Marcos Rodríguez Matamoros. CIENFUEGOS.— Han excavado profundas cuevas, cavernas repletas de primigenios grabados rupestres; han explorado ríos, pedregales y terrenos baldíos, siempre en busca de indicios de nuestros ancestros que nos ayuden a establecer una mejor conexión con su cultura.
Eso es lo que hacen los casi 20 miembros del grupo de aficionados a las investigaciones arqueológicas y espeleológicas Jagua (que integran técnicos de museo, licenciados y especialistas), fundado en noviembre de 1976 en esta ciudad, a los cuales debemos la oportunidad de conocer importantes aportes y descubrimientos en dichos campos.
De algunos ha dado fe la prensa nacional, cual testigo para la posteridad, de décadas de investigación en montañas, grutas y áreas costeras. Otros no llegaron a conocerse. De ambos nos habla ahora Marcos Rodríguez Matamoros, presidente del emprendedor colectivo.
—Ustedes hallaron el primer resto del perro mudo en la región centro-sur. ¿Cómo ocurrió el descubrimiento?
Conjunto de piezas líticas hallado en La Ceiba. —En efecto, fue el primero de tal especie de cánido encontrado en esta área meridional del país que comprende a Cienfuegos, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila. Dimos con la osamenta del ejemplar en un sitio funerario de Guamuhaya.
«Lo descubrimos un día de 1978, de forma casi fortuita —no íbamos precisamente en su búsqueda—, porque un campesino que viajaba a bordo de nuestra embarcación por el lago Hanabanilla nos dijo que cerca del lugar donde él vivía vio ciertos restos, cosas extrañas, luces.
«Cuando acudimos al sitio, ya estaba alterado, pues aquel hombre había recogido algunas osamentas en sacos, lo cual nos impidió acometer una labor de mayor calado científico, pero sí recopilamos restos que luego, se determinó al estudiarse en el Museo Provincial de Cienfuegos, que no eran humanos, sino de otro mamífero.
«Al buscar la bibliografía necesaria y efectuar ciertas comprobaciones con el experimentado paleontólogo Oscar Arredondo —quien publicó un folleto sobre estos canes—, verificamos que teníamos entre manos restos del curioso ejemplar, que cohabitó con los primeros habitantes de Cuba».
—¿Y el esqueleto del recolector aborigen de mayor estatura reportado en Cuba?
—Fue durante la excavación realizada en Cueva de Los Indios, en Hoyo de Padilla, donde detectamos la presencia de un enterramiento humano con las piernas completamente flexadas, en posición fetal.
«Tras los permisos necesarios exhumamos aquel esqueleto, que nos pareció muy interesante. Creímos, en principio, que se trataba de mujer en avanzada etapa de gestación, quizá de un parto pelviano, porque tenía en el bajo vientre rastros aparentes de un feto a término.
«Los restos fueron estudiados por eminentes arqueólogos y antropólogos nacionales. En realidad era un sujeto de sexo masculino y de hecho el de más considerable longitud reportado en Cuba entre los preceramistas siboneyes hasta ese momento.
«Hasta dicho instante también constituía el esqueleto aborigen más completo hallado en el país. La causa de que ese infante hubiera estado a su vera es algo a lo cual no pudimos responder».
—Momento relevante desde el punto de vista arqueológico lo constituyó el determinar el lugar exacto donde estuvo emplazada la encomienda de Fray Bartolomé de Las Casas y Pedro de Rentaría, en Jagua, entre 1514 y 1515.
—La detectamos en el gran sitio arqueológico de Loma del Convento, a unos cuatro kilómetros de la desembocadura del Río Arimao.
«A partir de un estudio en el cual apelé a análisis de fuentes históricas, estudios de la toponimia, de cartografía antigua y de diversas fuentes arqueológicas, compilé un caudal de información que me dio la certeza de que coincidían los datos proporcionados en algunos textos de la historia nacional y del mismo padre Las Casas con el sitio en cuestión. Representó un instante especial para nosotros».
—Más que otros descubrimientos suyos de sitios aborígenes en Ojo de Agua, Punta Ladrillo, Cayo Carenas, Punta Barreras... ¿Por qué se considera un hito su labor en la Cueva de Martín Infierno?
