado episodio fue aquella estrepitosa «caída» del monumento, aún a medio hacer, en la que casi sucumben Rocinante y Don Quijote, de la mano de Sancho.
Aún sin fraguarse del todo las bases de las estatuas, el peso del comilón escudero arrojó a tierra a sus dos compadres, de quienes está sujetado por el freno del rocín. No pocos lo consideraron una diversión más del trío manchego.
Pero ni las lluvias, ni el implacable sol vencieron a los artistas. Las estatuas se volvieron a levantar, entonces sobre armazones más sólidas.
EL QUIJOTE EN CUBALas dedicatorias escultóricas al Quijote no han sido muchas en nuestro país. Pero tampoco faltan. Sería necesario, quizá, un estudio al respecto. La más conocida de ellas es la versión de Sergio Martínez Sopena, situada en la esquina de las calles J y 23 del Vedado, en la capital.
Un trabajo sin dudas singular por su técnica y tratamiento iconográfico, novedoso en el ámbito hispano, al mostrar a un protagonista desnudo, hecho de alambrón y varillas de hierro, sobre un Rocinante en arriesgada corveta.
Entre las más renombradas se encuentran además, en Cuba, el Sancho Panza expuesto en la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, también en Ciudad de La Habana, y el Señor de la Triste Figura en Varadero, Matanzas, muy próximo al Hotel Internacional.
Puede ser que existan otras creaciones, de menor dimensión, en las provincias, y que no debieran pasar inadvertidas a los ojos de los admiradores de la broma más divertida que se haya escrito.
Hace apenas pocos días, este redactor descubrió una curiosa pieza, trabajada en metal, en los exteriores del Palacio de Pioneros de la ciudad de Holguín, a muy poca distancia del conjunto del cual hoy se enorgullecen los holguineros.
ETERNO SOÑADOR CABALGANTE«¡Albricias, recojámonos en aquella fermoza venta de la cual brotan felices tantos mozalbetes!», podría sugerir ahora en su chifladura el Quijote. Y sin dudas su ayudante se esforzaría en abrirle las entendederas explicándole que se trata de la Facultad de Ciencias Médicas, ubicada a pocos metros de la plazoleta donde ambos exhiben sus pétreas figuras.
Lo cierto es que todo aquel que haya tenido alguna vez en sus manos la obra cumbre de Cervantes no ha podido escapar tampoco a los muy juiciosos criterios del supuesto soñador de causa estéril.
Algunas de las definiciones más bellamente escritas sobre la Libertad, acerca del sentido mismo del paso de los hombres por la vida, en su conquista de un mundo mejor, las podemos encontrar en este texto universal. No en vano fue esta la primera obra impresa por el Gobierno Revolucionario, en 1960, con una tirada de cien mil ejemplares.
Aquel que sentenciara «mis arreos son las armas, mi descanso es pelear», dijo también a su fiel amigo: «La Libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos... Por la Libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres».
También se escucha aún, en la distancia de los siglos, uno de sus sueños más preclaros: «Dichosa edad y siglo dichoso aquel donde saldrán a la luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas para la memoria del futuro».
Por ello sería injusto aquilatar el hecho de una inauguración como esta, solo como el advenimiento de un sitio que, ciertamente, engrosa la cifra de espacios para el descanso al aire libre de los cuales goza Holguín.
Es también un monumento a los más altruistas ideales de la humanidad, a la cultura despojada de banalidad, una invitación a la lectura inteligente, un símbolo de la lucha continua del hombre por un mundo mejor, en el cual no puede quedar injusticia sin carga, ni amor con temor a padecer.* Non fuyades: arcaísmo, «no huyáis».