El liderazgo depende de la capacidad para contagiar a los demás con los proyectos de la organización. Foto: Franklin Reyes SANTA CLARA.— El delegado Roberto Guillén, del Instituto Pedagógico Félix Varela, aportó un elemento clave en el momento en que la Asamblea Provincial de la FEU en Villa Clara desentrañaba, desde distintos enfoques, cómo lograr que funcione la organización, empezando por la brigada, su célula primordial.
Ya una buena parte de los participantes, conocedores de lo que todavía lastra, habían expuesto sus puntos de vista, que otorgaban al liderazgo de los presidentes de la brigada un papel relevante, además de coincidir en que a veces tampoco están preparados para el cargo o se selecciona a estudiantes que carecen de condiciones.
Fue a la altura de estos planteamientos que Guillén esgrimió su teoría: «Debemos saber contagiar a los demás para que las cosas nazcan del corazón y los sentimientos, que siempre será mejor que tratar de resolverlo todo sobre la base de la exigencia».
Luego se refirió a la trascendencia del ejemplo personal para tener prestigio ante el resto de los estudiantes y a la necesidad de conversar con los más propensos a las indisciplinas cada vez que fuera necesario. Salirle al paso a lo mal hecho de inmediato, sin dilación.
De ese modo, explicó, evitaremos esa realidad de que conocemos al dedillo los problemas, dedicamos horas y horas en criticarlos, pero ahí sobreviven, como un reto en cada instante.
Un delegado lo conminó a que expusiera más claramente cómo se podría concretar lo que él exponía como solución para mejorar el trabajo de la FEU.
Entonces Guillén pronunció una sola palabra: con amor. Y el rostro de una parte del auditorio no se animó en señales de satisfacción, porque pareció, flotó en el ambiente aun sin brotar explícitamente, que le faltaba sustancia a lo dicho, que él se había «quedado corto».
Claro, el joven delegado dio por sentado que comprendieron que se refería al amor en la significación más amplia. En ese sentir profundo por lo que se realiza, de cuidar porque toda salga bien, como tratamos que ocurra con las cosas a las cuales profesamos nuestros más caros desvelos.
En otras palabras, Carlos Lage Codorniú, presidente de la FEU, coincidió al decir que hay que saber decidir entre lo malo y lo bueno por lo que se ¡siente!, y no por lo que exigen. Y añadió que tiene que existir una coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
¿Acaso sin pasión, que es decir amor, se puede lograr?
Por eso salieron a relucir los dislates. Incluso se reconoció que en ocasiones falta valor político para decir las cosas, para llamar la atención a los que incurren en errores. O tampoco se atienden las inquietudes de los estudiantes.
Sobre el particular Juan Vela Valdés, ministro de Educación Superior, expresó que tal comportamiento era inadmisible, y llamó a revertir esa situación. En su opinión las respuestas a los alumnos tienen que ser lógicas, porque los tontos no estudian en las universidades.
En la asamblea provincial de la FEU quedó claro también lo mucho que avanzó la organización en su funcionamiento y en la participación en las tareas de la Revolución.
Para los participantes resultó muy alentador el reconocimiento, hecho por la claridad sobre el rol que les corresponde en la sociedad, que les expresaron Lázara Mercedes López Acea, integrante del Secretariado del Comité Central, Omar Ruiz, primer secretario del Partido en Villa Clara, y Hassan Pérez Casabona, segundo secretario de la UJC.