—En el campo de la Espeleología, uno de los aportes de mayor relieve del grupo Jagua resultó la declaración de Monumento Nacional a la Cueva de Martín Infierno, que alberga a la estalagmita más grande del planeta.
«Si bien es cierto que en los trabajos de excavación en esta caverna no participó solo nuestro grupo, sino también otros como Samá, de Sancti Spíritus —el primero en arribar a la impresionante cueva—, fue el nuestro, el que en definitiva dio los toques finales, desarrolló las últimas mediciones y filmó para fundamentar y elevar la propuesta, más tarde aceptada».
—¿En qué consiste el aporte de Jagua al estudio del arte rupestre en Cuba?
—Junto con el grupo Jabacoa, de Rodas, participamos en el descubrimiento, reporte y estudio de las primeras evidencias de arte rupestre localizadas en la región centro-sur de Cuba, a mediados de los años 80, en lo que sería todo un complejo asociado a los cursos de la red fluvial de los afluentes Damují y Jabacoa.
«Es un sistema de grutas donde hay unidad estilística en las manifestaciones artísticas primitivas, con predominio del petroglifo —o sea, dibujos grabados en las rocas— con líneas finas o arañazos de sentido abstracto o geométrico.
«Hasta este instante, el mapa del arte rupestre cubano, ejecutado por el doctor Antonio Núñez Jiménez, tenía dicha área en blanco en tanto zona pictográfica.
«Sin embargo, él mismo me había emplazado a emprender búsquedas en las cuevas de la zona, porque consideraba muy probable su existencia, ya que la región sirvió de estancia a diversos grupos aborígenes.
«En el perímetro encontramos además unas pictografías, clasificadas por Núñez —Jiménez como mariposoides, por su aspecto parecido a estos insectos. En mi libro El arte rupestre en Rodas —coescrito con Carlos Rafael Borges— abundo en estos y otros hallazgos».
Gran lasca utilizada como herramienta por los aborígenes. —Luego de algunos años envueltos en silencio, recientemente volvieron a acaparar el interés de los lectores con nuevos descubrimientos. ¿Cuál es la buena nueva?
—Si bien el patrimonio tangible de los trabajos del grupo Jagua pudo colocarse en salas y almacenes de los museos cienfuegueros, ya catalogados, experimentamos una suerte de regresión durante el período especial.
«Al reiniciar los trabajos de campo localizamos hace poco un residuario que consideramos relevante por sus características. No está muy alejado del área urbana de Cienfuegos; se ubica en la finca La Ceiba, cerca del poblado de Paraíso.
«Todo parece indicar que se trata de un «taller» para la confección de herramientas de piedra. Por su tipología —tamaño de las piezas, forma de los núcleos...— parece ser de una cultura bastante arcaica.
Detalle de núcleo semiesférico encontrado en el «taller». «Abre grandes perspectivas, porque hasta hoy para buscar elementos de una cultura atribuible a tales grupos, había que acudir a Rodas, al complejo arqueológico-rupestre Palo Liso-Las Glorias.
«Sin embargo, nos extrañaba muchísimo que no existiera hacia el sur de Rodas, en la zona cercana a la bahía, algún indicio que nos permitiera establecer un nexo cultural, cronológico con aquella gente.
«En este sitio de La Ceiba no aparece nada en lo absoluto que no sea piedra tallada —algo bastante inusual— como sucedía en los asentamientos normales, en los que los pobladores botaban restos de comida y de todo lo que se les hacía inservible.
«Está en estudio porque resultaría bien significativo en aras de legitimar la hipótesis de que en la provincia de Cienfuegos, debido a la gran variedad de paisajes que la componen, estuvieron representadas todas las culturas que existieron en el archipiélago.
«Hicimos una colecta pequeña, representativa de alrededor de medio centenar de piezas del nuevo sitio —de las tantas encontradas, entre cuchillos raspadores, ralladores, cantos para cortar huesos por percusión y muchas otras.
«Su examen, y la aplicación del método comparativo, seguro aportarán un buen nivel de información que nos servirá para, definitivamente, obtener la ubicación temporal exacta del emplazamiento. Tentativamente pensamos que data de hace entre 2 000 y 3 000 años».
Fotos: Milagros Hidalgo