Ilustración: Roberto Fabelo. Colección: Memorial José Martí. «Martí se está convirtiendo en referencia principal para el pensamiento filosófico que requiere el siglo XXI, no solamente en Cuba, sino en América y en el mundo. Estamos asistiendo a algo verdaderamente inusual en la recién comenzada centuria. Hay quienes desde la contrarrevolución miamense lo están impugnando. Además de atacar al Maestro, pretenden socavar los fundamentos de la nación cubana».
Esta es una de las primeras ideas que el doctor Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano, comparte con JR, a propósito de la creación del Comité de Instituciones Martianas, «un paso superior ante los problemas que nos depara el siglo XXI», afirma.
La nueva propuesta de la Oficina se ha hecho realidad con el apoyo de la Biblioteca Nacional, el Centro de Estudios Martianos y otras instituciones dedicadas al estudio de la vida y la obra de José Martí, que están promoviendo un encuentro sistemático y permanente para profundizar en el pensamiento del Apóstol.
«Lo que estamos buscando con el Comité es que se hagan muchas más investigaciones sobre el tema José Martí y la cultura universal, y su relación histórica con grandes próceres como Bolívar, Juárez y San Martín. El Maestro es una síntesis de cultura universal y en él encontramos referencias esenciales para el pensamiento del mundo de hoy».
Allá por el siglo XIX —precisa— los autonomistas, que rechazaban la idea de la independencia de España, se enfrentaron a Martí desde su cultura reformista; en el XX, los reaccionarios y pro imperialistas durante la República neocolonial intentaron tergiversar sus ideas, pero a nadie se le ocurrió nunca negarlo. Después del triunfo del 1ro. de Enero de 1959, ni siquiera los más acérrimos enemigos de la Revolución Cubana y el socialismo lo atacaron; por el contrario, pretendieron apropiarse de su figura porque era sagrado.
Foto: Angelito Baldrich «Nosotros —afirma— tenemos un número amplio de instituciones que se dedican a investigar y difundir la vida de Martí, entre estas la Sociedad Cultural José Martí, el Centro de Estudios Martianos, la Biblioteca Nacional, el Movimiento Juvenil Martiano, la Fragua Martiana, el Museo Casa Natal de José Martí, el Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución y la Casa de las Américas. Con todas lo que pretendemos es crear un mecanismo que coordine las acciones para promover de manera eficaz el estudio profundo y sistemático del legado martiano y aumentar la ofensiva internacional por sus ideas».
—¿Podríamos hablar entonces de otra corriente anexionista que niega a Martí?
—Esas son acciones de la contrarrevolución, de la gente más renegada. Es un absurdo total. En Cuba jamás a nadie se le ocurrió rechazar a Martí. Recordemos que en la estación de policía adonde fue llevado Fidel después del Moncada, había un cuadro con la imagen del Apóstol. Yo no conocí a nadie en el siglo XX que lo rechazara.
«Lo que está pasando es que en la política de la camarilla fascista que gobierna hoy en Estados Unidos no hay cabida para una Cuba independiente, ni siquiera al estilo de la que implantaron aquí en 1902. Eso es el Plan Bush. Por eso junto a un problema de incultura espantoso, de un cinismo inculto, está presente el intento de recolonizar a Cuba y minar las bases de la nación cubana. Ese es el motivo fundamental por el que comienzan a denigrar la figura del Héroe Nacional».
—En las reuniones del Comité de Instituciones Martianas se habla de la búsqueda de nuevos métodos de enseñanza de la obra y el pensamiento de Martí. ¿A qué se debe esta nueva estrategia?
—Los tiempos cambian. La coyuntura de este siglo es bien compleja y estamos abocados a profundizar los métodos de enseñanza de la obra de Martí y su pensamiento. Hay que ampliarlos. No es que no se esté trabajando, sino que necesitamos nuevos métodos de enseñanza para una situación nueva en el mundo.
«Si en el siglo XX su pensamiento filosófico fue importante para el análisis del imperialismo, ahora es mucho más necesario para comprender los problemas del mundo actual. En una ocasión un intelectual japonés, Daisaku Ikeda —fundador de la Universidad Soka y presidente de la Soka Gakkai Internacional, para la paz, la cultura y la educación— después de estudiarse a Martí me dijo era el hombre que mejor había interpretado a Buda.
«Los nazis propugnaron la superioridad de la raza pura. Sin embargo, la mezcla de las culturas y las razas es la que proporciona mayor inteligencia. Y eso es lo que exalta la cultura latinoamericana y caribeña. Por eso Martí señaló: “Injértese el mundo en nuestra República pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”, y Bolívar, ante la diversidad de los pueblos y culturas de la Patria Grande, aseguró que somos un pequeño género humano.
«Todas esas ideas hay que divulgarlas, llevarlas a la escuela y que sean estudiadas por nuestros niños y jóvenes. El pueblo de Cuba y las instituciones culturales son las encargadas de que se propongan nuevos métodos de enseñanza y se lleven a vías de hecho. En ese sentido trabajamos estrechamente con los ministerios de Educación y de Educación Superior».
—El Comité de Instituciones se presentó como una respuesta para defender el legado martiano ante las provocaciones hechas desde Miami...
—Lo esencial ahora no es responderles a los provocadores. Esto nos ha dado la oportunidad de ratificar nuestra idea de que el enemigo tiene una enorme crisis ética.
«Constituimos el Comité para fortalecer todo el sistema. Se ha producido una quiebra total de principios jurídicos y éticos en los que dijo basarse la civilización moderna. Ahora mismo acaban de cometer la atrocidad de poner en blanco y negro una ley para legitimar la tortura. El manejo del caso de los Cinco Héroes y el de Posada Carriles son también ejemplos de la crisis ética y jurídica por la que atraviesa Estados Unidos. Es un síntoma inequívoco de la decadencia del imperio».
—¿Cómo enfrentar estos tiempos de crisis?
—Las ciencias sociales y las humanidades en general están en una crisis como en la que estarían la Física y la Química si se dijera que Newton o Darwin no sirven para nada. Por eso a partir de las ideas luminosas de Marx, Engels y Lenin debemos rescatar lo mejor del pensamiento socialista. Hay que preservar la memoria histórica y levantar los paradigmas presentes en la tradición latinoamericana y en nuestra propia historia.
«El pensamiento martiano es una guía certera para encontrar el camino de las ciencias sociales. Nos podemos valer del método electivo presente en la tradición filosófica cubana, el de Varela, el de Luz y Caballero, tomando lo mejor de todos los sabios y pensadores a través de los siglos, sin istmos excluyentes.
«En José Martí y en la cultura cubana en general se supera la ruptura milenaria entre ciencia y utopía y cristaliza la articulación de estos dos planos de la vida, para forjar un pensamiento creador de la conciencia humana de validez universal.
«Lo original en el Apóstol es que esa cultura general integral sentó las bases para una cultura de hacer política que ha continuado Fidel: superar el divide y vencerás y llegar al unir para vencer, y siempre con un pensamiento radical y al mismo tiempo armonioso que está en la raíz de la cultura de hacer política de Martí y de Fidel.
«Estamos preparando un encuentro del Comité para las próximas semanas con los martianos de Ciudad de La Habana para discutir y analizar el libro Cien horas con Fidel. Hay que leer y estudiar ese libro, porque no hay en la historia actual nadie que haya hecho una descripción tan detallada y precisa del mundo y su situación en los últimos 50 años.
«En Cuba se enlazaron el pensamiento patriótico y antiimperialista del siglo XIX y el ideal socialista del XX. Esta singularidad de Cuba hay que destacarla más. Es una tarea que concierne no solo a la Sociedad Cultural José Martí, sino a todas las instituciones martianas, promoviendo el estudio de las fuentes del pensamiento cubano y su relación con las fuentes universales, que es la única manera de enfrentar la crisis que atraviesa hoy el mundo».